Noticias y Comunicaciones. Hermanita Rosaura de Jesús. Carta desde Touggourt (Argelia)

Touggourt, 3 de novembre del 2017

Hoy hace cuatro meses que llegué. Cuántos acontecimientos que hemos vivido en este tiempo!, yo desde aquí y vosotros en Cataluña, en esta «Dulce Cataluña que, cuando de ti me alejo, de añoranza muero». En muchos momentos he deseado poder vivir con vosotros todo lo que os hace sufrir y preocupa; de lejos todo es diferente… y por lo tanto, pienso, pienso mucho, que es tanto como decir de rezo, que os llevo en el corazón y que deseo con toda el alma que se encuentren soluciones políticas que nos lleven a un auténtico diálogo. Es el sueño de todos, ¿verdad? Es lo que todos queremos, verdad? Así que a seguir creyendo y esperando que llegará el día que podremos levantarnos por la mañana y estrenarlo serenamente sin la presión y la tensión con la que se está viviendo!

Yo estoy muy bien, contenta, agradecida y feliz de poderos enviar un abrazo después de casi dos semanas de trabajo intenso en la elección de los dátiles. Dios mío qué arte y que difícil! He disfrutado mucho, pues el descubrimiento de un país pasa por la vida concreta hecha de miles y miles de dátiles que hay que limpiarlos uno por uno y clasificarlos, precioso y agotador. Al final del día, yo los veía todos iguales. Es bonito ver los vecinos haciendo el mismo trabajo con una rapidez y agilidad que quizás yo tendré dentro de 30 años!

Ahora, por las noches y por la mañana refresca un poco, pero durante el día el sol todavía nos permite ir con manga corta y sandalias. Dicen que llegan lluvias… ya se lo cuento, porque a buen seguro que será todo otro descubrimiento!!

Lo que nunca me hubiera imaginado es que aquí el Barça tuviera una academia para enseñar a jugar al fútbol a los niños. Es un poco surrealista. He estado y no me lo podía creer… los niños del barrio cuando me ven todos gritan: Visca el Barça! Os lo imagináis?

Apa, hasta muy pronto! Un hasta luego muy dulce de vuestra Rosaura.

PDF: NOTICIAS Y COMUNICACIONES Nº 195

Antonio LÓPEZ BAEZA: El conflicto Cataluña – Estado Español

EL CONFLICTO CATALUÑA – ESTADO ESPAÑOL

Antonio LÓPEZ BAEZA.
Cura y escritor, fraternidad de Murcia,
octubre 2017
(Una reflexión en voz alta desde la conciencia cristiana)

El conflicto Cataluña-Estado Español, del que me considero muy lejos, porque no encuentro razones humanamente sólidas que lo sostengan, pero del que me siento muy dentro, pues me desgarra tanto empeño violento por ambas partes, como si no hubiera otra forma de defender los intereses y puntos de vista de cada lado, me mueve a buscar, en el seguimiento de Jesús de Nazaret, aquellos puntos de vista que me parecen imprescindibles en una auténtica actitud cristiana ante el conflicto. Bien sé que problemas de esta envergadura (a grandes males, grandes remedios), están pidiendo a gritos la levadura del Reino, la presencia activa en su interior de personas con criterios y gestos de claro compromiso con el mensaje evangélico, que siempre lleva consigo semillas de Justicia y Paz.

Desde el dolor y la esperanza que me hacen presentir que la solución del problema vendrá, no de la violencia legal ni física, sino del sentido común, la buena voluntad y el Espíritu de amor y libertad que anima a los creyentes en el Dios de Jesús, partícipes desde su conciencia en este penoso asunto, me atrevo (me siento obligado) a proponer los siguientes puntos, que reflejan mis deseos de una pronta salida del actual callejón.

1. El primer valor a defender, muy por encima de otros tan importantes como derecho de autodeterminación, defensa del patrimonio histórico/cultural, intereses de fondo económico, recuperación de glorias del pasado, y otros que se puedan alegar…, para un seguidor de Jesús prevalece sobre todos ellos el valor de la fraternidad universal. Que la reivindicación de todos los demás valores no haga más difícil tal fraternidad, debe estar en el punto de mira de los luchadores por toda causa justa. Hacer daño a la fraternidad universal, hace daño a todas las pretendidas causas justas. La defensa de los intereses de la patria chica, no puede estar en contra de los intereses de la patria grande.

La enseñanza de Pablo de Tarso nos ayuda a reconocer que, en Cristo/Jesús, ya no hay judíos y gentiles, esclavos y libres, hombres y mujeres (y podríamos seguir: occidentales y orientales, castellanos y catalanes…), porque todos somos hijos de un mismo Padre, todos con idéntica dignidad y derechos a defender y compartir.

Que los dignatarios políticos no partan del valor primordial de la fraternidad, es normal cuando no se trata de cristianos en la vida pública, sino sólo defensores de espacios de poder. Pero todo creyente en el Dios de Jesús sabe que todos los enfrentamientos y debates de este mundo deben apuntar al triunfo de la fraternidad, como único que garantiza el verdadero triunfo del bien común.

2. Al lado del primer valor a defender, la fraternidad universal, se sitúa para toda persona que se considera adulta y responsable de sus actos, el actuar desde su conciencia autónoma. Esto supone que hay que discernir muy bien sobre los motivos, objetivos y medios válidos para la defensa de nuestra causa. Cuando la lucha es por intereses comunes de un grupo determinado, es muy fácil que una conciencia colectiva, difícil de poner en tela de juicio, se imponga sobre la conciencia autónoma de quien participa en la lucha. No se puede ser traidor a la causa. Y con gran facilidad se acaba por ser traidor a la propia conciencia.

Esta es una trampa muy frecuente en los enfrentamientos humanos. Poco a poco, ante los nudos tan difíciles de desatar del problema en cuestión, acudimos a la opinión de otros que consideramos fidedignos, hacemos nuestra su síntesis personal, y renunciamos a un análisis más detallado por nuestra parte. Nos dejamos llevar. Ya no soy yo quien hace y dice, sino aquel o aquellos en quienes he descargado mi conciencia libre. Esta trampa es muy difícil de sortear, pues se apoya en la personalidad relevante de la que nos fiamos plenamente, de la que tal vez hemos recibido valiosas ayudas en momentos duros del pasado:

Para ser enteramente limpios de corazón y ver lo que Dios nos está pidiendo desde dentro del conflicto, es imprescindible una conciencia sana, transparente, que asume su posibilidad de equivocarse, pero que se autovalora como instrumento del Espíritu, buscando siempre la verdad sin evasiones ante el riesgo, alimentando sus criterios/fuerza en el amor que da la vida por los demás. Sólo es libre (y útil) la conciencia que, mirando hacia sí misma, descubre que su meta está en el bien común.

3. Un tercer valor o criterio para una lucha que sea justa y haga crecer la vida, es el de cultivar gozosa y hasta apasionadamente (con orgullo), aquello que nos es más propio. Cada individuo, lo mismo que cada grupo humano, posee sus riquezas peculiares, a las que renunciar, sería convertirse en inútil en el escenario del bien común, que es donde todo bien particular se autentifica. La bondad más radical de todo bien real es la de ser compartida.

El cultivo de lo original (y tal vez único) de una persona o colectividad, no tendría ningún sentido, valor ni orientación humanos, si no llega a ser compartido con otros. De manera que, al poner en común lo más nuestro, todos salimos enriquecidos. De igual modo que todos nos empobrecemos con fronteras que demarcan bienes y valores defendidos como de dominio absoluto. Son propios, sí, para hacerlos crecer, para disfrutar de ellos y experimentar el gozo de que tenemos algo bueno que los demás necesitan de nosotros.

La esencia del cristianismo es ese Dios encarnado en la humanidad histórica. Dios todo en todas las cosas. Dios todo para el hombre. Dios que no quiere ser Dios sin el hombre. Y nos induce con su amor gratuito y universal a no querer ser nosotros nada, si no somos uno con yodos.

Desde esta perspectiva, yo no quiero ser murciano sin ser al mismo tiempo catalán. No quiero ser europeo sin ser africano, asiático, ciudadano del mundo. Y reconocer mis peculiaridades, con las que me identifico, pero que a nadie impongo, porque respeto y aprecio las de todos. Y estar siempre dispuesto a colaborar con lo mío al bien de quienes más lo necesitan. No buscar nunca incrementar ni defender mis intereses, si no es como patrimonio de la humanidad, buscando en primer lugar el beneficio de los más desfavorecidos.

4. Cuanto hemos apuntado en los tres principios anteriores, lleva implícito el valor irrenunciable de la resistencia pacífica o no-violencia. Todo cuanto hace daño a la vida humana, física, moral, individual o colectiva, es un atentado contra el Reino de Dios en este mundo. El Reino de Dios se expande en este mundo a través de los corazones impregnados del espíritu de las Bienaventuranzas evangélica.

Estamos convencidos de que todo lo que se impone por la ley del más fuerte, temprano o tarde, se derrumba como casa edificada sobre arena. Los que trabajan por la Paz y son perseguidos por causa de su posición a favor de la Justicia, no utilizan en su lucha verdades a medias, que esconden siempre las grandes mentiras hijas del maligno. En su experiencia de defensor de causas justas, confiesa el mahatma Gandhi, que, siempre buscó la verdad, aquella que no tiene vuelta de hoja, para hacer triunfar la Justicia. ¿No fue esta la misma actitud de Jesús de Nazaret?

En conclusión, ninguna causa es justa cuando cae en manos de la violencia. Tenemos, no sólo derecho, sino obligación moral, a defender lo nuestro. Pero la gran verdad de lo nuestro (lo particular, lo privado) es que deja de ser nuestro cuando lo defendemos causando algún tipo de daño a lo nuestro de los otros. La no-violencia, bandera del Reino, representa ese amor a la vida que está dispuesto a morir antes que a matar.

¿Cabe un resumen de estos cuatro puntos? Por intentarlo, nada se pierde. ¿Tiene el Evangelio del Reino contenido suficiente para enjuiciar desde él las situaciones políticas, por intrincadas que fueren, que se dan en nuestra sociedad? ¿Y tiene soluciones válidas, eficaces, para las mismas? Yo pienso que sí. De lo contrario sería mentira que el Reino de Dios está ya en medio de nosotros.

Pero no está como una fuerza política contra otra fuerza política. Porque sabe que todos los poderosos de este mundo oprimen. Está como un servicio humilde, generoso y confiado. Está como conciencia crítica y voz profética que denuncia que todo reino dividido será asolado, y anuncia que Dios combate a favor y al lado de cuantos sitúan el bien común por encima de bienes particulares. Y, muy sobre todo, el luchador por la Paz y la Justicia del Reino, nunca olvida que la lucha sólo es justa cuando tiene su primer objetivo en la liberación de los oprimidos, de los que están más abajo, más desprovistos de de medios para defenderse.

PDF: El conflicto Cataluña – Estado Español. Antonio LÓPEZ BAEZA

Antonio SICILIA VELASCO: Viaje a Senegal

En Julio de este año, 2017, tuve la oportunidad y la suerte de viajar a Senegal con un buen amigo senegalés que me invitó a su casa, me permitió conocer[algo de su pueblo y de su entorno familiar y me sirvió de guía por la capital de su país.

Juan MARTÍN VELASCO: «Creer y orar en la ciudad», en «Entre Paréntesis»

Índice

  • Esquema de la conferencia → 5
  • Introducción → 6
  • El ser humano, un ciudadano → 8
  • Dios y la ciudad → 9
  • Ser cristiano en la ciudad → 11
  • ¿Huir de la ciudad para orar? → 12
  • Creer y orar en la ciudad → 13
  • Rehumanizar la deshumanizada vida ciudadana → 15
  • Comunidades fraternas en medio de la muchedumbre
    solitaria de la ciudad → 16
  • Abrir los ojos a las huellas del paso de Dios por la ciudad → 17
  • Algunos rasgos de una oración cristiana desde la ciudad → 18
  • Creer y orar desde la cotidianidad creyentemente vivida
    en la ciudad secular → 19
  • Algunas condiciones externas que faciliten el ejercicio
    de la oración en la ciudad → 21
  • Disponer de unos materiales → 22

Introducción

“Creer y orar” constituyen dos momentos nucleares de la respuesta del ser humano a la Presencia del Misterio en el fondo de lo real y en el corazón de la persona. En el caso del cristianismo, son dos aspectos o dos pasos fundamentales en el conjunto de la vida cristiana. El título de mi intervención invita a reflexionar sobre su realización en el medio, muy frecuentemente tenido por inhóspito, de la ciudad y, especialmente, de la gran ciudad.

Comenzaré por una breve clarificación del significado de los dos verbos de nuestro título. En relación con el primero: “creer”, se inscribe en una forma de abordar el tratamiento de la fe que abandona su estudio desde la perspectiva de la teología de las virtudes, como un hábito que el sujeto adquiere o que Dios infunde en el alma y que el sujeto poseería, conservaría, y que podría perder; mientras “ser creyente” se refiere a una forma peculiar de la realización de la propia existencia por parte del creyente. Es bien sabido que “creer” puede referirse a tres actitudes diferentes según se “conjugue” bajo la forma de “creer que”, “creer a” o “creer en”, como observaba ya san Agustín.

Puedes leer el documento en el siguiente enlace: MVelasco-Orar-Ciudad