Vivir momentos difíciles de la vida: los enfermos y ancianos. Lluís SIMÓN PASCUAL

Acompañamiento en los momentos difíciles de la vida, desde una mirada de Carlos de Foucauld

Lluís SIMÓN PASCUAL

1.- Situación del que sufre:

Humana: El sufrimiento provoca muchísimas repercusiones a nivel humano. Fragilidad, vulnerabilidad, resignación, sentimientos de culpa, situación económica, familiar o social complicada.

Espiritual: Que puede provocar el sufrimiento en la relación con Dios? Siempre provoca alguna reacción. Rebeldia, desesperación, sentimientos de culpa ….

DIMENSION POSITIVA DE LA ENFERMEDAD: Misterio con el cual nos encontramos, que intentamos vivir sanamente, darle la vuelta, transformarlo. Es realmente difícil.

Martín Descalzo: “Su encuentro con la enfermedad no fue fácil. Cuando le informaron de la gravedad pasó su noche oscura, pero pudo su forma de ver la vida, su coraje y su fe, para superar aquella angustia. Pensó cosas positivas: podían robarle la salud, pero no la alegría; si no se amargaba, nada ni nadie podría hacerlo (…) El dolor le ha hecho sufrir, pero no ha causado daño en su alma. Ha sido un nuevo reto, un obstáculo que le ha obligado a saltar más lejos.

El decía que la enfermedad le cambió, le hizo mucho más humano. Se consideraba un poco radical y la enfermedad le hizo valorar mucho más la amistad, la cordialidad con la gente. Dedicaba mucho tiempo a cosas secundarias, pero cambió su escala de valores dando a cada cosa su importancia. Cuando la enfermedad sacude al hombre, éste ya no puede seguir engañándose a uno mismo. Se ve con claridad qué eras y quien eres. Redescubrió el valor de la vida, podó las prisas, valoró más lo sencillo, lo humilde, el alejarse de la vida mundana y poco evangélica. Aprendió a aceptarse a sí mismo y que el amor sólo con amor su paga. Que su dolor no sólo era fecundo para él, sino también para otros, para el mundo.

En la enfermedad ha tenido un conocimiento más íntimo de Dios, ha sentido más cercana la paternidad de Dios, que no le ha fallado en ningún momento. A Dios le pide fuerzas para soportar esto, pero no le pide que se lo quite. Le pide que le ayude a llevarla con alegría, que la haga fructificar, que no la estropee con su egoísmo o su necesidad de cariño. Solo la gracia de Dios ha podido mantenerle alegre en estos últimos años.

Acompañar al que sufre es ayudarlo a pasar del negativo al positivo, hasta aquí.

Ante esto, ACOMPAÑAR: ¿COMO?

1.- Jesús: Modelo de actuación: ¿cómo actuaba?

Nosotros tenemos un modelo de actuación. Cuando no sabemos qué decir, o como actuar, fijarnos en Jesús.

Qué hace? Es curioso, pero en todo el Evangelio no da ni una sola respuesta o explicación al problema del mal. Ni una.

Ahora bien, hace de toda su vida una lucha contra el mal y contra el sufrimiento. Pasó por el mundo haciendo el bien, liberando todos los oprimidos por el mal.

Lluc 4, 14-21: Isaías: libertad a los cautivos, luz a los ciegos, desatar cadenas.

2.- Ayudar a descubrir Jesús: No sólo modelo, sino presencia de Cristo por su Espíritu.

El Espíritu ya está. Nosotros no llevamos Jesús, sino que el acompañamiento es ayudar a descubrir su presencia, que Él ya está.

ASPECTOS QUE SE DESPRENDEN DE LA ACTUACIÓN DE JESÚS:

1) Importancia de la tarea en el mundo del sufrimiento:

– Importancia cualitativa y cuantitativa en la acción de Jesús.

– Plataforma evangelizadora privilegiada en los tiempos actuales.

2) Separación parte religiosa o espiritual de la parte humana: Pienso que no hay de haber separación entre *lo que es humano y el que es espiritual, religioso: En esto puede haber un gran peligro: Que los cristianos lo separáramos y dijéramos: Los problemas humanos ya los tratarán otros, a nosotros nos afecta la parte espiritual.

En el hospital te das cuenta que todo va unido, y que seguramente, en aquello más profundamente humano, llevado a la plenitud, es donde hay la dimensión verdaderamente espiritual.

3) No explicación teórica, no tópicos: Jesús. Peligro: buscar respuestas teóricas, argumentos racionales que hemos aprendido, pero que no nacen de una experiencia personal de vida.

Por lo tanto, las palabras que se puedan decir, que no tienen que ser muchas, solo tendrán bastante si venden de una autenticidad, de que te crees y vivos aquello que dices. Que a pesar de nuestras miserias, uno intente que haya una unidad o una armonía entre el que piensas, el que dices y el que haces.

4) Insuficiencia de la palabra/ Insuficiencia de la acción: Se transmite aquello que uno es, y no tanto el que se llama o el que se hace. Misterio de la presencia.

“Cuando se quiere convertir una alma, no hace falta predicar; el mejor mediano no es hacerle sermones, sino testimoniarle que se el aprecio”. (C. de Foucauld)

“Predicar el evangelio en silencio”, “ser un evangelio viviente”, “proclamar el evangelio con su vida”. (C. de Foucauld)

Gandhi: “Los cristianos no necesitaríais predicar, tendríais que ser como la rosa, que difunde su fragancia allá donde es, sin necesidad de hacer nada.”

ACTITUDES BÁSICAS Y FUNDAMENTALES EN LA RELACIÓN CON EL QUE SUFRE (CON JESÚS COMO MODELO)

A) GRATUIDAD

Esencial en el mundo de hoy, en que todo se compra y se vende, en que todo se hace por una contraprestación.

Mis últimos recesos de diaconado y de sacerdocio me han mostrado que esta vida de Nazaret, mi vocación, hace falta que la dirija no a la Tierra Santa tan estimada, sino entre las almas más enfermas, las ovejas más abandonadas”. (C. de Foucauld)

Yo no soy el sembrador: yo preparo la tierra, otros sembrarán, otros cosecharán (…), Dios sabe cuando, quizás de aquí en muchos siglos”. (C. de Foucauld)

B) COMPRENSIÓN (POSARSE EN LA PIEL DEL /DEL otro)

Escuchar aquello que no se escucha, observar aquello que no se ve. Captar el que el enfermo desea. Aportarle el que desea y necesita, y no el que nosotros queremos y deseamos.

Discurso del Papa en Filipinas:

Quiero hablaros desde el corazón. Presten ustedes atención: ella, hoy, ha hecho la única pregunta que no tiene respuesta. Y no le alcanzaron las palabras: necesitó decirlas con lágrimas. Así que cuando venga el próximo Papa a Manila, que haya más mujeres. Yo te agradezco Johna, que hayas expresado tan valientemente tu experiencia. Como dije recién, el núcleo de tu pregunta casi no tiene respuesta. Solamente cuando somos capaces de llorar sobre las cosas que vos viviste, podemos entender y expresar algo. La gran pregunta para todos, ¿por qué sufren los niños?

¿Por qué sufren los niños? Recién cuando el corazón alcanza a hacerse la pregunta, y a llorar, podemos entender algo. Existe una compasión mundana, que no nos sirve para nada. Vos hablaste algo de eso… Una compasión que a lo más nos lleva a meter la mano en el bolsillo y dar una moneda. Si Cristo hubiera tenido esa compasión hubiera pasado, curado a tres o cuatro, y se hubiera vuelto al Padre. Solamente cuando Cristo lloró y fue capaz de llorar, entendió nuestros dramas.

Queridos chicos y chicas, al mundo de hoy le falta llorar. Lloran los marginados, lloran aquellos que son dejados de lado, lloran los despreciados… pero aquellos que llevamos una vida más o menos sin necesidades, no sabemos llorar. Solamente ciertas realidades de la vida se ven con los ojos limpios por las lágrimas.

Os invito a que cada uno se pregunte: ¿Yo aprendí a llorar? ¿Yo aprendí a llorar cuando veo un niño con hambre, un niño drogado en la calle, un niño que no tiene casa, un niño abusado o usado por la sociedad como esclavo? ¿O mi llanto es un llanto caprichoso del que llora porque le gustaría tener algo más? Esto es lo primero que yo quisiera decirles: aprendamos a llorar como ella nos enseñó hoy.

No olvidemos este testimonio: la gran pregunta, ¿por qué sufren los niños?, la hizo llorando. Y la gran respuesta que podemos hacer todos nosotros es aprender a llorar. Jesús, en el Evangelio, lloró. Lloró por el amigo muerto, lloró en su corazón por esa familia que había perdido a su hija, lloró en su corazón cuando vio esa pobre madre viuda que venía de enterrar a su hijo, se conmovió en su corazón cuando vio a la multitud como ovejas sin pastor. ¡Si vos no aprendés a llorar, no sos un buen cristiano!

Y este es un desafío. Johna, su compañera que habló hoy, nos ha planteado este desafío. Y cuando nos hagan la pregunta, ¿por qué sufren los niños, por qué sucede esto o esto otro trágico en la vida?, que nuestra respuesta sea o el silencio, o la palabra que nace de las lágrimas. Sean valientes, no tengan miedo a llorar.

Creo que no hay ninguna palabra del Evangelio que haya producido en mí una más profunda impresión y haya transformado más mi vida que esta: Todo el que haceis a uno de estos pequeños, es a mí que me lo hacéis. Si se piensa que estas palabras son de la Verdad increada, las de la boca que ha dicho: Esto es mi cuerpo…esta es mi sangre…, con qué fuerza uno es llevado a buscar y estimar Jesús en estos “pequeños”, estos pecadores, estos pobres, aportando todos sus medios espirituales para la conversión de las almas, todos sus medios materiales para el alivio de las miserias temporales”. (C. de Foucauld).

C) ACEPTACIÓN INCONDICIONAL

Aceptar a la persona tal como es. Creer de verdad que cada persona es única, que cada persona es un tesoro.

Si miramos y nos fijamos persona a persona, veremos que cada una tiene una dignidad inigualable, cada persona es como una perla preciosa. La aceptación y lo afecto cura, cura, hace renacer la esperanza y el sentido.

Tagore: “El que quiere hacer el bien, tiene que llamar a la puerta. El que ama, la encuentra siempre abierta.

D) AUTENTICIDAD- COHERENCIA: TRABAJO INTERIOR

Para irradiar, para que la presencia tenga fuerza, solo hay un camino, previo: estar despiertos, abiertos, en camino.

Cada cual desde su dimensión: Que haya un trabajo interior, una vida cristiana y espiritual viva. La intención, el interés, el esfuerzo: la plegaria, los sacramentos y la actitud de apertura, de investigación.

Por lo tanto, las palabras que se puedan decir, solo tendrán bastante si venden de una autenticidad, de que te crees y vivos aquello que dices. Que a pesar de nuestras debilidades y defectos, uno intente que haya una unidad o una armonía entre lo que piensas, lo que dices y lo que haces.

Se hace el bien, no en la medida de lo que uno dice y de lo que uno hace, sino en la medida de aquello que es, en la medida de la gracia que acompaña nuestros actos, en la medida en qué Jesús vive en nosotros, en la medida en que nuestras acciones son acciones de Jesús, que actúa en nosotros y por nosotros.” (C. de Foucauld)

Hay otro teólogo, *Olegario González de *Cardedal, que lo dice muy bien: Dice: “La vida nos pone a todos, antes o después, ante los bordes de la existencia, ante las llamadas cuestiones-límite, que reclaman inexorablemente una respuesta si no queremos quedar aturdidos, desorientados y, con ella, degradados. Y si el cristiano no está familiarizado por el estudio, la oración y la maduración personal con estos abismos de la existencia humana, cuando se encuentre ante dramáticas situaciones concretas, no tendrá una palabra verdadera, porque, de entrada, no ofrecerá la confianza para hablar de estas cuestiones. El cristiano tiene que oir primero a Dios, y comprender con ellos, y padecer con ellos, para poder decir luego una palabra de consuelo al abatido. Tal compasión y compadecimiento de lo que le pasa al prójimo son el primer paso de la redención.

La autenticidad y la coherencia no se improvisa, requiere un trabajo personal. “Estamos en este mundo para hacer que se rediman los aspectos oscuros en nosotros y en los demás. Solamente el amor logrará hacerlos desaparecer. Cuando un ser humano recibe amor podrá ir admitiéndolos cada vez más, logrando así su redención. Quien recorre este camino no lo hace únicamente para sí, sino también para otros. Si alguien desea ayudar a otros en este proceso de redención deberá irradiar mucho amor. Se equivoca el que cree que podrá colaborar con su ayuda en la redención del prójimo sin someterse él mismo intensamente al proceso de redención. Todo hombre irradia lo que es. La irradiación toca al hombre por dentro, a nivel de la contemplación: allí se da la verdadera redención. Todo trabajo con seres humanos, trátese de curación de almas u obras caritativas y sociales, depende en sus resultados más de la purificación propia que de la diversidad de actividades” (F. Jalics)

Libro sobre San Francisco de Asís (Exilio y ternura) “Sí, decía que no es nada altivo. Todos pueden hablarle, sin pretensiones, sin formalismos. Rápidamente te hace sentir bien. Escucha. Es extraordinario como escucha. Se interesa por ti, por tus trabajos, pequeños y grandes, tanto feos como bonitos, como si fueses su amigo de siempre. Nada de lo que te toca de cerca o de lejos le es indiferente. Y al seguir tu pequeña historia, retira suavemente la espina de tu corazón. ¡Qué respeto por los seres! Estoy impresionado.

(…) Escúchame, amigo: empiezo a ser mayor. Pues bien, no te miento si digo que hasta ahora nadie se había interesado por mí de esta manera, sin segundas intenciones. (…) Me he fijado que, para él, cada persona merece consideración. No desprecia a nadie. Debe comprender muchas cosas. Allí donde nosotros, habitualmente, no vemos más que vicio y maldad, él descubre una angustia secreta, una fuente de bondad ignorada: ve alguien a quien salvar. En resumen, es un hombre bueno, profundamente bueno. Y la cosa más maravillosa es que, a su contacto, un poco de esta bondad pasa, a su vez, hacia nosotros. El corazón se vuelve menos amargo. Y esto lo cambia todo. ¿Lo comprendes?” (Eloi Leclerc)

PDF: Vivir momentos difíciles de la vida. Los enfermos y ancianos

Carta de Eric

Fiesta de la Visitación de María. 31 de mayo 2019

CARTA DEL RESPONSABLE GENERAL A LOS HERMANOS DEL MUNDO

«El Abogado, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, os enseñará todo y os recordará todo lo que os dije» (Juan 14:26)

Saludos de paz para vosotros, queridos hermanos,

Con toda humildad, hago una confesión personal de por qué me tomó tanto tiempo escribir esta carta. Muchas veces, me senté frente a mi ordenador sin saber qué y cómo escribir. Me sentía como una mujer embarazada a punto de dar a luz, pero su pelvis es demasiado estrecha para el recién nacido. Luché con las palabras, pero mi mayor lucha fue el corazón, tener el espíritu y la disposición correctos de un hermano. Muchos de vosotros sois meros nombres para mí, sin caras e historias que compartimos para calificar a nuestros hermanos. Necesitaba tiempo para conectarme con el Padre que me invitó a dejar la comodidad de mi tierra natal y me envía como un hermano misionero. Necesitaba momentos de desnudez ante Jesús en oración, cuyo Espíritu en Nazaret nos está invitando a ti y a mí a esta gran aventura de movilidad descendente, viviendo con sencillez pero con alegría, en lo cotidiano y en la oscuridad, encontrando el último lugar, consumido por el evangelio de los más grandes. Lo más mínimo, al ver a Jesús en los pobres, apostolado de la bondad, unirnos para servir, ser pobres de espíritu por el bien del reino. Necesitaba el espacio para ser reavivado por la espiritualidad, la vida y las intuiciones del Hermano Carlos a través de los testimonios de hermanos y hermanas que están profundamente inmersos en la vida y la tradición de la Fraternidad. La reunión con la familia espiritual en Haití en abril pasado, mis visitas a los hermanos en Haití, la República Dominicana y los Estados Unidos y mi retiro en un monasterio trapense en Georgia han sido de gran ayuda. (Éstos serán los temas de mi próxima carta). Jesús también necesitaba ese espacio en mi corazón para mi conversión porque, incluso si tengo 30 años en la fraternidad y he estado en 3 meses de Nazaret, todavía tengo formas poco saludables e inmaduras que pueden interponerse en el camino de este ministerio. Siendo un proyecto inacabado, necesito vuestros comentarios honestos y un consejo fraternal. Por favor, decidme y con mucho gusto los recibiré como un regalo para mi formación continua.

Como sabéis, antes de ser elegido responsable general, mi mundo giraba en torno a mi pequeña fraternidad en un pueblecito, sin televisión ni Internet, como capellán de un pequeño monasterio de monjas y decano de estudios de un pequeño seminario universitario, procedente de una sencilla diócesis en Filipinas. Mi mundo era entonces muy pequeño, mi forma de vivir era muy rural y la idea de escribir a los hermanos de todo el mundo era abrumadora. Agradezco al Defensor por permitirme escribir. Oro para que estas mismas palabras no se interpongan en su manera de enseñarnos todo lo que Jesús quiere que sepamos. Te agradezco por tu generosa paciencia. Lo siento mucho por aquellos que se sienten huérfanos por mi largo silencio. En mi silencio, susurré sus nombres en mi oración (gracias al directorio), una vez al día.

Otra mirada a la Asamblea de Cebú y más allá

Nuestra asamblea de Cebú en enero pasado fue de hecho «una preciosa manifestación del Espíritu de Pentecostés». Mi alegría fraternal y mi sincera gratitud a todos vosotros que habéis orado por nosotros durante la Asamblea. A nuestros responsables continentales y nacionales con nuestros antiguos responsables generales, Mariano y Abraham que han viajado al otro lado del mundo para estar en la asamblea, muchas gracias. Al equipo anterior, Aurelio, Jean-François, Emmanuel, Mark y Mauricio, por su excelente planificación y arduo trabajo antes y durante la asamblea, muchas gracias. Sólo podemos construir sobre lo que trabajasteis generosamente. Gracias en particular a Aurelio por el proyecto legado del sitio web iesuscaritas.org y por José Alberto Hernandis, quien está muy dispuesto a administrar nuestro sitio web. Mi alegría y gratitud a los miembros de mi equipo con Tony Llanes como mi co-general responsable que está muy dispuesto a servir. Dado que el nuestro es un servicio a la fraternidad internacional, le ruego que nos escribas tus inquietudes, noticias, invitaciones, comentarios e historias. Yo personalmente los elegí para representar a los cuatro continentes para que hubiera un acceso más fácil a las noticias y la información. Aquí están nuestros datos de contacto:

Eric Lozada, ericlozada@yahoo.com + 63 9167939585;
Tony Llanes, stonyllanes@yahoo.com + 63 9183908488;
Fernando Tapia, ftapia@iglesia.cl + 56 988880397
Honore Savadogo, sawono2002@yahoo.com + 226 70717642
Matthias Keil, Matthias.keil@graz-seckau.at + 43 67687426115.

Al igual que tú confías en nosotros, ¿podemos también confiar en que nos ayudes en esto? Más que una dinámica de arriba hacia abajo, deseamos tener más diálogo, transparencia, reciprocidad, retroalimentación en nuestros diferentes niveles de comunicación. Para empezar, nos reuniremos del 11 al 18 de octubre en Corea del Sur y agradeceríamos cualquier cosa tuya, personal, local, nacional, regional, que desees que consideremos y respondamos. Puedes canalizarlos a mí o a tu representante continental en el equipo.

Hermanos, la Carta de Cebú no es un documento terminado. Es un trabajo en progreso. Permíteme invitarte (y permítenos estar juntos en esto) para convertirlo en un tema para re-lectura y discusión personal y de la fraternidad. En Cebú, nos hemos identificado y nos hemos comprometido a ser sacerdotes diocesanos misioneros inspirados en el testimonio del hermano Carlos. Hemos contemplado las realidades de nuestra sociedad, iglesia y fraternidades de los diferentes continentes y países. Hemos escuchado el llamado del Espíritu para ser Iglesia en las periferias (gracias al liderazgo profético del Papa Francisco). Y a partir de las llamadas que escuchamos, estamos resueltos firmemente a acciones concretas y estratégicas para el desarrollo de nuestra sociedad, Iglesia y fraternidades.

En su lectura y discusión, te invito a tratar el documento como a un amigo cuyas palabras están llenas del Espíritu, son transformadoras y proféticas. La realidad de la violencia, el terrorismo, la injusticia, el tráfico, la grave crisis ecológica, la migración, la globalización de la indiferencia, el fundamentalismo, la secularización (la lista es demasiado larga) es muy compleja. Sin embargo, casi de inmediato, tendemos a proyectar esta realidad desde afuera. Esta actitud no es de mucha ayuda. Necesitamos estar más involucrados. Al pedirle al Espíritu el don del coraje y la humildad, echamos un vistazo largo y amoroso a nuestras estructuras / subculturas interiores: valores, mentalidad, estilo de vida, prejuicios, actitudes, preferencias, deseos, como sacerdotes diocesanos. Nombramos las muchas formas sutiles en las que hemos sido parte del problema. Compartimos nuestras realizaciones con los hermanos en nuestra fraternidad que podrían ayudarnos en nuestro crecimiento. Quizás, el regalo más hermoso que podríamos ofrecerle a nuestro mundo hoy es reconocer que hemos sido parte del problema. Con suerte, con corazones arrepentidos y transformados, nos convertimos en parte de la solución.

El Espíritu nos está llamando a ser una Iglesia en las periferias. Al pedirle al Espíritu el don del valor y la confianza, exploramos juntos las periferias de nuestra alma: las partes rechazadas, feas, despreciadas, profundas, ocultas y negadas de nosotros mismos que debemos reclamar, poseer, aceptar, abrazar y sanar . Aquí, necesitamos la intimidad de nuestra fraternidad para poder compartir nuestras heridas más profundas sin ser juzgados. Según sea necesario, podemos consultar a un profesional para nuestro continuo crecimiento y recuperación. Entonces, la próxima vez que vayamos a las periferias, seremos diferentes. Seremos más interiormente misioneros libres y felices. Lo triste es cuando vamos con nuestras heridas no curadas y seres irreales. Nos quedamos ciegos, necesitados, llenos de nosotros mismos y ni siquiera lo sabemos. Nos olvidamos de la agenda de Jesús y el Reino. ¿Cómo puede el ciego guiar a otro ciego? Estoy convencido de que el mejor regalo de misión que podemos dar al pueblo de Dios, especialmente a los pobres, es nuestra atención a nuestra continua transformación como discípulos misioneros de Jesús.

Hermanos, en Cebú, vimos cómo todos luchamos con el día del desierto y la revisión de la vida. Debemos tratar este hecho no como una conclusión, sino como un punto de partida. La conclusión es bastante obvia y debemos ser honestos al respecto. Significa mala calidad de nuestras reuniones, nuestras relaciones, nuestros ministerios e incluso nuestra oración. Esta es nuestra pobreza y nuestra falta de atención a lo esencial. Éste es también nuestro camino hacia la liberación y la integridad si lo deseamos. Necesitamos una firme determinación de comprometernos con un tiempo regular y de calidad de soledad en el desierto donde el Divino Terapeuta nos transforme y nos sane. Nuestra revisión de la vida no es un mero informe de nuestras vidas y ministerios, sin importar cuán honestos seamos. Más bien, es un lugar de encuentro con el Espíritu que nos permite ver nuestras vidas como Dios nos ve. Nuestro intercambio fraternal es un lugar real de reunión de corazón a corazón. En la regularidad de dicha reunión, crecemos juntos como hermanos del alma: más confiados, honestos, íntimos, sinceros, menos críticos, pretenciosos y defensivos, más preocupados y comprometidos con el crecimiento continuo de cada uno como amados discípulos de Jesús en Nazaret inspirados en el Hermano Carlos Este testimonio de fraternidad es para mí una buena campaña vocacional.

Ven, oh Espíritu Santo, ven.

Permitidme hablar un poco sobre la próxima fiesta de Pentecostés. Los Hechos de los Apóstoles registran: “Cuando se cumplió el tiempo de Pentecostés, estaban todos juntos en un solo lugar. Y de repente vino del cielo un ruido como un fuerte viento, que llenó toda la casa en la que estaban. Entonces les aparecieron lenguas de fuego, que se separaron y se posaron sobre cada una de ellos. Y todos se llenaron del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en diferentes lenguas, ya que el Espíritu les permitió proclamar «(Hechos 2, 1-4)

Con el debido respeto a nuestros expertos bíblicos, especialmente a Emmanuel Asi, os invito a meditar conmigo este texto. Parece que el lugar favorito del Espíritu Santo es cuando las personas se reúnen como una comunidad intencional de amigos, hermanos ((incluidas las hermanas) creyentes en Cristo resucitado. En su núcleo, una comunidad, diferente de una multitud, es una resolución firme de cada miembro que trabaje incesantemente por lo que une más que por lo que se divide, teniendo en cuenta que todo es un regalo y que sólo hay un Dador. Aunque luchamos con las diferencias (recuérdalo, siempre es difícil) pero seguimos viniendo y cayendo en la Fuente que nos une. Cada vez que oramos: «Ven, Espíritu Santo, y renueva la faz de la tierra», rezamos lo que Jesús, el Sumo Sacerdote, sueña con el mundo, «Padre, que todos sean uno como tú y yo soy uno «(Jn. 17, 21) El Espíritu Santo, el Dador de la Vida (como profesamos en el credo) anima, capacita, transforma y reúne a toda la creación para que se convierta en una imagen viva de unidad en la Trinidad como en el principio. Toda la tierra, no sólo el mundo humano, como lo llama el Papa Francisco con cariño, se convierte en nuestro hogar común donde la vida en todas sus formas es venerada como sagrada y como un regalo. Cuando Pablo enseña a la comunidad de Filipos «a poner todas las cosas bajo Cristo» (2, 10), Cristo es el punto de referencia universal de todo y no sólo para los cristianos. Para ser hombres y mujeres del Espíritu, entonces hay que trabajar siempre por lo que incluye en lugar de lo que excluye, por el diálogo, por la fraternidad universal con todo lo que es.

El nombre de Jesús para el Espíritu es el Abogado. Jesús prometió al Defensor que nos enseñará todo lo que necesitamos saber. En términos legales, el defensor significa un abogado defensor. El Espíritu es nuestra defensa contra el espíritu del maligno que opera en nuestro mundo actual, ya sea en estructuras políticas y económicas, en relaciones interpersonales, familiares o comunitarias, incluso en las subculturas dentro de la Iglesia y la religión. Es muy astuto y engañoso, siempre disfrazado de bueno e incluso como licencia para hacer el mal en nombre de Dios. El texto nos dice que la venida del Espíritu invisible toma la forma visible de lenguas de fuego que descansan sobre la cabeza de cada uno de los apóstoles reunidos. Oramos para que ese fuego descanse sobre cada uno de nosotros «para transformar nuestros corazones de piedra en corazones de carne» y para que podamos discernir muy bien dónde está el mal del bien. Que el fuego de la Verdad reavive nuestros corazones con una pasión por Jesús y el Reino. La otra imagen visible del Espíritu Santo es un viento fuerte que llena todo el lugar de los reunidos. Oramos por ese fuerte viento para derribar y transformar corazones e instituciones endurecidas por la indiferencia, la violencia, el odio, el resentimiento, la exclusión que sólo fragmenta la creación de Dios. Que el Espíritu que es un Viento fuerte amplíe los espacios de cada corazón humano para incluir a los pobres, los marginados y los extraños en la familia de los hijos amados de Dios. Que nuestras fraternidades sean escuelas del Espíritu para que nos convirtamos en discípulos apasionados pero amables de Jesús en Nazaret en nuestro mundo violento y fragmentado, inspirado por el hermano Carlos.

Hermano Carlos, el hermano universal

Finalmente, una nota sobre el hermano Carlos. A principios de este año, la pequeña hermana Kathleen de Jesús publicó un libro con el mismo título. Contiene los temas principales y me encanta cómo está escrito. Muchas gracias, Kathleen. Como ya sabéis, el hermano Carlos, su vida, su mensaje, sus intuiciones, debe ocupar un espacio significativo en nuestra formación permanente como sacerdotes diocesanos. Es lo que nos califica. Cuanto más lo conocemos, más conocemos a Jesús, su Amado. El hermano Carlos no es sólo un icono para ser venerado. Él es una llamada viva, una persona tangible en nuestro profundo anhelo de seguir a Jesús.

En la llamada a ser hermano universal, el hermanito Antoine Chatelard señala: «Se trata primero de ser hermano, antes que pensar en ser universal». En la vida del hermano Carlos, la intuición de ser un hermano universal ocurrió por primera vez en octubre de 1901, como narra la Hermana Kathleen, cuando el Hermano Carlos se estableció en Beni Abbès. Gracias a la generosidad de su prima Marie, pudo comprar un terreno estratégicamente ubicado a medio camino entre las aldeas locales amuralladas y la guarnición francesa. Construyó, con la ayuda del ejército francés, un pequeño monasterio delimitado por líneas de grandes piedras. Y ésta es la clave. “Él mismo rara vez iría más allá, pero cualquiera podría entrar. Deseaba ser un hermano universal en un contexto de conflicto que involucra a muchas partes opuestas. (P.16). ¡Ese fue un momento de visión! La llamada a ser hermano universal es, ante todo, la llamada a ser hermano. En el Hermano Carlos, ser hermano es permanecer en el medio, (no negro o blanco, sino gris) en el medio (no es lo mismo que estar en el centro) de muchas partes opuestas. Un hermano está inmerso, enraizado, justo en medio de la realidad con todas sus paradojas, tensiones y puntos de cruce complejos, y nunca abandona su postura. Si se pone en la mitad, se vuelve particular. Al abrazar a uno, excluye al otro. Él no es un cuidador de cercas que no tiene una posición concreta en ningún tema socio-político-económico-cultural o incluso de la Iglesia. Por el contrario, se basa en lo que está sucediendo y se encuentra en medio de todo. Cuando opta por los pobres y los marginados, incluye a los ricos. Precisamente, sólo en medio de las cosas puede abrazar todas las cosas como hermano universal. Y es sólo entonces, con esta visión evolutiva que el hermano Carlos comenzó a llamar a su casa no una ermita (viviendo bajo una regla monástica de vida monástica) sino una fraternidad a la que cualquiera puede venir y es bienvenido.

Pintó en el techo de su fraternidad la imagen del Sagrado Corazón de Jesús, con los brazos abiertos para quien venga. Su cercanía con el Sagrado Corazón de Jesús lo lleva a imitar a Jesús Caritas, el Hermano Universal, por excelencia, de quien sólo es un humilde testigo que señala a Jesús.

Hermanos, muchas gracias por vuestra paciencia generosa al leer mi carta bastante larga. Sigo teniendo a vosotros, a vuestras fraternidades y a vuestras diócesis en mi oración, país por país. Por favor, ora por mí, también tu hermanito-hermano.

Con mi abrazo fraterno en Jesús Caritas,

Eric Lozada

 

 

 

PDF: Carta de Eric mayo 2019, español

Mariano PUGA, 60 años de ministerio.

Nuestro hermano Mariano celebró su 60 aniversario de ministerio sacertal en Villa Francia,  Santiago de Chile.

El 25 de mayo varias comunidades cristianas,  agentes sociales y el pueblo de Dios se unieron para celebrar la alegría y el don de Dios en la vida de Mariano.

Enhorabuena y felicitaciones de todas las fraternidades.