CAMINO DE ELÍAS, CONVERSIÓN DE JESÚS, ORACIÓN DE LA IGLESIA
Conversión de Elías: Del Carmelo al Horeb.
Empezó siendo una figura violenta y la tradición israelita le vincula con al sacrificio del Carmelo, donde debía decidirse la identidad del Dios israelita y su diferencia respecto a los baales de la tierra palestina (cf. 1 Rey 18). Hubo un juicio de Dios, una ordalía, con el fuego de Dios, hecho rayo. Elías vence y manda matar a los profetas de Baal, degollados junto al río.
«Elías dijo: respóndeme, oh Yahvé; respóndeme, para que este pueblo reconozca que tú, Yahvé, eres Dios, y que tú haces volver el corazón de ellos. Entonces cayó fuego de Yahvé, que consumió el holocausto, la leña, las piedras y el polvo; y lamió el agua que estaba en la zanja. Al verlo toda la gente, se postraron sobre sus rostros y dijeron: ¡Yahvé es Dios! ¡Yahvé es Dios! Entonces Elías les dijo: ¡Prended a los profetas de Baal! ¡Que no escape ninguno de ellos! Los prendieron, y Elías los hizo descender al arroyo de Quisón, y allí los degolló (1 Rey 18, 37-40).
Pero ese recuerdo de muerte, que ha marcado con dureza la historia posterior del judaísmo (y del mismo cristianismo), ha sido recreada por4 la experiencia de la conversión de Elías, en el monte Horeb, donde él subió, como nuevo Moisés, para dialogar con Dios, buscándole ante todo como huracán, terremoto y fuego. Él se había opuesto por muchos años a los cultos de Baal, pero un día tuvo que darse por vencido: parecían haber fracaso sus esfuerzos y su lucha. Por eso quiso presentarse ante su Dios y emprendió el camino del Horeb, para morir en la presencia del Señor, que había querido hacerle su profeta.
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