«Dichosas las personas que creen sin ver»
a propósito de Teresa de Lisieux
Para encontrarse con Dios hay que buscarlo. Esto es importantísimo sin que ello suponga que la búsqueda y el deseo funden y den entidad a la realidad deseada. Se busca y desea porque la realidad, existente independientemente del deseo, provoca el deseo. Por ello, la presencia o la ausencia del deseo de Dios marca una diferencia fundamental. Quien no desee la libertad o la fraternidad, difícilmente las buscará. Y si se encuentra con ellas, difícilmente las va a reconocer en lo que son. Lo normal es que tienda a interpretarlas más allá o más acá de ellas mismas. La dureza de la realidad, se podrá sostener, hace imaginar o fantasear tales ideales inalcanzables o es una herencia de un periodo infantil o mitológico de la humanidad.
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