Horeb Ekumene, 375, diciembre 2024

LAS TRES ÚLTIMAS CARTAS DE CARLOS DE FOUCAULD EL DÍA DE SU MUERTE EL 1 DE DICIEMBRE DE 1916

Carlos de Foucauld escribe tres cartas el 1 de diciembre de 1916: la primera, a su amigo Laperrine, que está en Francia, en el frente, para darle noticias de la región. La segunda a su prima, la Sra. DeBondy, en la que le dice: «Cuando se quiere sufrir y amar, se puede mucho, es lo que más se puede en este mundo. Se siente el sufrimiento, no siempre siente uno que ama, y esto es un sufrimiento añadido; pero uno sabe que quiere querer, y querer amar, es amar. No amamos nunca suficientemente, verdaderamente, no amamos nunca lo suficiente, pero el buen Dios, que sabe de qué barro estamos hechos y que nos ama más que una madre ama a su hijo, nos ha dicho, y Él no miente, que no rechaza a quien vaya a Él».

Y la tercera a Luis Massignon,que dice así:

Tamanrasset, 1 de diciembre de1916. Querido hermano en Jesús: Has hecho bien en pedir que te coloquen en la tropa. No hay que dudar nunca en pedir los lugares donde el peligro, el sacrificio, las pruebas sean mayores: el honor, dejémoslo para quien lo quiera, pero el peligro, el sufrimiento, reclamémoslo siempre. Los cristianos debemos dar el ejemplo del sacrificio y de la entrega. Es un principio al que hay que ser fieles toda la vida, con simplicidad, sin preguntarnos si hay orgullo en este comportamiento: es el deber, hagámoslo y pidamos al bienamado Esposo de nuestras almas hacerlo con toda humildad, con todo el amor a Dios y al prójimo. Has hecho bien. Camina por este camino con simplicidad y en paz, seguro de que es Jesús quien te ha inspirado seguirlo. No te inquietes por tu familia. Confía y confíala a Dios, y camina en paz. Si Dios te conserva la vida, cosa que le pido de todo corazón, tu casa estará más bendecida, pues estarás más unido a Jesús y tendrás más vida sobrenatural. Si mueres, Dios guardará a la Sra. Massignon y a tu hijo como tú les hubieses guardado. Ofrece tu vida a Dios a través de Nuestra Madre la Santa Virgen, en unión al sacrificio de Nuestro Señor Jesús y por todas las intenciones del Sagrado Corazón, y camina en paz. Ten confianza en Dios que te dará la mejor suerte para su Gloria, lo mejor para tu alma, lo mejor para las almas de los otros, porque todo lo que Él quiere, tú lo quieres, plenamente y sin reservas. Nuestro rincón del Sahara está en paz. Rezo por ti de todo corazón y al mismo tiempo por tu hogar. Carlos de Foucauld.

Cuando Foucauld termina de escribir al mediodía se encuentra solo en la ermita. Unos cuarenta senusitas llegan silenciosamente y llaman a la puerta. Foucauld abre. Lo atrapan, lo tiran delante de la puerta de la ermita, se pone de rodillas y calla. Le ordenan poner los brazos detrás de la espalda y se los atan a los tobillos. Le interrogan y solo dice, en árabe: «Voy a morir». Lo confían al cuidado de un muchacho de quince años y saquean la ermita. Alguien grita: «Vienen dos soldados». Les disparan. Y el muchacho, nervioso, dispara también sobre Foucauld. La bala entra por detrás de la oreja y sale por el ojo izquierdo. El drama ha durado un cuarto de hora.

Foucauld no murió como un soldado con las armas en la mano.Su muerte fue un accidente, ya que sus manos atadas a los tobillos indican que querían llevarlo como rehén sobre un camello. A lo largo de su vida Foucauld pedía el martirio. Y así fue. Si el grano no cae en tierra y muere no puede dar fruto. El testimonio de que la vida de Carlos de Foucauld fue una vida entregada es que muchas personas siguen la espiritualidad de Nazaret que el nos trazó y hoy es un testimonio reconocido para la Iglesia Universal.


Lee el documento completo en PDF: Boletin nº 375-1 de diciembre

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.