Nací y crecí en Mina Clavero, en el Valle de Traslasierra (Córdoba-Argentina) hace 59 años. Toda esa región fue bendecida por quien será el primer santo argentino (nacido y muerto en el país), el Pbro. José Gabriel Brochero- canonizado el 16 de Octubre de 2017- un pastor con olor a oveja como lo definió el Papa Francisco. A los 27 años entré al Seminario Mayor de Córdoba. Allí conocí al hno. Carlos y también estudié paralelamente la teología de la liberación. Como diácono fui a una parroquia en la periferia pobre de la ciudad y comencé a participar de la fraternidad Iesus Caritas. Me ayudó mucho compartir con mis hermanos esa espiritualidad y las diferentes maneras de trabajar junto a los más pobres. Un año más tarde, el 13 de Noviembre de 1992, fui ordenado sacerdote (trece años después sería beatificado el hno. Carlos). Luego de una hermosa experiencia en esta parroquia, me hicieron párroco en un barrio popular. Después de la ordenación, le presenté sin demora al Cardenal Primatesta mi deseo de anunciar a Jesús en tierras donde todavía no lo conocen y pedí ir a Cuba. Me dijo que esperara, pero que piense más bien en África (él conocía muy bien los sacerdotes de la Sociedad de Misiones Africanas (SMA), presentes en la diócesis y los estimaba mucho).
Cada año le presentaba al Cardenal, una carta reiterando mi deseo de una Misión Ad Gentes. La figura del hno. Carlos era entonces muy importante y motivadora en mi vida espiritual y pastoral. Esperé durante cinco años y finalmente aterricé en Costa de Marfil en noviembre de 1998, como asociado a la SMA. Estuve en el Nord-este entre los hermanos lobi y los kulango. Con otros dos argentinos, Mario y Víctor, empezamos una nueva parroquia llamada San Pedro Claver. Una experiencia bellísima. Pronto hubo un golpe de estado y después empezó la guerra. Fueron tiempos difíciles para todos. Una parte de mi parroquia estaba del lado de los rebeldes y la otra, con las fuerzas leales al gobierno. A pesar de todo, pude sortear con alegría las dificultades y miedos, y recorrer con mi moto Malacara esa zona fronteriza anunciando el Reino de Dios.
En el 2005 regresé a Córdoba y el obispo me nombró responsable de la Animación Misionera de la diócesis, cargo que ejercí durante dos años. Pronto sentí en mi sangre, el deseo de regresar a ese continente fascinante y lleno de desafíos. Luego de un serio discernimiento pedí entrar a la SMA y después de un año de espiritualidad internacional en Italia, me enviaron al Níger donde estoy actualmente, comenzando mi décimo año pastoral, en esta tierra 98% musulmana y una de las más pobres del mundo.*
*(Níger es considerado el país más pobre del mundo, según su PIB. Nota de la página iesuscaritas.org)
Cuando entré en la SMA comenté a mis superiores mi espiritualidad foucauldiana y cómo soñaba con la posibilidad de trabajar cerca del desierto. Tuve la suerte de ser enviado al Níger, pero lejos de la zona soñada. Existía un serio impedimento para los misioneros blancos para ir al norte ya que había muchos raptos de la parte de grupos terroristas como Alqaeda y otros. Después de cuatro años en una parroquia pedí al obispo y mis superiores permiso para ir solo a una aldea y vivir de un modo más contemplativo y en diálogo con los hermanos musulmanes (es decir quería encarnar algo del hno. Carlos). La aldea se encontraba en la frontera Pero hubo un cambio de programa y el obispo me pidió de comenzar una nueva parroquia más al sur en la frontera con el Burkina Faso. El misionero que la crea, tiene el derecho de proponer el nombre y yo propuse la de este beato amigo que murió no lejos de aquí.
Y aquí estoy feliz en medio de los hermanos gurmanché, en una sencilla y pobre aldea. Este es mi Nazaret concreto y profético. Los policías de la frontera no me conocen por mi nombre, pero me llaman Kankani, el nombre de mi aldea y suena a música en mis oídos. Aquí trato de vivir contemplativamente mi misión, encarnando el Evangelio hasta donde me da el cuero. Valoro mucho el simple hecho de estar aquí, el vivir en medio a ellos, en caminar junto a ellos, el compartir mi fe y la utopía. Son muchos los desafíos y personalmente me gustaría tener más olor a oveja Es muy interesante cuestionar siempre la capacidad liberadora de la pastoral y de la promoción humana que desarrollamos; nuestra capacidad de humanizar la realidad. Acompañar procesos de cambios profundos exige mucha paciencia y silencio interior, sobre todo cuando se trabaja con medios austeros.
Cuando pienso en la vida del hno. Carlos y del Cura Brochero, me siento tan pequeño, tan pobre pero lejos de perder entusiasmo lo renuevo meditando esas vidas jugadas totalmente por Jesús y el Reino de Dios en medio de los pobres y me conformo simplemente con estar a la sombra de esos dos santos amigos.
Tenemos en Niamey una fraternidad Iesus Caritas, integrada por un francés (que vivió en Arlit), dos italianos, uno de Ruanda, y un argentino (ver foto en la capilla al lado del Rio Niger, con la visita de un padre del Prado). Contamos también con la presencia de tres hermanitas de Jesús, una de la cuales ha vivido mucho tiempo en el desierto con los tuaregs. La fraternidad laica camina muy bien y son numerosos.
En todas las Comunidades Cristianas de Base de la parroquia rezamos todos los días, en la lengua local, la Oración del Abandono. En cada Eucaristía cotidiana renuevo el llamado misionero y saboreo el vivir como en el tiempo de los apóstoles el sabor desafiante y picante de una Primerísima Evangelización y de diálogo interreligioso.
Carlos BAZZARA sma -Kankani- NÍGER
Kankani, 20 de setiembre 2017
PDF: Carlos BAZZARA, NÍGER, Una misión a la sombra de dos santos