NOVENA DEL HERMANO CARLOS DE FOUCAULD. Hermanitas del Evangelio de Riobamba, Ecuador.

Unidos en la alegría y el agradecimiento por su vida, celebraremos la
BEATIFICACIÓN del HERMANO CARLOS DE JESÚS

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«Volvamos al Evangelio»

 

 

20160904_123859Vamos a profundizar el testimonio de vida y la espiritualidad del hermano Carlos de Jesús. Con él nos será más fácil “volver al Evangelio” para seguir a Jesús hasta las últimas consecuencias.

Fraternidad Hermanitas del Evangelio, La Inmaculada, Riobamba, Ecuador, septiembre de 2005

PRESENTACIÓN

Presentamos esta novena con ocasión de la beatificación del Hermano Carlos: el 13 de noviembre del 2005, dándole gracias a Dios por la espiritualidad que nos dejo para su “ familia” y la Iglesia universal.

ÍNDICE

1. La conversión de Carlos de Foucauld
2. Imitar a Jesús de Nazaret
3. Gritar el Evangelio con la vida
4. Evangelización desde los pobres
5. Hermano de los pobres y hermano universal
6. Amor a la Eucaristía, a los pobres y a la Iglesia
7. Oración y desierto
8. Oración de abandono
9. Una muerte pascual

PDF: Novena_Carlos_de_Foucauld_corregida_2005_(Ecuador)

La misericordia en el hermano Carlos. Fotogramas. Diego MELENDO

FOTOGRAMAS

Carlos de Foucauld Testigo de la Misericordia

Primer Fotograma:

Nazaret. Convento de las Clarisas. Capilla del Santísimo Sacramento. En la madrugada del día 8 de noviembre de 1897 encontramos arrodillado a los pies del Santísimo a Carlos de Foucauld, se levantó cuando le despertó su ángel, como lleva haciendo desde que le acogieron como recadero en el convento.

Es éste el cuarto día de un retiro de diez en le hará adorar mejor a Dios, cumplir mejor su voluntad, y consolar el corazón de Jesús.

Había pensado no escribir más pero la sequedad en la que se encuentra al hacer oración y la recomendación del padre Huvelin, le ha hecho retomar los cuadernos donde apunta sus reflexiones, oraciones y meditaciones, con muy pocas tachaduras, escritura firme, amplia, de un solo trazo.

“YO, MI VIDA PASADA. MISERICORDIA DE DIOS

Mi señor Jesús: dadme ideas, dadme palabras. Si en las meditaciones precedentes me sentía impotente, ¡cuánto más en ésta! No es la materia lo que falta…Al contrario ¡ella me aplasta!¡Cuántas misericordias, Dios mío!(…)¡Ay, Dios mío! Todos tenemos que cantar tus misericordias, nosotros, creados para la gloria eterna y rescatados por la sangre de Jesús, por vuestra sangre, mi señor Jesús, que estáis a mi lado en este Tabernáculo; pero si todos debemos hacerlo, ¡cuánto más yo! Yo que he estado desde mi infancia rodeado de tantas gracias(…)

Encontramos en ésta larga meditación su autobiografía espiritual, hasta la llegada a Nazaret. En la que él mismo se compara con el hijo pródigo, parábola paradigmática de la misericordia de Dios.

Él, que en el transcurso de su adolescencia perdió la fe, y vivió de manera muy liberal, se encontró a los 27 años recorriendo el camino de vuelta a casa de las maneras más insospechadas:

¿Por qué medios, Dios de bondad, me habéis hecho conoceros?¿de cuantos rodeos os habéis servido?(…) Esta oración: Dios mío, si existís, haced que os conozca. Todo esto era vuestra obra, Dios mío, vuestra obra solamente…Una hermosa alma os secundaba, pero por medio de su silencio, dulzura, bondad y perfección; ella se dejaba ver, era buena y esparcía su perfume atrayente, pero no obraba.(…) me dirigí para recibir clases de religión al padre Huvelin, yo pedí lecciones, él me hizo arrodillarme, confesarme y me envió a comulgar acto seguido…

En este momento dice que desde el momento que conoció a Dios no pudo hacer otra cosa que vivir para él, pues es un hombre que en palabras del padre Huvelin: “Hace de la religión un amor.”

Segundo Fotograma:

Beni-Abbés. Sudoeste de Argelia. Capilla de la fraternidad del Sagrado Corazón. 21 de junio de 1903.

El hermano Carlos se ha ordenado Sacerdote y ha decidido llevar el banquete eucarístico a “los más abandonados”. El mismo dirá que lleva una “vida de monje silencioso y escondido, mi vida de Nazaret” en medio de aquellos que le conocen como “el marabout”. Donde entre múltiples obras de caridad, atiende a los militares y rescata también esclavos. Quiere acostumbrar a todos los habitantes cristianos, musulmanes y judíos e idólatras a mirarle como su hermano –el hermano universal.

Allí se ha reencontrado con su amigo Henri Laperrine, que ahora es Comandante superior de los oasis saharianos. Éste le ha descubierto una anécdota que conmueve al marabout y que copia en su diario:

Después de la matanza de la misión Flatters, una mujer tuareg tuvo una hermosa actitud, oponiéndose a que se rematara a los heridos, los recogió y cuidó en su casa y después de su curación los hizo evacuar a Trípoli. Ésta alma, ¿acaso no está preparada para el Evangelio?

Resuena aquí aquella pregunta del Evangelio: ”¿y quién es mi prójimo?; el que practicó la misericordia”. Este acto definirá los últimos años de su vida, y partirá, por puro amor, a conocer y entablar amistad con los Tuaregs.

Tercer Fotograma:

Tamanrasset. El Hoggar. 2 de enero de 1908. En su refugio de 8 metros tiene su capilla, su mesa de trabajo, su biblioteca, sus papeles, está clavado en su lecho, no puede moverse sin sentir asfixia, apunta en su diario:

“Estoy enfermo. Obligado a interrumpir mí trabajo. Jesús, María, José, os entrego mi alma, mi espíritu, mi vida.”

Esta atacado de escorbuto, pero no lo sabe. Había repartido todos sus víveres pues:

“El año es duro en el país, hace diecisiete meses que no llueve, es la hambruna total, para un país que vive sobretodo de la leche. Las cabras están secas como la tierra.”

Sus vecinos tuaregs le salvan, ¿hay mayor vivencia de la misericordia? Éste gesto le conmueve. El 24 de enero escribe:

“Se han buscado para mí todas las cabras con un poco de leche, en esta terrible sequía, a cuatro kilómetros a la redonda.”

Aquí encontramos su segunda conversión, que provocará una ruptura con los métodos misioneros de esa época proponiendo el apostolado de la amistad.

Cuarto Fotograma:

1 de agosto de 1916. Tamanrasset. Justo cuatro meses antes de su muerte, escribe una carta a Louis Massignon; en la que muestra cómo y por qué debemos practicar la misericordia:

“Piensa mucho en los demás y ora mucho por ellos. Dedícate a la salvación del prójimo con los medios que están en tu mano: la oración, la bondad, el ejemplo(…)Cuando se da una limosna a un pobre, cuando se hace el bien al alma de un pecador es a Jesús a quien s hace.(…) Pienso que no hay una frase del Evangelio que me haya producido una impresión más profunda y haya transformado mi vida más que ésta: << Todo lo que hicisteis con uno de estos pequeños, conmigo lo hicisteis>>. Basta pensar que estas palabras fueron pronunciadas por la verdad increada para sentirse empujados a buscar y amar a Jesús en <<estos pequeños>>”

Diego

Con ocasión del Centenario de la muerte del Bienaventurado Charles de Foucauld,

Su Santidad el Papa Francisco se une gustosamente a la acción de gracias de los responsables y de los miembros de los grupos que se inspiran en su espiritualidad. El Santo Padre desea que siguiendo la intuición del Bienaventurado, el espíritu de Nazaret pueda iluminar la vida y las relaciones cotidianas y ordinarias de numerosas personas. Que el ejemplo de aquel , que siguiendo a Jesús ha querido ser “Hermano Universal”, abierto  a acoger a todos, ayude a descubrir, en el respeto a la tradición religiosa de cada uno, la importancia de la proximidad  con los mas pobres y los mas abandonados para crecer en humanidad. “Todo cristiano debe mirar a todo ser humano como a un querido hermano” escribió. En efecto , para él es amando a los otros que se aprende a amar a Dios. “El amor a Dios, el amor a los hombres, es toda mi vida, así lo espero” (24 de abril de 1890). Que el testimonio del Hermano Charles de Jesús de una vida humilde y discreta, totalmente entregada al servicio del prójimo, anime a los jóvenes a discernir la llamada del Señor y a atenderla con alegría abandonándolo todo para seguirlo, libres del deseo de riqueza y de poder! Confiando a su intercesión en el Año del Jubileo de la Misericordia , la paz y la reconciliación entre los pueblos, el Santo Padre envía de todo corazón la Bendición Apostólica a todas las personas que viven de su espiritualidad así como a aquellas que se benefician de su irradiación.

Ciudad del Vaticano, 22 de junio de 2016.

Cardenal Pietro Parolin
Secretario de Estado de Su Santidad

PDF: Con ocasión del Centenario del bienaventurado Carlos de FOUCAULD

Jacques GAILLOT, Felices los misericordiosos

Si me pidieran dibujar la misericordia, ¿cómo lo haría? Una persona va hacia mí con los brazos levantados, con un rostro lleno de bondad y ojos que hablan de la ternura de su corazón.

La misericordia manifiesta el exceso, la desmesura, la sobreabundancia, la gratuidad.. Va más allá de nuestras miserias.

No es de extrañar que estamos sorprendidos y desconcertados.

Fuera de la lógica del dar y recibir, supera la estricta justicia, no espera nada a cambio.

La misericordia es la firma de Jesús: un don que excede toda justicia.

En el Evangelio, ¡sólo las mujeres muestran pruebas de sobreabundancia!

“Las quiero tanto que las encuentro bellas”

Hace tiempo fui invitado a visitar una casa para personas con grandes discapacidades. Una casa que se encontraba a las afueras de una población, Quien me acompañó por la diferentes salas era un sacerdote. Trabajaba habitualmente de noche, pero él tenía que estar para poder hacer yo la visita.

20160810_01Pasé al lado de cuerpos desarticulados, de caras deshechas que parecían cubiertas de máscaras de fealdad. Sus gritos se me hacían insoportables

Estaba preocupado y molesto. Quien me acompañaba se dio cuenta de mi malestar, me miró y me dijo esto tan extraordinario que aún no he olvidado:

“¡Las quiero tanto que las encuentro bellas!”

Esto me traspasó el corazón. Un camino se abría delante de mí para hacerme descubrir mis miedos y mis debilidades.

Comprendí que amar no es hacer cosas por alguien, es descubrir que eso es bello. La felicidad, ¿no es saberse bello ante la mirada de los demás?

Este sacerdote tenía un corazón de “carne” y no un corazón de “piedra”. No tenía muros de miedo para protegerse de los demás. Era libre de ir hacia ellos y quererlos. Podía comprender a cada persona discapacitada: “¡Tú eres importante! Te quiero . Con tus heridas y con tus fragilidades, tú puedes ser grande y ser tú mismo”.

“No puedo perdonar”.

Una tarde, una mujer que apenas conocía, me pidió con insistencia ir a ver a una gran amiga suya a punto de morir en la Salpêtrière, el gran hospital parisino: sufría la enfermedad de Charcot.

Me resistía: ir a ver al hospital a una mujer que no conocía y que estaba para morirse; era difícil. ¿Por qué? Pero la mujer del teléfono no hacía caso de mi resistencia.

“Se lo ruego, venga aquí”.

Lo dejé todo y fui al hospital, con pies de plomo y de mala gana: no conocía nada de esta enferma que iba a morir, ni siquiera su nombre. ¿Estaba casada? ¿Era cristiana? Y si había dos enfermas en la habitación, ¿cuál era?

20160810_02Llamando a la puerta de la habitación dejé de preguntarme cosas y me confié al Espíritu Santo.

Vi una sonrisa enorme en esta mujer con la enfermedad de Charcot. El hombre al pie de su cama era su marido. Se fue precipitadamente.

Me encontré solo con esta mujer que estaba muy delgada y no podía hablar. Escribía en una pequeña pizarra sin vacilar y me mostró la pizarra. Su escritura me gustó.

  • “Gracias por estar aquí. ¿Puedo preguntarle unas cosas?”
  • “Sí, si no son demasiado difíciles”.

Ella se puso a reír. Su pregunta me sorprendió:

  • “¿Qué va a suceder cuando llegue al más allá?”
  • “Lo verá cuando esté allí, Lo importante es lo que ocurre ahora”

Mi respuesta la hizo reír de buena gana. Todo fue bien entre nosotros.

“Yo pienso como usted”

Después vino la pregunta esencial:

  • “No llego a perdonar a los que me han hecho mal. Me gustaría morir en paz. Guardo un peso en mi corazón”
  • “No es fácil perdonar. A pesar de nuestros esfuerzos no llegamos a ello. Pidamos los dos a nuestro Padre del cielo poder perdonar a los que nos han hecho daño”.

Tomé su mano y recité despacio la oración de Jesús. Noté que se unía con todo su corazón a esta plegaria.

La bendije. La besé en la frente y salí.

20160810_03Una tarde he recibí un sms en mi teléfono:

“He perdonado. Mi corazón está en paz. Gracias a Dios. Gracias a usted por este encuentro lleno de luz”

Al día siguiente por la mañana, un nuevo sms:

“Mi corazón tiene una gran paz. Estoy dispuesta a irme cuando el Señor quiera. Gracias otra vez por ese encuentro de paz y de luz”.

Murió poco después.

La misericordia no se fabrica; se recibe.

El don de Dios no se compra, no se vende, no devuelve la llamada.

Dar gratuitamente sin esperar nada, sin que nadie pierda la esperanza.

Arriesgarse a amar hasta el final.

« La misericordia es el mejor camino para entrar en el Reino de Dios » (Papa Francisco)

“Felices los misericordiosos porque ellos obtendrán misericordia” Mt 5,7

20160810_04Jacques GAILLOT,
Obispo de Partenia,
Fraternidad Sacerdotal Iesus Caritas

París, 20 de julio de 2016
(Texto de Jacques GAILLOT en exclusiva para iesuscaritas.org)

PDF: Jacques GAILLOT, Felices los misericordiosos

Javier PINTO, Chile, Ficha 4 del Jubileo de la Misericordia

La palabra “miseri-cordia” pone de manifiesto la capacidad del corazón de dejarse impactar por la miseria que golpea la vida del ser humano. Son muchas las formas a través de las cuales se expresa esta miseria, poniendo en evidencia no solo la vulnerabilidad humana, sino también la acción destructiva del pecado personal y social. Buscar el rostro misericordioso de Dios implica reconocer que somos parte de esta realidad de fragilidad, pero queremos comprometernos a transformarla, recordando que estamos llamados/as a una vida de dignidad, bondad, libertad y plenitud. El año jubilar, año de perdón y de liberación, es un tiempo privilegiado para redescubrir esta vocación.

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