Tenemos que convertir a los asesinos también. Mariano PUGA

Por Claudia Paz González – 17 January 2017
(Publicado en CARAS, Chile)

Seis meses antes de sumarse a la misa del perdón organizada por el jesuita Fernando Montes y algunos condenados por violaciones a los derechos humanos en Punta Peuco, fuimos tras sus pasos por primera vez. Ese fue el inicio de un largo viaje al corazón del hombre que encontró a Dios en la pobreza.

En su misa del pasado 8 de enero, el sacerdote Mariano Pugase sinceró ante sus fieles: “Me sentí basureado”. Se refería a la alta exposición mediática que logró tras haber asistido a la misa del perdón organizada por el jesuita Fernando Montes en vísperas de Navidad en el penal de Punta Peuco.

A las críticas de diversos sectores de la sociedad se sumó el ruego de sus colaboradores y vecinos de Villa Francia, donde vive, que día tras día, fueron a su casa para pedirle que no asistiera. Pero él entonces siguió adelante. Sin embargo, transcurrida una semana del hecho acusó recibo de la presión y se retiró a un monasterio, donde estuvo orando por tres días. Durante ese tiempo repasó varias veces la Carta de San Juan.

“El que odia a su hermano es un asesino. Verdad, justicia, reparación y conversión. Por eso les pedimos a esos asesinos que se conviertan…”, dice ahora a modo de explicación frente a los feligreses. Pero a estas alturas, esa visita a la cárcel, ya es una anécdota más de la incansable actividad del cura Puga.

Ni la tos impertinente que a ratos afecta la potencia de su voz. Tampoco los 85 años que está lejos de aparentar. Menos aún la apatía de los católicos que mundialmente han dejado de ir a misa. A Mariano Puga Concha no hay nada ni nadie que pueda detenerlo. Dueño de una energía desbordante, el creador de la Bolsa de Cesantes de la Vicaría de la Solidaridad que ayudó a miles a soportar la crisis económica de los ’80; sigue un ritmo de vida sorprendente. Su objetivo está a la altura de las grandes misiones que emprendió a lo largo de su vida, siempre al lado de los postergados. Por eso, cuando muchos pensaron que Chiloé sería la última de sus destinaciones, sorprendió a todos regresando a la emblemática Villa Francia, donde llegó a vivir en la misma casa que lo vio nacer como líder espiritual en los ’70.

Apenas un par de cuadras separan a la vivienda, cuya puerta siempre está abierta, de la parroquia Cristo Liberador. Ahí, en nuestro primer encuentro, somos testigos de su adrenalina en un gélido domingo de agosto. La noche anterior viajó en bus desde Puerto Montt a Santiago y aunque apenas dormitó en el trayecto, se mueve de un lado para otro de la iglesia supervisando los últimos detalles de la misa que empezará en dos horas.

“Aquí están todas las respuestas”, dice, mientras pone la Biblia sobre una mesa de madera. Al abrirla, aparece una foto de sus padres Mariano Puga Vega y Elena Concha Subercaseaux que por algunos segundos lo emociona. “Ellos fueron mi gran inspiración”, reflexiona susurrando.

Descendiente de Mateo de Toro y Zambrano, abandonó la carrera de arquitectura, una novia y una situación acomodada para vivir como un pobre más; no le gustan las entrevistas. Sin embargo, desde que regresó a la Villa, hace casi dos años, todas las semanas tiene una lista de peticiones que incluyen notas de prensa, seminarios de título, tesis e investigaciones. Algo que si bien habla de su legado pastoral, prefiere evitar a toda costa.

“Como soy el último sobreviviente de los curas obreros todos vienen a mí, pero hay que dejar que hablen otros, como Felipe Berrios que está haciendo un tremendo trabajo en el norte”, se justifica la mañana de la inauguración de la biblioteca Roberto Bolton, en honor al histórico párroco de Villa Francia. A pocos metros, un grupo de estudiantes, cámara en mano, lo espera para intentar convencerlo de participar en un documental y su hermana Josefina mira la escena emocionada.

“Desde pequeño tuvo una vocación muy profunda. Era el más entusiasta en ir a jugar con los niños del campamento. Aquí lo veo feliz”, comenta. Aunque encontró una Villa Francia muy distinta a la que dejó a fines de los ’80, sigue siendo el mismo. “Esta Iglesia en vez de ser la que une a las distintas capas sociales, se adaptó al sistema. Hay unas para los del barrio alto y otras para los pobres. Dejó de ser algo multirracial y cultural como Cristo quería. Es por eso que nuestro camino va en ese sentido. La intención es que Villa Francia con su propia historia pueda transformarse en un espacio de encuentro. Aquí lo que se está produciendo es una integración de realidades muy distintas. Jesús no vino para que nos juntáramos con nuestros pares sino para que aprendiéramos a compartir entre todos”.

No recuerda cuándo fue la última vez que usó zapatos o calcetines. Sus pies descalzos, apenas cubiertos por unas ligeras sandalias, son lo primero que llaman la atención entre quienes recién lo conocen. Sin embargo, pasan a segundo plano al verlo en acción. Vestido con hábito blanco y una colorida estola, toma el acordeón para dar inicio a una misa única en el mundo. Puede que los fieles no alcancen a llenar la iglesia y que el frío ahuyente a muchos, pero su entusiasmo no declina. Al contrario, va creciendo, al ritmo que los asistentes se van sumando a la ceremonia.

“Faltaba la presencia de ustedes aquí”, les canta a quienes asisten por primera vez y que por regla deben presentarse. Los minutos transcurren mientras unos niños revolotean alrededor y dos perros se acomodan en un rincón de la alfombra. Manano, como le dicen sus familiares y amigos, insiste en la importancia de traer la Biblia y bromea: “Por qué será que los que están a la izquierda son los que menos la traen”.

Después de leer la carta de los Efesios del Nuevo Testamento, pregunta quién fue a la marcha contra las AFP y pese a que más de la mitad de los cerca de 50 asistentes levanta la mano, en su rostro hay un dejo de decepción. “A qué creen que vino Jesús al mundo. ¡A hacer política!”, exclama. “Para cambiar las cosas hay que salir a la calle. Todos tenemos que movilizarnos, no puede ser que el sistema siga exprimiéndonos”, reflexiona. Entre cántico y cántico, invita a vivir el Padre Nuestro. “Es fácil rezarlo, repetirlo una y otra vez, pero como cuesta mucho vivirlo, hay que vivirlo”, cuestiona, mientras invita a la audiencia a rodear el altar.

Uno de los perros se ubica a su lado y él lo mira con cariño. Largos minutos de silencio que anteceden al momento de la paz y la comunión, donde no hay ostias sino un pan que se va repartiendo entre los fieles que beben de la misma copa de vino. Todo, tal y como Jesús les enseñó a sus apóstoles.

Como fundador de la parroquia Universitaria fue pionero en dejar de hacer la misa en latín y de espaldas para celebrarla en castellano y de cara a los fieles. Hoy, su meta es convertirla en una verdadera fiesta de Dios. Al terminar el desayuno comunitario que sigue a la misa, me atrevo a preguntarle si sus prédicas siempre fueron así. “Y por qué crees tú que me detuvieron”, responde, mientras bebe un té, y lanza una risa. Está cansado de hablar de esos años en que conoció “el lado más oscuro del ser humano”. Pero es evidente que si algo le dejó su paso por Villa Grimaldi y el campo de detención de Tres Alamos fue una convicción a prueba de balas.

Aunque él prefiera llamarla “porfía” y recuerde un episodio adolescente para explicar su origen: No tenía más de 15 años cuando su padre , destacado abogado, político y diplomático, le ordenó que fuera hasta La Moneda a conseguirle una audiencia con el presidente de la República. Al llegar, la guardia de palacio le dijo que el mandatario estaba muy ocupado para recibir a nadie, así que decidió regresar a su hogar con la respuesta. Su padre lo escuchó y lo mandó de regreso a palacio en busca de la cita. Tras el segundo intento no sólo logró su cometido sino que aprendió una lección que jamás olvidaría —ser perseverante—y que décadas después lo impulsaría a ir a pedirle explicaciones al general Augusto Pinochet por las muertes, desapariciones y torturas de la dictadura.

En uno de los innumerables domingos en Villa Francia, casi al final de la ceremonia, se tomó largos minutos para alabar la obra del Papa Francisco y pedir a todos que oren por él para que “avance en su camino de traer a la Iglesia de regreso a los pobres”. Su petición es recurrente, dicen quienes trabajan en la comunidad junto a él, muchos de los cuales han tenido acalorados debates en torno a la figura del Pontífice que Puga defiende a brazo partido. Para quien ha sido perseguido por su ideario progresista e incluso vetado en el Seminario Mayor, semillero de futuros sacerdotes; la llegada de Jorge Bergoglio fue una grata sorpresa.

—Después que el Papa tildó de ‘zurdos’ a los fieles de Osorno que cuestionaban el nombramiento de Juan Barros y se mostró partidario de la demanda marítima boliviana muchos empezaron a hablar de su actitud “antichilena”, e incluso le pidieron que no visite Chile.

—Hay que poner las cosas en su contexto. Yo al Papa le besaría los pies. Mira todo lo que está haciendo. Hay que rezar por él para que esté protegido de las fuerzas oscuras que rondan el Vaticano y pueda seguir recuperando esa Iglesia del Evangelio, cuadrada con los pobres. Esa es la verdadera. Me llama mucho la atención que todos dicen que lo admiran, pero nadie lo imita. Con respecto a Bolivia, pero obviamente hay que darles mar. Si hay que ver los términos de esa guerra de conquista en que los hermanos del altiplano perdieron la soberanía. Yo también los apoyo en su derecho que es absolutamente legítimo.

Días después estará tomando un avión a Cuba. Su quinta vez en la isla ocurre apenas días antes de la muerte de Fidel Castro. Para él que fue parte de los Cristianos por el Socialismo, la muerte del líder de la revolución es motivo de reflexión. “Alguien que gobierna más de cinco décadas y no es capaz de formar líderes sencillamente no está bien. Hay que combatir tanto el totalitarismo como el personalismo”.

Esa es la razón porque uno de sus objetivos es preparar a los laicos de la comunidad para que en el futuro, cuando escaseen los sacerdotes como anuncian varios estudiosos del clero; puedan ser ellos los que animen la fiesta dominical. Aunque entre los miembros activos de la comunidad hay quienes cuestionan la velocidad con que intenta implementar los cambios, todos consideran que el regreso de Mariano Puga es un regalo. Por eso, más de una vez le han pedido que cuide su salud. “Voy a morir cuando tenga que morir pero no voy a dejar de hacer nada”, les responde.

Aunque en ese momento no lo sabía, el viaje al Caribe fue como la calma que antecede al temporal. Al poco tiempo de regresar a Santiago, recibió el llamado del sacerdote Fernando Montes para asistir a una misa en Punta Peuco junto a diez condenados por delitos de lesa humanidad ocurridos en dictadura y su respuesta fue inmediata.

“Nunca pensé en decir que no ir”, reconoce 24 horas después de la polémica liturgia que lo enfrentó a algunos que fueron sus compañeros de curso en la Escuela Militar. El ruido del marcapaso delata la tensión que oculta tras su apariencia plácida, pero él no está dispuesto a detenerse. “No entiendo qué pasa en Chile que no somos capaces de creer en el perdón. ¡Qué nos ha pasado!”, reclama.

El primer domingo de enero lo pasó viajando al norte en camión, pero una semana después ya estaba de regreso en la parroquia. Fue el día en que abrió su corazón y confesó haberse sentido basureado. Luego de leer parte de la Carta de San Juan siguió con su prédica: “Ahora que vamos a comer el cuerpo y la sangre de Cristo, es un buen momento para recordar que si amas a Jesús tienes que convertirte. Por eso les estamos pidiendo a esos asesinos que se conviertan. Tenemos que convertir a los asesinos también. No podemos mirar hacia el lado. Hay que vivir el Padre Nuestro de verdad, no sólo recitarlo”.

A pocos metros, un grupo de niños juega debajo de la paloma de madera que cuelga del centro de la parroquia. En cada salto los pequeños tiran de una cadena y el símbolo de la resistencia pacífica de décadas pasadas, abre sus alas mientras en el altar el carismático cura bendice el pan y el vino de la comunión.

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Con Carlos de FOUCAULD al encuentro del otro. Marc HAYET

Ponencia de Marc HAYET en el Encuentro Interfamiliar que se celebró en Ávila (España) para conmemorar el Centenario.

(Marc HAYET fue prior de los Hermanos de Jesús)

Quizás hay que comenzar recordando una cosa que todos conocemos, pero que es necesario insistir, porque todavía circula, en ciertos medios, una idea preconcebida sobre Carlos de Foucauld: Carlos no fue al desierto para responder a la “llamada del silencio” (1), para ser ermitaño perdido en la inmensidad del desierto del Sahara. ¡No! Carlos fue al Sahara para encontrarse con la gente que allí vivía y vivir con ellos. A menudo asociamos su nombre a paisajes del desierto de extraordinaria belleza, que sin duda le gustaron, pero no fue la razón para ir a vivir allí, la razón profunda fue por la gente que allí vivía.

Y es en este sentido, que quizás pueda decirnos algo hoy, a nosotros que no vivimos en el desierto, sino en medio de nuestras ciudades y pueblos.

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Semblanza del hermanito Juan

Querido Juan, hermano, hermanito: Ya ves…estamos reunidos en torno tuyo para celebrar tu PASCUA DEFINITIVA; celebrar el ENCUENTRO PLENO CON EL PADRE, cuyo rostro y su presencia en medio de la vida de la gente sencilla y humilde, buscaste con pasión y fidelidad.

Tú estás de fiesta y nosotros, contigo, también.

Ya ves…la variedad de gentes que nos hemos reunido para dar gracias al Padre por tu vida.

Sí, tus compañeros y compañeras de la Residencia (con los que compartiste tus últimos días); el personal que ha cuidado de todos vosotros; las Hermanitas y una enorme variedad de amigos, compañeros de trabajo, de luchas sindicales, de hermanos y hermanas con los que pudiste hacer un trecho de camino juntos. Un grupo de AMIGOS, porque, quizás, si algo quisiste vivir fue precisamente la hermosura y el tesoro de la amistad. Si algo se pudiera decir de ti es que fuiste AMIGO FIEL. De aquellos que encontraste en tus primeros tiempos en
Málaga en la Plaza de Santa María (la familia de Loreto que te acogió y que hoy están presentes); compañeros de la obra (Juan, Lucas….y tantos otros); vecinos de la Estación del Perro (cómo olvidar a Rafael, Carmen y su familia, Conchi…); de los compañeros de trabajo del Hospital Civil, soñadores como tú de conseguir unas condiciones dignas para los pacientes y los trabajadores (me perdonareis que no cite nombres para no cometer olvidos imperdonables); amigos de la Frater, de la Familia Espiritual del Hno. Carlos de Foucauld….

Una hermosa red, tejida con finos hilos de amistad y cariño, de fidelidad y constancia…

¿Sabes Juan, hermano? me dicen de presentar una breve semblanza de tu vida entre nosotros. ¡Cómo si fuera posible resumirla en una líneas escritas apresuradamente! ¿Cómo poder narrar lo hondo de una vida, tejida en el calor del misterio del corazón de Dios?

Que naciste un 1 de marzo de 1924, en París, en el seno de una familia de cierto abolengo y tradición militar; que muy pronto, demasiado pronto, vuestra madre (tuya y de Paul y Gabrielle) os dejó, dejando un hueco que dejó huella.

Que viviste en primera persona el drama de la 2ª Guerra Mundial, y que con 19 años, iniciaste un primer éxodo que te hizo atravesar España, con la intención de unirte en el norte de África al Ejército Francés de Liberación y en esos avatares, llegaste, con otros muchos, en Diciembre de 1943 a Málaga. Recluidos en la Plaza de Toros y a la espera de atravesar el estrecho. ¿Premonitorio?

Que no pudiendo participar en el desembarco que liberaría Francia; formado como militar, te presentaste voluntario para ir a la guerra de Indochina (Julio 1946-Diciembre 1947); herido eres repatriado… Un segundo éxodo, éste no solo geográfico, sino espiritual. El largo viaje de regreso en barco, te permitió buscar en lo hondo de tu corazón las razones del sufrimiento que provocan todas las guerras; la muerte de tus camaradas y amigos; la muerte y destrucción de los hasta ahora tenidos como enemigos.

De esta experiencia surge tu deseo de volver tu corazón hacia Dios, Padre de todos, sentido último de nuestras vidas, propuesta de fraternidad universal.

Descubriste los Hermanos de Jesús que comenzaban su caminar y te sedujo la invitación de Jesús a vivir su vida de Nazaret. Buscar su rostro en medio de la vida ordinaria de las gentes sencillas; en el barrio, en el trabajo, en la amistad; y en los ratos personales y silenciosos dejándose mirar por Jesús de manera que fuera moldeando nuestra mirada, nuestro corazón…

Y otro éxodo a vivir, en 1948 entras en los Hermanos de Jesús: El Abiodh en Argelia, Lyon, Chile, estudios de teología hasta que en 1955 pronuncias tus votos perpetuos.

En 1959 te vemos llegar a Málaga… joven, alto, guapo, ojos azules… expectación ante este joven religioso que pasa horas en oración en la Iglesia de Santiago y comparte vida y trabajo con la gente… Fuiste acogido con cariño por la Iglesia de Málaga. Quizás buscabas el último
lugar y el anonimato de la vida de Nazaret, pero puedo asegurarte, que a tu pesar, enseguida hiciste parte del paisaje malagueño.

¿Cómo no mencionar tu ordenación sacerdotal celebrada en 1973? Los que compartimos la vida contigo, somos testigos de la importancia de este momento en tu vida. Te marcó profundamente, te abrió a un acompañamiento y a una presencia a comunidades con las que compartías eucaristías (religiosas, laicas, fraternidad secular); a acompañar a la Frater: animando y celebrando con ellos la fe, disponible a quien te buscaba para acoger confidencias, anhelos, para rezar juntos.

Viviste una buena e intensa vida laboral: Algunos años trabajando en la obra; en la dura recogida de basura de aquella época y, por fin, en 1967 entras como celador en el Hospital Civil donde permanecerías hasta tu jubilación en 1987.

Cuántas historia podrían contar muchos de los aquí presentes… Movimiento Obrero, sindicato,CCOO… momentos de lucha y momentos de fiesta…

Una vez jubilado, no abandonaste el mundo hospitalario: voluntario en el servicio de Biblioteca del Clínico, paseando con tu carrito lleno de libros por los pasillos y habitaciones del hospital; la visita en nombre de Málaga Acoge, de extranjeros ingresados que no conocían bien el castellano, atento a servir de cauce de comunicación con los médicos, a prestar pequeños y múltiples servicios, el hospital Carlos Haya conoció tus desvelos…

Bueno y en noviembre del 2002, un nuevo éxodo… dejas la fraternidad y te vienes a vivir a la Residencia de las Hermanitas de los Pobres. Una nueva etapa, un nuevo viaje… el último. 14 años y dos meses… tiempo de abandono, de ir clavando en la Cruz de Jesús autonomía
personal, deseos y salud… Tiempo para ir abandonándose, para ir vaciándose, para ir preparándose a escuchar la última llamada… la de la confianza y el abandono, la del éxodo definitivo; la llamada de tu Bien Amado Hermano y Señor Jesús que te llama por tu nombre…

Y tu Amén definitivo, pronunciado para siempre la madrugada del 30 de Enero.

Málaga 31 de enero de 2017

ISLA DE LESBOS, REFUGIO DE LA ESPERANZA. Carlos LLANO.

Carlos LLANO es deportista, economista, fundador de la ONG Chilhood Smile y voluntario y colaborador de la Fundación Tienda Asilo de San Pedro de Cartagena, España, en el proyecto WEND BE NE DO de Burkina Faso. Ha estado recientemente de voluntario en la isla de Lesbos, en Grecia, con los refugiados. Ofrecemos su valioso testimonio. Gracias, Carlos.

Vivimos tan deprisa y tan apegados a nuestras mundanas necesidades del primer mundo que si fuéramos capaces de tomar distancia y observarnos con atención, sentiríamos rechazo por nosotros mismos. El mundo tiene graves problemas por resolver: se calcula que hay 300.000 niños soldados y que en 2016 son ya 5.000 los refugiados e inmigrantes que han muerto ahogados en el Mediterráneo, pero en general, nos preocupan más nuestros minúsculos problemas del primer mundo que aquello que pueda ocurrir fuera de nuestras fronteras, por terribles que sean esos acontecimientos.

Los vemos tan lejanos que por pensar que podemos hacer poco, acabamos por no hacer nada. Los problemas del mundo no se solucionan aceptándolos con resignación o indiferencia o culpando a los gobiernos. Los problemas del mundo son míos, son tuyos, son nuestros. El mundo se cambia contagiando e inspirando con nuestro comportamiento diario. Si no quiero ver ni un solo ahogado más, só,lo puedo tomar la firme decisión de ir a aportar mi minúsculo granito de arena, que por pequeño que sea, es gigante comparado con la inacción o los cientos de mensajes que podamos poner en el muro de nuestras redes sociales.

Lesbos es una pequeña isla griega en medio del mar Egeo muy cercana a las costas de Turquía. Allí se encuentran dos campos de refugiados: Karatepe, que aún guarda cierta dignidad, donde están las familias completas, mayoritariamente Sirias, pero podía haberlas incluso de República Dominicana. Sí, he dicho, de República Dominicana. Cuando no tienes nada, arriesgas incluso la vida, porque nada tienes que perder más que esta misma, y la desesperación puede llegar a ser tal que incluso la vida llega a no tener ningún valor.

En Karatepe cada familia tiene su propia carpa de Acnur, tienen mantas, tienen colchones y los voluntarios de Remar se encargan de llevarles dos comidas diarias hasta la misma puerta de la carpa. Los niños juegan en la “urbanización” de carpas, y la esperanza por una vida mejor parece que aún no se ha perdido del todo.

El otro campo de refugiados es Moria. Una antigua cárcel con capacidad para 2.000 personas donde se encuentran hacinados más de 5.000 en tiendas de campaña del Decathlon que flotan cuando llueve y el barro cae por el terraplén. La tensión es patente y se respira nada más cruzar esas altas vallas llenas de espinas. Aquí no hay familias, hay mucho chico joven, y alguna mujer con niños pequeños. Cada uno de un país, unas costumbres, un idioma, una cultura. Chicos de Nigeria que huyen porque Boko Haram asesina, secuestra y tortura a quien le da la gana. Adolescentes de Pakistán que no quieren seguir viviendo en un país donde el Isis llega a una aldea para degollar a todas las mujeres y disparar a todos los hombres hasta dejar esa aldea sin rastro de vida. Son historias reales que me han contado mientras ayudaba durante horas haciendo la trivialidad de cortar kilos y kilos de patatas para poder comer esos miles de chicos, mujeres y niños que les une la desesperanza por no ver salida al final del túnel, por ver que las autoridades les tienen allí olvidados y según pasa el tiempo su recuerdo se va diluyendo en nuestros pensamientos. La deshumanización es tal que las mafias han convertido este problema en un rentable negocio donde cobrar de 3.000 a 5.000 euros por persona por un bote sin seguridad ninguna, con sobrepeso. a base de aglomerar más y más personas sin espacio para apenas moverse, donde cada persona no puede llevar ningún equipaje, pues restaría espacio para otro refugiado al que cobrar, y con unos chalecos salvavidas rellenados de basura en lugar de aire que, en caso de necesidad y por su falta de flotabilidad, va ahacer perder una vida más, aumentando el número de las 5.000 personas que ya se han ahogado en el mar Mediterráneo durante 2016. Queda nuestra inquietud o nuestra indiferencia ante este desastre humano que parece ser un callejón sin salida. En nuestras manos está cambiar este mundo.

Carlos LLANO FERNÁNDEZ

PDF: Isla de Lesbos, refugio de la esperanza, esp

Mensaje final del Encuentro Interfamiliar en Ávila, España, por el CENTENARIO de Carlos de FOUCAULD

Un centenar de personas se reunieron en Ávila para celebrar el centenario de la muerte del hermano Carlos.

ENCUENTRO DE LA FAMILIA ESPIRITUAL DE
CARLOS DE FOUCAULD EN ESPAÑA
MENSAJE DEL CENTENARIO 

Al celebrar el Centenario de la muerte violenta del beato Carlos de Foucauld en Tamanrasset (Argelia) las fraternidades que llevan su nombre en España, con ocasión de la celebración del Encuentro Interfamiliar (Ávila, 8-11 diciembre 2016, damos gracias a Dios por su vida y su obra recordando cómo el grano de trigo caído en tierra ha dado abundantes frutos evangélicos (cf. Jn. 12,24).

Damos gracias a Dios porque el Hno. Carlos, en todo momento, fue un buscador de la verdad y en ella encontró a Dios. En su biografía, como en toda biografía, descubrimos la mano de Dios que, con suavidad y con paciencia, modeló su vida. Contemplando su vida y releyendo sus grandes etapas en búsqueda del Bienamado y Señor Jesús hemos aprendido a mirar a las personas y acontecimientos con los ojos de Dios arrodillándonos siempre ante el misterio del otro diferente.

Damos gracias a Dios Padre por el envío de su Hijo Jesucristo que, con su encarnación, nos enseñó a buscar “el último lugar” despojándonos de todo aquello que nos impide seguir amándole como el “Único Modelo”. Damos gracias a Dios por la presencia de su Espíritu Santo que ha ido a lo largo del tiempo enriqueciendo las fraternidades con nuevos carismas para beneficio de la humanidad y la Iglesia y, en especial, por tantos y tantas hermanos y hermanas que a lo largo del tiempo han sido testigos de la fe.

Damos gracias al Señor por su presencia real en la Eucaristía y en la Palabra que han alimentado nuestro compromiso con los últimos de este mundo como lo fue para el Hno. Carlos. A este respecto recordamos sus palabras: “Creo que no hay una frase del Evangelio que me haya causado una impresión más profunda y haya transformado más mi vida, que ésta: «Todo lo que hagáis a uno de estos pequeños, a mí me lo hacéis». Si pensamos que son palabras de la Verdad increada, la de la boca que ha dicho: «Esto es mi cuerpo… esta es mi sangre», con qué fuerza somos empujados a buscar y a amar a Jesús en «esos pequeños», esos pecadores, esos pobres, aportando todos los medios materiales para aliviar sus miserias temporales”.

Damos gracias al Señor por su vida oculta en Nazaret, escuela donde aprendemos de la Sagrada Familia a gritar el Evangelio con la vida y a valorar la encarnación, la bondad, la hospitalidad, la escucha, la amistad, y el testimonio como la mejor ofrenda existencial.

Al mismo tiempo pedimos al Bienamado y Señor Jesús coraje para ser sal y luz en medio del mundo construyendo una Iglesia hogar, “católica” e intercultural, que acepta como un don las reglas del juego democrático de una sociedad multireligiosa, multirracial, una Iglesia que no hace proselitismo, que ofrece y no impone, una Iglesia que escucha y dialoga, una Iglesia de amistad, ternura y presencia en medio de los más pobres. Una Iglesia en salida, samaritana, que se acerca, que toca, que se compromete.

Pedimos, a la Virgen en el misterio de la Visitación a su prima Isabel, estímulo para no cansarnos nunca de ponernos en camino para servir a los que nos necesiten, peregrinos del evangelio, con la audacia, la humildad y la fe de la semilla de mostaza que espera contra toda esperanza que la vida brotará hoy en esta tierra de todos.

Y pedimos también al beato Carlos de Foucauld su intercesión ante Dios por las fraternidades que hoy recuerdan su memoria, los que ya en su tiempo, hasta nuestros días participaron de la unión que él creó, y de todas las fraternidades que nacieron después de su muerte.

Porque reconocemos la bondad de la creación, nos comprometemos al cuidado de la Tierra como casa común, a profundizar en la solidaridad y acompañamiento de los últimos y a luchar contra las causas últimas que generan víctimas en las personas y en el medio ambiente. Nos comprometemos a hacerlo realidad cada uno y cada una en su propio lugar.

Ávila a 11 de diciembre de 2016

PDF: Mensaje final del Encuentro Interfamiliar en Ávila, España. CENTENARIO Carlos de FOUCAULD.