El hombre sin fe no sabe que existe un reino interior, más valioso, más eficaz, e incluso más real que el mundo cultural de pensamiento exclusivamente racional. Pues hay una dimensión sobrenatural de las cosas y los acontecimientos que nada más es visible para una mente iluminada por la fe. Para Raimon Panikkar, “La humanidad adora las migajas, los vestigios divinos que encuentra en las cosas, pero no sabe recoger los fragmentos para remontarse hasta el amor de Dios Uno y Trino” (La Tradición cristiana, Fragmenta editorial, Barcelona 2018, 197). Una de las causas del aparente eclipse de Dios puede estar en la prevaricación humana que comporta la desaparición de Dios, pero “Dios se esconde, no solo por culpa del hombre, sino porque es un Ser que habita en lo inaccesible y ve en el secreto” (pág. 205). Así, “en Cristo, su divinidad se esconde; no se ve, es necesario creer… este obstáculo, el hombre no puede superarlo sin la iluminación de la razón por la misma fe” (pág. 207). Por esto, al estar el Reino de Dios en nuestro interior, “un solo pensamiento espiritual tiene más peso de ser que todo el universo material; un solo acto sobrenatural tiene una dignidad y una consistencia ontológica más grande que todo el mundo de la cultura exclusivamente natural… el reino de la cualidad está infinitamente por encima de la cantidad… Por esto, da más gloria a Dios un alma santa, o la elevación de un solo ser creado a ser Dios y participar de su misma efusión intratinitaria, que la vida más o menos vegetativa de una multitud” (pág.210-211).Y la razón que expone el doctor Panikkar es que “Dios está realmente escondido a los ojos externos, porque existe un reino interior en el que vive y reina; pero este reino interior no es tan solo escatológico y trascendente, sino que está dentro de nosotros personalmente y colectivamente, es decir, que está inmerso en el mundo y es como si constituyese su alma y su motor…El hombre sin fe no sabe que existe un reino interior, más valioso, más eficaz, e incluso más real que el mundo mismo cultural de pensamiento exclusivamente racional” (pág. 216), Y concluye: “No es que Dios se haya eclipsado, sino que el hombre se ha empequeñecido y se ha contentado en ser menos hombre” (págs. 218-219). JLVB