En plena pandemia, con miles de muertos cada día, celebramos la fiesta de Pentecostés, del Espíritu dador de vida y sanador. Su actuación junto a todos los que están en primera línea del combate a la Covid-19 es urgente para mantenerlos vivos, protegidos y con el ánimo heroico de continuar en su misión de salvar vidas, poniendo en peligro las suyas propias. El himno litúrgico de la fiesta de hoy dice que es el “consolador óptimo y el dulce refrigerio”. Más que nunca debe mostrarse con estos dones a todos los que trabajan en los hospitales.
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