El fundamento del culto al Corazón de Jesús lo encontramos precisamente en el misterio de la Encarnación del Verbo, quien, siendo «consustancial al Padre», «por nosotros los hombres y por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre».
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