Discernir para el creyente es buscar la voluntad de Dios en cualquier situación de nuestra vida. Es querer que nuestras decisiones se ubiquen entre la palabra de Dios y el bien de nuestros hermanos. Es un don, un regalo, es gracia que hay que pedir siempre. Es un proceso constante de búsqueda y escucha. Es acercarse a escuchar la voz del agua viva que es, “Dios, lo más intimo de mi intimidad”. El discernimiento ha de ser una actitud constante en nuestra vida.
Nos decía el jesuita Toni Catalá en uno de sus cursos sobre el discernimiento, que los seguidores de Jesús vivimos en el ámbito del Espíritu, es decir en Él sentimos, nos movemos y existimos .Para nosotros Jesús es Aquel que se sintió realmente conmovido desde las entrañas de ese Dios Padre misericordioso y compasivo , que se implicó compasivamente en nuestras vidas aliviando el sufrimiento de la gente y anunciando la buena noticia de Dios. Nos dio su vida, la cedió porque es Amor hasta el final y nos dio su Espíritu para que podamos ubicarnos en la vida con ese espíritu que viene en auxilio de nuestra debilidad desde Ël y a su estilo.
El Espíritu ha estado presente desde el principio de la creación y está hoy en medio de nosotros. Sólo quien sigue las huellas del Espíritu puede discernir. Los frutos son: Ser profetas; Saborear los gustos de Dios.( Is 58); Generar orden y belleza; Preocuparse por la justicia y el derecho de los más necesitados; Señalar donde se encuentra Jesús hoy; Defenderlo y desclavarlo donde hoy está siendo crucificado y ser constructoras de comunidad y solidaridad.
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