Un descubrimiento: el hermano Carlos
Un día leímos algo sobre Carlos de FOUCAULD. De alguna manera nos llamó la atención su forma de vivir el evangelio. Fuimos descubriendo cómo su testimonio de vida fue realmente sorprendente. A través de los libros de René VOILLAUME, de Carlo CARRETO, de Jean-François SIX, o Arturo PAOLI, una línea de espiritualidad y de acción se abría ante nosotros. Pudo ser la palabra o la invitación de algún compañero para participar en un retiro de oración, a una reunión de otros sacerdotes, o un artículo de alguna publicación donde se hablaba de un hombre enamorado de Jesús, que cambió su vida de rico para ser pobre; un hombre con un sentido de fraternidad universal y lleno de Dios, o unos hermanitos y hermanitas, o sacerdotes, que seguían un estilo de ser cristianos desde lo sencillo, el trabajo, estar con los pobres sobre todo, hombres y mujeres encarnados en la realidad de su entorno. Quizá en la época de estudiantes nos llamó la atención que, entre tanta teología, había una manera directa de conocer a Jesús, desde un hombre que, sin ser de nuestro tiempo, se adelantó al Vaticano II y tuvo unas intuiciones que más adelante se hicieron realidad, en su vida y en la vida de muchos cristianos que contemplamos este mundo como una maravillosa obra de Dios, donde los seres humanos debemos vivir la fraternidad universal. Somos sacerdotes diocesanos y llamados a ser Iglesia, sin rasgos sectarios o de elegidos especiales para algo glorioso: llamados a ser también hermanos universales.
La espiritualidad de Nazaret
El hermano Carlos quizá nos abrió un camino distinto en la fe; no el único, pero sí al que Dios nos llama a cada uno, tal y como somos, sin la frustración de no ser de otra manera, mejor o más perfecta. Esto no nos hace estar por encima de otras formas de espiritualidad, sino acercarnos a Jesús allí donde está, en convivencia con quienes tenemos cerca, en donde vivimos, con quienes nos encontramos cada día. Nazaret es estar con la gente, no vivir al margen de nadie. Nazaret es trabajar como uno más, o estar enfermo como otro enfermo, o ser jubilado como tantos jubilados. Es sonreír con quienes ríen y llorar con los que lloran. Sin empatía no podemos entender qué es Nazaret y entender qué nos traen los acontecimientos sencillos o lo pequeño de cada día. A veces a los sacerdotes nos cuesta trabajo vivir en ese estilo, o tener una actividad pastoral sin pensar en el éxito; el clericalismo está muy lejos de Nazaret, como lejos está Nazaret del templo de Jerusalén… Por eso no tenemos que sentirnos fracasados si acude poca gente a las reuniones de la parroquia, o en el templo hay mayoría de personas mayores o muy poca afluencia de creyentes. Vivir Nazaret es llevar a Jesús de vecino en el barrio, el pueblo, la calle, donde se reúne la gente, en los hospitales, la cárcel, los centros de acogida, participar de las esperanzas de los refugiados o desplazados. Puede ser difícil de entender si queremos conservar nuestras seguridades personales o posibles privilegios sociales.
El Mes de Nazaret nos ayuda, al menos una vez en la vida, a vivir en fraternidad este espíritu del hermano Carlos, profundizando en su vida y su legado, compartiendo nuestras vidas y realidades al orar juntos, trabajar en algo manual – sin jugar a ser obreros por un día – , revisando nuestras vidas, alegrías y fracasos, dando al desierto su tiempo, como búsqueda y encuentro con el silencio de Dios, haciendo juntos las tareas de cualquier hogar, aunque en este caso sea un hogar de solteros. En el Mes de Nazaret hacemos nuestro compromiso en la fraternidad, que es compromiso a vivir el evangelio y seguir a Jesús, donde él nos ponga.
Una entrega a los más pobres
Rompiendo esquemas de tradición familiar y social, Carlos de FOUCAULD, después de sus búsquedas de Dios, optó por ser pobre como Jesús. Cuando uno se enamora quiere escuchar el corazón de la otra persona. El hermano Carlos se identificó con su Bien Amado Jesús yendo hacia los más abandonados.
Dice Florencio ROSELLÓ, arzobispo de Pamplona, España, en la Jornada Mundial de los Pobres 2024: “En esta Jornada de los Pobres me surge siempre una duda: ¿cuando hablamos de los pobres, en quién pensamos? A veces veo que son gente dependiente de mi “limosna”, gente dependiente de mi actitud, gente que está por debajo de mí, que me mira hacia arriba, y yo le miro hacia abajo. Me siento superior a él, y eso me molesta. Siempre he querido tratar a los pobres de igual a igual, mirarle a los ojos, porque estoy a su misma altura, no de arriba abajo, como si yo fuese el bueno y él…piense usted lo que quiera”. Igual nuestro Papa Francisco insiste siempre en esto, y, aún más, hay que tocar al pobre, darle la mano, o abrazarlo, que no nos dé repugnancia, ni pensemos que nos vamos a manchar.
Carlos de FOUCAULD fue más allá: hay que estar con ellos, vivir con ellos, según su estilo, sin diferenciarnos por nuestro status religioso que a veces es clasista y clerical, hasta incluso si somos de la clase media. Los pobres no entienden de títulos universitarios: entienden a quienes son como ellos, y se acercan sin tener miedo o prejuicios. Hay muchas formas de pobreza a nuestro alrededor, y no sólo la pobreza material: pobres que no tienen un corazón libre, pobres que carecen de amistad, pobres saturados de tecnología y faltos de humanidad… Vivimos muchas veces en medio de ellos, y no hace falta ir muy lejos. Países pobres con deuda externa – y eterna – con Occidente, inmigrantes en malas condiciones: todos los rechazados por la riqueza. ¿Cómo ser coherentes en nuestro estilo de vida con un mundo lleno de injusticias? La fraternidad nos hace ver también la pobreza de nuestras propias miserias.
Compartir la fe y la vida
La vida de una fraternidad sacerdotal Iesus Caritas es la vida de unos hombres creyentes que siguen a Jesús y se ayudan a ser fieles al evangelio. En el encuentro de cada mes – en la fraternidad local – ,en el retiro anual o trimestral, en las asambleas, y en la vida de cada día, allí donde uno está, se renueva ese encuentro con Jesús en la adoración, el tiempo de silencio y contemplación de la Eucaristía, sin prisas. Jesús, que nos mira y nos acoge. Jesús, que nos escucha y comparte nuestro silencio y nuestros ruidos. Para que haya amistad con Jesús, tenemos que acercarnos a él. El hermano Carlos y los grandes orantes a través de la Historia nos dan testimonio de esta amistad profunda con Dios.
Y en el desierto, otro tiempo prolongado de estar a la escucha, la amistad se fortalece, como se fortalece el amor hacia la persona que echamos de menos porque no está a nuestro lado. No vemos a Dios, pero lo sentimos, porque él nos está buscando.
Puede ser que nos dé miedo la soledad, o encontrarnos con nosotros mismos, con nuestra realidad vulnerable. En la Oración de Abandono decimos “con infinita confianza”… Cuando hay confianza, se van los miedos. Para el desierto no necesitamos prácticamente nada: sólo nosotros. No necesitamos un templo o una capilla, ni libros, ni Biblia, ni un paisaje agradable o con comodidades: hay que salir hacia donde Dios nos conduzca. Silencio…
La vida de fraternidad es compartir la vida, tal y como es, en cada encuentro, especialmente en la revisión de vida. Carlos de FOUCAULD no revisaba su vida porque no tenía una fraternidad de cristianos como él. Ahondando en la amistad con la gente con quien vivió, animado por la dirección espiritual del P. Henry HUVELIN, desde la distancia entre Francia y Argelia, y antes en sus diversas etapas de búsqueda, el hermano Carlos tuvo una permanente revisión de vida, en la oración, en sus cartas, que le llevó a no estar cómodo e instalado en unos planes ya hechos: siempre estuvo abierto a la realidad de la vida y de las circunstancias. En la fraternidad vivimos la revisión de vida como un medio para el crecimiento interior, escuchando y siendo escuchados, Es necesaria la confianza mutua, la aceptación de los demás, con su forma de ser, a veces con ideas distintas sobre la Iglesia y la sociedad. El diálogo, el encuentro en clima de oración, hacen caer prejuicios y juicios hacia los demás. Por eso es imprescindible, para una verdadera revisión de vida, la transparencia del interior de cada persona. No hay que revisar actividades pastorales, hay que revisarse a uno mismo. Los demás nos ayudarán. Y, sobre todo, sentirnos en libertad, sin puertas cerradas.
En el proyecto de Jesús
La fraternidad sacerdotal Iesus Caritas es una pequeña parte del conjunto de la Iglesia de Jesús, una pieza más del todo por el cual vivió Jesús: ovejas responsables de otras ovejas que no miran desde el poder. Nos sentimos en comunión con el Papa Francisco, que tiene a San Carlos de FOUCAULD siempre presente en sus encíclicas, y queremos ser Iglesia en salida, en las periferias, para seguir descubriendo a Jesús y trabajando por su Reino, necesitados de los demás y al servicio de los que no son protagonistas de éxito. Evangelizar siendo contemplativos y dejarnos evangelizar.
Aurelio SANZ BAEZA,
fraternidad de Murcia, España
(Gracias, Quico, por los dibujos)
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