La humildad de Carlos de FOUCAULD y el misterio de Nazaret. José Luís VÁZQUEZ BORAU

La ciudad donde Jesús creció no es sólo preparación, sino ya salvación cuando Dios asume por amor compartir la pobreza con sus hijos

José Luís VÁZQUEZ BORAU

De entre los muchos aspectos que se podrían resaltar de Carlos de Foucauld, uno me parece esencial para la Iglesia de hoy: NAZARET.

La Gran Iglesia no crecerá si ignora que sus raíces están escondidas en la atmósfera de Nazaret.

Será Carlos de Foucauld quien, en busca del “último lugar”, durante su peregrinación a Tierra Santa, descubrió Nazaret, y fue el lugar que más le llamó la atención:

“No se sintió llamado a caminar siguiendo a Jesús en su vida pública. Es Nazaret lo que le hiere en el fondo de su corazón ”.
M. Carrouges, Charles de Foucauld, explorateur mystique, Cerf, Paris 1958, 93

El último lugar

Quería seguir a Jesús silencioso, pobre y trabajador. Quería cumplir al pie de la letra la palabra de Jesús:
“Cuando te inviten, ve y ponte en el último lugar”. Lucas 14, 10

Sabía que Jesús mismo había dado la explicación de esta palabra viviéndola primero; sabía que, incluso antes de su muerte en la cruz, desnudo y sin nada, Jesús había elegido el último lugar en Nazaret.

Trabajo saludable

Carlos de Foucauld encontró su Nazaret primero en la Trapa de “Nuestra Señora de las Nieves” (1890). Luego, sólo seis meses después, en Siria, en una trapa aún más pobre, en “Nuestra Señora del Sagrado Corazón”. Es desde allí que escribió a su hermana:

Hacemos trabajo campesino, trabajo infinitamente saludable para el alma durante el cual puedes rezar y meditar … ¡Entiendes tan bien lo que es un trozo de pan cuando conoces por experiencia el cansancio que se requiere para producirlo!“.
Ibíd., 106

Redescubrir la pobreza

Este proceso de Foucauld de trabajar con Jesús obrero y sumergirse en “Nazaret” sirvió de punto de partida para la idea y realidad de los “sacerdotes obreros”.

Para la Iglesia fue un redescubrimiento de la pobreza.

«La Nueva Alianza no comienza en el Templo, ni en el Monte Santo, sino en la casita de la Virgen, en la casa del trabajador, en uno de los lugares olvidados de la “Galilea de los paganos” de la que nadie esperaba nada. Solo a partir de ahí la Iglesia podrá reiniciarse y sanar. Nunca podrá dar la verdadera respuesta a la revuelta de nuestro siglo contra el poder de la riqueza si, en su seno, Nazaret no se convierte en una realidad vivida».
J. Ratzinguer, El Dios de los cristianos, Sígueme, Salamanca 1979, 72-74

Las 3 claves que mostraron a Carlos su camino

¿Cómo llega Carlos de Foucauld a descubrir que su camino de seguimiento consiste en la imitación de la vida de Jesús en Nazaret? Gracias a estos tres elementos:

1 JESÚS ELIGIÓ SER EL ÚLTIMO

Por un lado, las palabras de Abbé Huvelin, que Carlos recordará toda su vida:
Cristo ha elegido para sí el último puesto, de tal manera, que nadie se lo podrá arrebatar”.

Esto hizo que Carlos viera a Jesús como un pobre y, más aún, como el último entre los pobres.

2 EL MONJE HARAPIENTO

En segundo lugar, Foucauld tuvo una experiencia que lo marcó fuertemente. Visitó la abadía de Fontgombault y fue recibido por un monje vestido de manera sucia y con la ropa raída.

Ese encuentro, muy simple, le causó tal impresión que alimentó su deseo de imitar a Jesús en su condición de pobre obrero de Nazaret.

3 VISITAR NAZARET

Y el acontecimiento definitivo fue la peregrinación a Tierra Santa que realizó por recomendación de Abbè Huvelin en 1888.

Y es que cuando Foucauld entró en la aldea de Nazaret se encontró con un lugar perdido y abandonado.

Ahí tomó plena conciencia de que Jesús, el Cristo, el Hijo de Dios, había vivido treinta años de vida, como todo el mundo, en el máximo ocultamiento, pasando prácticamente inadvertido.

Ahí tocó casi con la mano, el amor de Dios por nosotros, ya que el Hijo, había recorrido un camino de pequeñez y de desprendimiento radical, por nosotros y por nuestra salvación.

Desde ese momento no tuvo dudas de que su camino de seguimiento consistía en abrazar, como su Señor, el último lugar, imitando la vida de Nazaret, es decir, la de un pobre y humilde obrero.

Abandono escogido

El 13 de agosto de 1905, llega a Tamanrasset, donde vivirá hasta su muerte el 1 de diciembre de 1916.

Tamanrasset era un conjunto de veinte pobres cabañas en el corazón del macizo de Hoggar, a 1400 metros de altitud, en el oeste del Sáhara, al sur de Argelia.

Decide establecerse ahí, porque sabe que ningún tipo de ayuda llegará hasta ellos, y por lo mismo, son los más abandonados de todos.

Ahí aprenderá la lengua de los tuaregs y se dedicará a traducir el evangelio a este idioma, y a recopilar gran cantidad de poemas y textos propios de la cultura de este pueblo.

Es decir, se sumergirá en cuerpo y alma en el conocimiento y el servicio de estas poblaciones nómadas del África sudsahariana.

Nazaret es encarnación y ya salvación

Carlos se establece en Tamanrasset para hacerse uno de ellos, siguiendo a Jesús, a través del misterio de Nazaret.

Es un acto de redención, en cuanto es encarnación del Verbo, que asume nuestra humanidad plenamente, haciendo suya nuestra carne y todas sus vicisitudes, sin escatimar nada.

Como una semilla que cae en tierra, y es cubierta, pasando inadvertida, transformándose ella misma en tierra, muriendo, posibilitando así que brote una planta nueva.

Nazaret es Encarnación y, por lo mismo, es salvación, porque Dios salva asumiendo en sí todo lo que somos, incluido el pecado.

Nazaret no es preparación para la misión ni mera condición histórica, es ya cumplimiento de la misión del Hijo, y no sólo prolongación de la infancia y de Belén, es misterio del Jesús adulto.

PDF: La humildad de Carlos de FOUCAULD y el misterio de Nazaret. JL VÁZQUEZ BORAU

Noticias y comunicaciones 294. El valor del silencio

Tres veces al día, todo se detiene de Taizé: el trabajo, los estudios bíblicos, los intercambios. Las campanas llaman para la oración en la iglesia. Centenas, a veces miles de jóvenes de países muy diversos de todo el mundo, rezan y cantan con los hermanos de la Comunidad. La Biblia se lee en varias lenguas. En medio de cada oración común, el largo tiempo de silencio es un momento único de encuentro con Dios.

Leer el documento completo (PDF): BNC 294

Horeb Ekumene mayo 2021

EN ESTE NÚMERO

  • 03 Testimonio: Desierto – Entrevista al hermano Emili M. Boïls
  • 08 Lo que dicen las religiones: El simbolismo en Mesopotamia – José Luis Vázquez Borau
  • 12 Espiritualidad: San Juan de la Cruz y la necesidad del silencio – Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
  • 21 Reflexiones sobre el viaje psicoespiritual y el yo: a la luz de Cristo – Drothy C. Buck
  • 28 Textos de Carlos de Foucauld
  • 30 Libros: Santidad misionera

PDF: HORE EKUMENE mayo 2021

Carlos de FOUCAULD. Algunos datos biográficos

NACIMIENTO: 1858

  • 15 septiembre 1858 en Estrasburgo, Francia, en una familia de la nobleza, cuya divisa era “jamás atrás.” Carlos fue bautizado.

INFANCIA-JUVENTUD: 1858-1876

“Yo que había estado desde mi infancia envuelto de tantas gracias, hijo de una madre santa…” Noviembre 1897

  • Carlos tiene una hermana, María, 3 años menor.
  • Sus padres mueren uno detrás de otro en 1864. Carlos guardará de esta experiencia una herida muy profunda.
  • Los huérfanos son confiados a su abuelo materno, el coronel de Morlet, bueno pero débil.
  • Después de la guerra franco-alemana de 1870, Francia ha perdido la Alsacia y Lorena. La familia abandona Estrasburgo para ir a Nancy y opta por la nacionalidad francesa.
  • Estudios secundarios en Nancy, después en Paría con los jesuitas, donde él hace su bachillerato y comienza el año de preparación de Saint Cyr (Escuela Militar). Juzgado holgazán e indisciplinado, es despedido sin finalizar el curso. Carlos sitúa su pérdida de la fe al final de sus estudios secundarios, hacia los 16 años.

VIDA MILITAR: 1876-1881

“Yo me alejaba cada vez más de Vos, Señor. Toda fe había desaparecido de mi vida.” Retiro de Noviembre de 1897

  • 1876: Carlos entra en Saint Cyr.
  • 1878: Su abuelo muere en marzo; él hereda una gran fortuna que va pronto a dilapidar. Entra en la escuela de caballería de Saumur en octubre de donde saldrá en 1879, con la última calificación de todos, el 87 sobre el 87.
  • En la escuela él lleva una vida de juerguista y multiplica los actos de indisciplina y de excentricidades (abandona su puesto de centinela; se disfraza de mendigo…). No obstante, dibuja y se cultiva leyendo mucho.
  • 1879: En la guarnición de Pont-à-Mousson dilapida más y más su dinero, vive a lo grande, y se desacredita llamando la atención con una jovencita de mala reputación: Mimi.
  • 1880: Su regimiento es enviado a Argelia. Carlos lleva consigo a Mimi haciéndola pasar por su mujer. Cuando la superchería es descubierta la Ejército le requiere para licenciarlo. Carlos lo rehúsa y prefiere ser puesto en no-actividad por “indisciplina, agravada de mala conducta notoria.” Vuelve a vivir a Francia, en Evian.
  • 1881: Se entera de que su regimiento está comprometido en una acción peligrosa en Argelia. Carlos abandona a Mimi, pide su reintegración en el ejército y se reúne con sus camaradas.
  • Durante 8 meses se muestra un excelente oficial apreciado tanto por sus jefes como por los soldados.

LOS VIAJES DE EXPLORACIÓN: 1882-1886

“El Islam ha producido en mi una profunda transformación, una revolución interior.” Carta del 8-1-1901

  • 1882: Seducido por el África del Norte, abandona el Ejército y se instala en Argelia para preparar científicamente un viaje de “reconocimiento de Marruecos.” Aprende árabe y hebreo.
  • Julio 1883-mayo 1884: recorre clandestinamente Marruecos disfrazado de rabino y conducido por el rabino Mardoqueo. Arriesga su vida en varios de sus viajes. Fue impresionado por la fe y la plegaria de los musulmanes.
  • 1884: Carlos se compromete en noviazgo en Argelia, pero lo romperá porque su familia se opone a este matrimonio.
  • 1885: Recibe la medalla de oro de la “Sociedad Francesa de Geografía” por el primer informe que ha hecho de su “reconocimiento de Marruecos”.
  • 1885-1886: Viaje a los oasis del sur de Argelia y Túnez.
  • 1886: Vuelve a Francia, se reencuentra con su familia, en particular con su prima María de Bondy.
  • Redacta el libro “Reconocimiento de Marruecos”.
  • Vive muy sobriamente como un asceta.
  • Se interroga sobre la vida interior, la espiritualidad. Entra en las iglesias, sin fe, y repite esta extraña plegaria “Dios mío, si existís haced que yo os conozca.”

LA CONVERSIÓN: 1886-1889

“Tan pronto como yo creí que había un Dios, comprendí que no podía hacer otra cosa más que vivir para Él…” Carta de Agosto de 1901

  • Fin de Octubre 1886: Carlos entra en la iglesia de San Agustín de París para pedir al Padre Huvelin (que le había hecho conocer María de Bondy) lecciones sobre la Religión. El Padre Huvelin le pide que se confiese y comulgue de inmediato, y luego hablarían.
  • 1887-1888 : Pasa un tiempo en familia, en provincias, en casa de su hermana María, y comienza a pensar en la vida religiosa.
  • Diciembre 1888 – Enero 1889: Carlos está en Tierra Santa. Nazaret le marca profundamente.
  • Vuelto a Francia, da todos sus bienes a su hermana. Hace diversos retiros para buscar una Orden religiosa donde pudiera entrar.
  • Se siente llamado a vivir “la vida escondida del humilde y pobre obrero de Nazaret”
  • Es la Trapa lo que parece que más le conviene.

LA VIDA RELIGIOSA: 1889-1897

“Mi vocación religiosa data de la misma hora que mi fe: Dios es tan grande…” Agosto 1901

  • 1890 (16 Enero): Entra en la Trapa Nuestra Señora de las Nieves en Francia.
  • Seis meses después parte para una Trapa mucho más pobre, la de Akbès en Siria. No obstante no se siente a gusto. Aquel estilo de vida no le parece favorecer la imitación de Jesús en Nazaret.
  • Hace un primer proyecto de congregación religiosa “a su manera”. “Yo suspiro por Nazaret”, escribe.
  • Pide ser dispensado de los votos. En Octubre de 1896, se le envía a Roma para ampliar estudios.
  • Enero 1897: El Prior general de los trapenses lo deja en libertad para seguir su vocación.

NAZARET: 1897-1900

“Para asemejarme más todavía a Jesús…” Agosto 1901

“Por el solo hecho de celebrar la Misa, yo daré a Dios la más grande gloria y haré a los hombres el más grande bien” Carta del 26 de Abril de 1901

  • Desde el mes de marzo de 1897, Carlos está en Nazaret donde se asienta como criado y recadero de las Clarisas y vive en una cabaña cerca de su claustro.
  • “Había obtenido el permiso de volverme solo a Nazaret y de vivir allí desconocido, como obrero, de mi trabajo cotidiano. Soledad, plegaria, adoración, meditación del evangelio, humilde trabajo.”
  • Permanece cuatro años. Poco a poco las clarisas y su confesor, el Padre Huvelin, le llevan a aceptar pedir la ordenación sacerdotal.
  • Vuelve a Francia, a Nuestra Señora de las Nieves, para prepararse.
  • 9 de Junio de 1901: Es ordenado sacerdote.

BENI-ABBES Y LOS VIAJES POR EL PAIS DE LOS TUAREGS: 1901-1906

“Continuar en el Sahara la vida escondida de Jesús en Nazaret, no para predicar sino para vivir en la soledad, la pobreza, el humilde trabajo de Jesús” Abril 1904

  • Septiembre 1901: Carlos de FOUCAULD está en Argelia. Va a establecerse en Beni-Abbès, donde construirá una ermita para fundar una fraternidad de monjes.
  • 1902: Alerta a sus amigos y a las autoridades francesas sobre el drama de la esclavitud.
  • Rescata a varios esclavos.
  • 1905: Hace varias giras por las tierras y rutas de los Tuaregs.
  • Aprende su idioma.
  • Ningún sacerdote había penetrado en esta pueblo antes que él.
  • Para ellos hace un catecismo y comienza a traducir el evangelio.
  • 1906: Un compañero se reúne al fin con él. Pero muy pronto el hermano Michel cae enfermo y vuelve a Francia.

TAMANRASSET Y VIAJES A FRANCIA: 1907-1916

“Mi apostolado debe ser el de la bondad. Que viéndome se pueda decir: ‘puesto que este hombre es bueno, su religión debe ser buena’.” 1909

  • Julio 1907: Carlos se instala en Tamanrasset. Emprende un enorme trabajo científico sobre los tuaregs, sus cantos, sus poesías. Para ello cuenta con la ayuda de uno de ellos.
  • Carlos es el único cristiano. Al faltar los fieles le está prohibido celebrar la Eucaristía. Pero él elige permanecer… “en favor de los hombres,” es decir, hace de su vida una eucaristía. Esto durará 6 meses. Al fin, recibirá la autorización de celebrar solo, pero no de guardar el Santo Sacramento.
  • Enero 1908: Agotado, cae enfermo, roza la muerte. Los tuaregs le salvan compartiendo con él la poca leche de cabra que les queda en este tiempo de sequía. Carlos se sabe impotente, depende en todo de sus vecinos… Hace la experiencia de que la amistad, el amor de los hermanos, pasa por el intercambio, la reciprocidad, no sólo se trata de dar sino recibir.
  • 1909-1911-1913: Hace tres viajes a Francia para presentar su proyecto de una “unión de hermanos y hermanas del Sagrado Corazón”, asociación de laicos para conversión de los infieles. “Fervientes cristianos de todas las condiciones, capaces de hacer conocer por su ejemplo lo que es la religión cristiana, y de ‘hacer ver el evangelio en su vida’.” (Reglamento y Consejos, 1909-1913)
  • 1914: La guerra mundial ha estallado también para Francia. Carlos de Foucauld permanece en Tamanrasset por los consejos de Laperrine, un militar de entre sus amigos.
  • 1915: El desierto está agitado: batidas de marroquíes, senusitas de Libia, alentados por los alemanes, amenazan la situación.

EL ULTIMO AÑO. LA MUERTE: 1916

“Nuestro anonadamiento es el medio más potente que tenemos de unirnos a Jesús y de hacer el bien a las almas.” 1 de Diciembre de 1916, a María de Bondy

“Cuando el grano de trigo caído en tierra no muere, permanece solo. Si muere, trae mucho fruto. Yo no he muerto, también yo estoy solo… Rogad por mi conversión a fin de que muriendo traiga fruto.” Carta a Suzanne Perret

  • Para proteger a los indígenas fieles a Francia se construye un fortín en Tamanrasset. Carlos de Foucauld se instala allí solo, esperando acoger a las gentes del entorno en caso de peligro.
  • Él continua en su trabajo con las poesías y proverbios tuaregs.
  • 1 de Diciembre de 1916: Última carta a Louis Massignon.
  • 1 de Diciembre de 1916: Unos tuaregs bajo influencia sinusita lo sacan fuera del fortín, le dominan y le atan.
  • Durante el pillaje se anuncia la llegada de los militares por sorpresa. Es la locura…y una bala perdida. Carlos es muerto. Sus despojos son enterrados en la fosa que envuelve el fortín.
  • En su muerte Carlos está sólo… o casi. En Francia hay 49 inscritos en la asociación de hermanos y hermanas del Sagrado Corazón de Jesús, que él consiguió hacer aprobar por las autoridades religiosas.
  • 2002: 19 fraternidades diferentes, de laicos, sacerdotes, religiosos y religiosas, viven el Evangelio a través del mundo, con la ayuda de las intuiciones de Carlos de FOUCAULD.

PDF: Carlos de FOUCAULD, Algunos datos biográficos

Las señales del Resucitado. Retiro de Pascua 2021 de la fraternidad de España. Fernando E. RAMÓN

«Cuando bajaban del monte, les ordenó que no contasen a nadie lo que habían visto hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos.
Esto se les quedó grabado y discutían qué quería decir aquello de resucitar de entre los muertos» (Mc 9,9-10).

La resurrección no es tan fácil de entender. Los mismos discípulos de Jesús, los apóstoles, no habían entendido qué quería decir Jesús cuando les hablaba de “resurrección”. Cuando bajan del monte Tabor, después de la experiencia de la transfiguración, que es anticipo de la resurrección.

Tal vez, nosotros ya estamos familiarizados con el lenguaje y hablamos de “resurrección” como un concepto teórico o teológico que vinculamos a la persona de Jesús. Pero no estoy absolutamente convencido de que sepamos traducirlo en nuestra experiencia de vida cotidiana. Puede que nos pase como a los apóstoles de Jesús, que el mensaje muchas veces nos parece en cierto modo incomprensible.

— Cuando hablo de “resurrección” ¿a qué me refiero? ¿Qué imágenes me ayudan a entender e interpretar este término?

«No tengáis miedo. ¿Buscáis a Jesús el Nazareno, el crucificado? No está aquí. Ha resucitado. Mirad el sitio donde lo pusieron.» (Mc 16,6).

Jesús durante su vida fue identificado como el Nazareno, por razones obvias. No debía ser un lugar reconocido por nada en particular. Es una ciudad anónima, que no aparece en el Antiguo Testamento. El mismo Natanael se pregunta «¿De Nazaret puede salir algo bueno?» (Jn 1,46).

— ¿Por qué soy reconocible yo? La gente que me conoce ¿con qué me identifica?

“Los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor». Pero él (Tomás) les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo»” (Jn 20,25).

Después de su muerte, Jesús cambia su identidad, es reconocido como “el crucificado”. Las llagas de los clavos y la marca de la lanza en el costado sirven para identificar al resucitado con el crucificado. Es el mismo Jesús que recorrió los caminos de Galilea y de Judea, el que tocó con sus manos a leprosos, el que curó enfermos y partió el pan con sus propias manos para repartirlo a las gentes hambrientas. Esas manos y esos pies, atravesados por los clavos en la crucifixión, son los que en las apariciones se presentan ante sus discípulos como signo de reconocimiento e identificación. El discípulo Tomás es el que pide ver los signos que identifican al Resucitado con el Jesús que él había conocido en su vida pública.

La experiencia de la resurrección es personal, podemos decir que subjetiva, ante unos mismos signos un discípulo cree inmediatamente y otro queda perplejo y sorprendido, parece que aún no ha dado el paso de la fe. Es lo que sucede con Pedro y Juan en la mañana de Pascua, cuando son advertidos por María Magdalena que el sepulcro está abierto. Pedro entra primero y ve los lienzos por el suelo y el sudario enrollado en un lugar aparte. Se queda admirado de la ausencia del cuerpo de Jesús. Sin embargo, Juan entra detrás y, viendo lo mismo que Pedro, cree inmediatamente que Jesús ha resucitado. El sepulcro vacío y las vendas que habían cubierto el cuerpo de Jesús son elocuentes para él.

Cada uno tenemos signos propios, experiencias muy personales, que nos han ayudado a creer en la resurrección de Jesús. Es verdad que después compartimos la fe, con el resto de los creyentes, pero todo parte de un encuentro personal con el Resucitado, en signos que nos hablan.

— ¿Qué signos he descubierto en mi vida, en mi experiencia personal, que me han ayudado a creer que Jesús está vivo, que ha resucitado venciendo a la muerte?

Al igual que sucede con el Resucitado, todo creyente —también nosotros— tenemos nuestra vida marcada por señales de resurrección.

La resurrección es una experiencia en el presente, en el hoy de nuestra vida. No hemos de pensar que la resurrección es una garantía de futuro, algo que sucederá solo cuando termine nuestra peregrinación por este mundo. Pablo, en la carta a los Colosenses, nos habla de ello como un acontecimiento que ya se ha verificado en nosotros por la fe. Si habéis resucitado con Cristo… entonces nuestra vida tiene que mostrar los signos de la resurrección. No podemos vivir como hombres sin esperanza.

1) El primer signo de la resurrección, que debe marcar nuestra vida, es la alegría. Es lo que caracteriza el encuentro del Resucitado con sus discípulos. “Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor” (Jn 20,20). No se trata de un gozo puntual, que se limita a ese momento del encuentro. Este gozo debe estar presente y manifestarse en todos los momentos de nuestra vida. Toda circunstancia, incluso la más dolorosa, puede ser vivida con la alegría que nace en este encuentro con el Señor.

También el hermano Carlos vivió esta alegría y nos habla de ella:

¡Vos resucitáis y subís a los cielos! ¡Estáis, pues, en vuestra gloria! No sufrís más, no sufriréis ya nunca más, sois dichoso y lo seréis eternamente… ¡Dios mío, qué dichoso soy, pues os amo! Es por vuestro bien por lo que yo debo cuidarme antes que nada. ¡Cómo no alegrarme, cuán satisfecho debo estar! … ¡Dios mío, sois bienaventurado por la eternidad, nada os falta, sois infinitamente y eternamente feliz! También yo soy feliz, Dios mío, pues es a Vos a quien yo amo ante todo. Puedo deciros que no me falta nada… Que estoy en el cielo, que, pase lo que pase y lo que me suceda a mí, yo soy dichoso, a causa de vuestra bienaventuranza.

Resolución.—Cuando estamos tristes, desanimados de nosotros mismos, de los demás, de las cosas, pensemos que Jesús está glorioso, sentado a la diestra del Padre, bienaventurado para siempre, y que si le amamos como debemos, el gozo del Ser infinito debe estar infinitamente por encima de nuestras almas, las tristezas provenientes de estar agotados y, por consiguiente, delante de la visión de alegría de Dios, nuestra alma debe estar jubilosa y las penas que la ahogan desaparecer como las nubes delante del sol; nuestro Dios es bienaventurado. ¡Alegrémonos sin fin, pues todos los males de las criaturas son un átomo al lado del gozo del Creador! Habrá siempre tristezas en nuestra vida, debe haberlas, a causa del amor que llevamos y debemos llevar en nosotros mismos a todos los hombres; a causa también del recuerdo de los dolores de Jesús y del amor que sentimos por El; a causa del deseo que tenemos que tener de la justicia, es decir, de la gloria de Dios y de la pena que debemos experimentar viendo la injusticia y a Dios insultado… Pero estos dolores, por justos que ellos sean, no deben durar en nuestra alma, no deben ser más que pasajeros; lo que debe durar es nuestro estado ordinario; es a lo que debemos retornar sin cesar; ésta es la alegría de la gloria de Dios, la alegría de ver que ahora Jesús no sufre más y no sufrirá más, sino que El es dichoso para siempre a la diestra de Dios.

(Anotaciones de un Retiro hecho en Nazaret del 5 al 15 de noviembre de 1897)

2) El segundo signo ha de ser la fe. El acontecimiento de la resurrección y el encuentro con el Resucitado nos llevan a creer en Dios. Es Él quien ha resucitado a Jesús y lo ha sacado del sepulcro. La fe nos sitúa ante la realidad con ojos nuevos, con mirada profunda. La fe ilumina toda la realidad. Toda la creación, cada una de las personas, nos remiten al Creador. Podemos encontrar semillas del amor de Dios allí donde miremos. Dios está detrás de cada persona y de cada cosa.

Para el hermano Carlos, la fe hace que nuestra vida se simplifique:

¡Qué felices somos nosotros que creemos! ¡Qué bella, alta y pura es la verdad! Y ¡cómo la vida humana se aclara a la luz de la fe, se hace simple!

¿Cómo podéis creer, vosotros que recibís vuestra gloria unos de otros, y que no buscáis la gloria que no viene sino de Dios? (Jn 5,44). Para creer hay que humillarse, hay que hacerse pequeño, hay que confesar que se tiene poco espíritu, admitir una cantidad de cosas que no se comprenden, obedecer la enseñanza de la Iglesia, recibir de ella la verdad, a veces de forma un tanto ruda, de una boca a veces poco hábil, someter el juicio, obedecer de espíritu… y creer humillado, pues creer es creer que uno es pecador, que nada puede por sí mismo, que abusa cada día de mil gracias, creer es tener delante de sí un ideal divino y comprobar lo lejos que uno está, es ver la bondad de Dios y nuestra ingratitud…

(Meditaciones sobre los pasajes relativos a los santos evangelios. Fe. Nazaret 1897)

3) El tercer signo es una vida transformada. Pablo nos invita a aspirar a los bienes de arriba, no a los de la tierra. “Si habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba (…); aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra” (Col 3,1). No podemos conformarnos ni quedarnos solo con las cosas materiales, ni pensar que solo ellas nos darán la felicidad que ansiamos. Necesitamos lo material, sin duda, pero hemos sido creados también para lo espiritual. El encuentro con Jesús Resucitado cambia nuestra vida, le da hondura, profundidad. Pide que nuestros actos sean significativos y expresen la centralidad de ese encuentro y esa presencia en nosotros. También es Pablo el que dice “vivo, pero no soy yo el que vive, es Cristo quien vive en mí. Y mi vida de ahora en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí” (Gal 2,20). No podemos quedarnos en lo superficial, hemos de profundizar en nuestro interior porque allí se produce el encuentro con Dios.

Carlos de Foucauld se refiere a su Señor Jesús como Modelo único y nos dice:

Sigamos este Modelo único; entonces estaremos seguros de estar haciendo lo justo, porque no seremos ya nosotros los que vivamos, sino él que vive en nosotros, y nuestros actos ya no son nuestros pobres y miserables actos humanos, sino los suyos, divinamente eficaces.

4) Y un último signo que quiero destacar es la comunión, la fraternidad. Cristo ha resucitado y nos ha hecho miembros de su cuerpo. Eso nos une de un modo permanente, irrevocable. No seguimos al Señor en soledad, como individuos, sino en comunidad. Celebramos la fe con los hermanos y esa fe nos lleva a amar a todos, también a los que no creen. La resurrección de Jesús va a volver a cohesionar a los discípulos que se habían dispersado. “ A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos” (Jn 20,26). Es también fuente de comunión y de unidad para nosotros, en nuestras fraternidades, para nuestra Iglesia y para nuestro mundo.

El hermano Carlos también es maestro de fraternidad, tuvo un estilo de vida acogedor, especialmente con los más pobres y con los más alejados del Señor.

La Fraternidad es la casa de Dios en la cual todo pobre, todo huésped, todo enfermo, está siempre invitado, llamado, deseado, acogido con alegría y gratitud por los hermanos que lo aman, que tienen por él un tierno afecto y que consideran su ingreso bajo su techo como el ingreso de un tesoro: ellos son, de hecho, el tesoro de los tesoros, Jesús mismo.

La Fraternidad es un puerto, una recuperación en la cual todo ser humano, sobre todo si es pobre o infeliz, es, a cualquier hora, fraternamente invitado, deseado y acogido.

La Fraternidad es el techo del Buen Pastor.

CUESTIONARIO PARA LA REVISIÓN DE VIDA

1. ¿Cómo puedo considerar el estado de la alegría en mi vida? ¿En qué momentos experimento una alegría creciente, mayor? ¿Qué realidades, acontecimientos, personas me arrancan la alegría?

2. ¿Qué elementos sostienen mi fe y le dan solidez? ¿Qué realidades ponen en crisis mi fe y me dificultan creer?

3. ¿Considero mi vida significativa? ¿Creo que transparento la presencia del Señor Resucitado en mí? ¿Qué elementos de mi vida deben cambiar para expresar mejor mi condición de discípulo de Jesús?

4. La fraternidad es uno de los elementos fundamentales de nuestra espiritualidad:
¿Qué puedo hacer en esta Pascua para mejorar mi relación con los miembros de mi fraternidad? ¿Cómo extender la experiencia de la fraternidad en nuestros presbiterios, en nuestras comunidades parroquiales, en nuestra Iglesia y en nuestro mundo?

Fernando E. RAMÓN CASAS

PDF: Las señales del Resucitado. Fernando RAMÓN, Retiro Pascua 2021