La Conversión
«Me di cuenta de que no podía hacer otra cosa que vivir únicamente para Él»
(14 de agosto de 1901)
Lo prioritario, desde su conversión hasta el final de su vida, es la fidelidad absoluta, y sin interrupción, al amor apasionado que tiene a Jesús. Carlos tuvo la suerte de tener un corazón capaz de amar hasta el extremo. Desde que se sitúa, por acción de la gracia, en presencia del misterio de Dios encarnado en Jesucristo, arde en amor a Él.
Admira la Religiosidad Musulmana
En su viaje a Marruecos Dios le había tomado la palabra, dejando que fuese afectado por el impacto de los creyentes del Islam:
«El Islam produjo en mí una profunda convulsión… la visión de esta fe, de estas almas que viven en continua presencia de Dios, me dejó entrever algo de mayor envergadura y más verdadero que las ocupaciones mundanas: «Ad maiora nati sumus» (Nacimos para cosas más elevadas)…»
Traduce el Evangelio al Árabe y al Targui
Carlos quiere ver a Jesús en todo ser humano… Este deseo le conduce a actitudes concretas: quiere «llegar a ser del país», hablar con los Tuareg en su lengua, compartir su estilo de vida y sus costumbres, desea que progresen en bienestar material y moral…
«teniendo para con todos bondad y afecto fraternal, sirviéndoles en todo lo posible, entrando en contacto afectuoso, siendo un tierno hermano para con todos…»
La Noche del Desierto
«Continuar en el Sahara la vida oculta de Jesús en Nazaret, n para predicar sino para vivir en la soledad, la pobreza, el trabajo humilde de Jesús.»
(abril, 1904)
Pasa largos momentos leyendo y meditando el Evangelio, donde encuentra las palabras y los ejemplos de Jesús a quien quiere imitar y seguir por amor. También pasó largos ratos ante el Santísimo Sacramento, donde su fe le dice que Jesús está presente con toda su fuerza salvadora para el mundo.
La Eucaristía y los Pobres
«Una caridad fraternal y universal que comparte hasta el último bocado de pan con cualquier pobre, cualquier huésped, cualquier desconocido que se presente.»
(2 de junio de 1901)
Si adora a Jesús presente en la Eucaristía, lo contempla también en los pobres con los que Dios en Jesús de Nazaret se identifica. Se pone fraternalmente al servicio de estos «pequeños» de los cuales habla Jesús.
El Hermano Universal
«Es el trabajo que prepara la evangelización: crear la confianza, la amistad, el apaciguamiento, la fraternidad…»
(17 de junio de 1904)
Imagina incluso una red fraternal de todos los bautizados: sacerdotes, religiosos, religiosas, laicos, que serían voluntarios de una vida sencilla según el Evangelio, y para hacerse cargo responsablemente de los «más abandonados». Anhela para todos estos voluntarios del Amor un corazón de «hermano universal», como Jesús.
Vive entre los Tuaregs rezando y con un trabajo manual
«Así pues, debía imitar la vida oculta del humilde y pobre obrero de Nazaret.»
Enseña a las mujeres a hacer punto, proporciona semillas para los huertos de Tamanrasset… Con estas disposiciones interiores, uno no se asombra de su atracción por la vida de Nazaret: en ella Jesús se había señalado por la consideración, total y lúcida, de lo ordinario, lo diario, lo humano, lo real.
La muerte de Carlos de Foucauld
«Si el grano de trigo caído en tierra no muere, se queda solo; si muere, da mucho fruto; yo no he muerto, así que estoy solo… Pida por mi conversión para que, muriendo, dé fruto»
(a Suzanne Perret)
En Tamanrasset lo sorprende un grupo de rebeldes la tarde del día 1 de diciembre de 1916. Capturado en una emboscada, lo atan mientras saquean su residencia. El muchacho de quince años que lo vigila, asustado por la llegada súbita de dos soldados, dispara contra él a quemarropa.
PDF: Ocho relieves para rezar con Carlos de FOUCAULD, Antonio OTEIZA