Querida hermana, querido hermano:
¡Que la paz de Cristo habite en tu corazón!
Iniciamos con este primer número la andadura de los «Cuadernos de Espiritualidad del Horeb – Carlos de Foucauld», nos sumamos así a tantas propuestas religiosas que desean alimentar el espíritu y lo hacemos a la sombra del Beato Carlos de Foucauld, el hermano universal, el apóstol de la amistad, el profeta que clama en el desierto y que vive, ama y adora en medio de su pueblo.
Porqué comenzamos este camino con un artículo sobre «la oración en la adoración» tiene una fácil respuesta y por partida doble: porque Carlos de Foucauld nos dice que adorar la Sagrada Hostia debería ser el centro de vida de todas las personas y porque el Papa Francisco ha dirigido una alocución a los pastores que dice:
«Muchas veces pienso – dijo el Papa – que nosotros no enseñamos a nuestro pueblo a adorar».
Sí, les enseñamos a rezar, a cantar, a alabar a Dios, pero a adorar… La oración de adoración, ésta que nos aniquila sin aniquilarnos: en el aniquilamiento de la adoración nos da nobleza y grandeza. Y aprovecho, hoy, ustedes, con tantos párrocos de nombramiento reciente, para decir: enseñen al pueblo a adorar en silencio, adorar.
Además, el Santo Padre exhortó a aprender desde ahora lo que haremos en el Cielo: la oración de adoración.
Nos hará bien, hoy, dedicar un poco de tiempo a la oración, con la memoria de nuestro camino, la memoria de las gracias recibidas, la memoria de la elección, de la promesa, de la alianza y tratar de subir, hacia la adoración, y en medio de la adoración, con tanta humildad decir sólo esta pequeña oración: «Escucha y perdona».
Vuestro pequeño hermano en el camino
Víctor Viciano
Descargar cuaderno desde el siguiente enlace: Cuadernos Horeb 1