Si la misericordia surge como reacción frente a la miseria y la fragilidad humana, ella conlleva necesariamente a la acción. Los discursos y las buenas intenciones no resultan suficientes cuando es el proyecto de vida buena y digna lo que está en juego. Transcurridos varios meses de este año jubilar, podemos comenzar a preguntarnos acerca de los frutos que vamos cosechando y cómo vamos transformando en gestos concretos aquello que hemos descubierto. ¿De qué manera la celebración de este jubileo se ha ido mostrando en nuestra vida personal y social? ¿Cuáles son los desafíos pendientes?
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