George FLOYD, he ahí al hombre. José ARREGI

(fuente: Religión Digital)

«Su delito es ser negro. Cada día un negro desarmado es asesinado por policías en EEUU»

Mineápolis (Estados Unidos), 25 de mayo de 2020, ocho y veinte de la tarde. Un hombre negro es maniatado, derribado, aplastado contra el suelo, y su cuello estrujado por la forzuda rodilla de un policía blanco en uniforme. He ahí el hombre. ¿Son dos, son uno? ¿Son enemigos, son hermanos? He ahí el ser humano, en su gloria y su ruina, su dignidad y su desdicha, su grandeza y su miseria.

“No puedo respirar, hombre, por favor”, dice jadeante el hombre negro al agente, si es que aún sabe a quién habla o si es un hombre a quien habla. Un pobre hombre jadeante implora a un pobre hombre prepotente más pobre aún, pues implorar es más digno y más humano que aplastar. Mientras el agente policial mantiene su rodilla hincada sobre el cuello del hombre negro, sus dos compañeros miran la escena mascando chicle.

“¡Mamá!”, se le oye suspirar al hombre negro, buscando el cobijo del vientre bendito del que más le habría valido acaso no salir nunca a las tinieblas de esta humanidad. No iba armado, no ha intentado huir. Había pasado el coronavirus, había perdido su trabajo. ¿Es tal vez su delito haber comprado una cajetilla de cigarros con un billete falso? No, es más grave, mucho más. Su delito es ser negro. Cada día un negro desarmado es asesinado por policías en EEUU.

“No puedo respirar”, repitió el hombre negro hasta 16 veces antes de morir asfixiado. Fue asesinado. Se llamaba George Floyd, tenía dos hijas y una preciosa nieta de 6 años. Tal vez pudo aliviar su sofoco final recordando a las tres, al mismo tiempo que llamaba a su madre. Cuatro mujeres sostienen su vida en su terrible éxodo, como aquellas cinco mujeres del libro bíblico del Éxodo que salvaron a Moisés.

Pero ellas solas no bastaron para salvar a George ni bastarán para devolverle la vida, ni para evitar que esta pobre especie humana perezca de asfixia o para hacer que nazca de verdad y que resuciten todos los muertos, también el asesino, cuya humanidad, cuya libertad y conciencia verdaderas, ya estaban muertas mucho antes de que su rodilla estrangulara a la víctima. Solo entre todos podremos salvar a la humanidad, y solo la salvaremos cuando sepamos que todos somos uno, incluso el asesino.

¿Incluso el asesino? La masiva reacción popular estadounidense y el impacto mediático planetario –todo tan ambiguo y efímero, pero ahí es donde la humanidad pugna por nacer– han hecho que el fiscal acuse al policía de asesinato en segundo grado –asesinato no planificado en el que, sin embargo, existe intencionalidad–. Así podrá ser condenado a cadena perpetua, así se restablecerá el orden, así se restituirá la justicia, así se salvarán las apariencias, así tranquilizaremos nuestra conciencia. Y seguiremos igual.

Oraciones por George Floyd

Así no salvaremos la humanidad. ¿Qué es la humanidad? Es ser humilde, libre, hermano. Es compadecer, cuidar, curar. Salvar. Respirar y dar respiro, recibir y dar aliento. La humanidad es humus, arcilla, tierra animada por el Aliento vital. La arcilla es la misma y el Aliento es el mismo. Somos uno y solo juntos nos podremos salvar.

No salvarán a la humanidad las órdenes dictadas por Donald Trump a sus gobernadores por videoconferencia, para ahogar las protestas: «Tenéis que dominar. Si no domináis, estáis perdiendo el tiempo. Van a pasaros por encima y vais a parecer una panda de gilipollas. Tenéis que arrestar a gente, juzgarla y tienen que ir a la cárcel durante mucho tiempo». He ahí el poder, la humanidad sofocada, boqueando.

No salvarán la humanidad todas las penas del mundo, ni el poder ni la represión ni la cárcel –por perpetua que sea: a más cárcel menos humanidad– ni el odio ni la venganza ni ninguna violencia instituida por el poder o inspirada por el rencor. Y no predico el buenismo ni la permisividad irresponsable ni ningún tipo de tolerancia con la injusticia y el desorden establecido. No es eso.

Violencia activa, en la resistencia no violenta, y en el poder de la educación, la inteligencia, la ciencia, la conciencia educada por la compasión espiritual y política. Creo que “nadie nace odiando a otra persona por el color de su piel o su origen o su religión” (Nelson Mandela). Creo en el poder de la bondad. Creo en la bondad de George Floyd, y que ha perdonado de todo corazón a su asesino. Creo sinceramente que yo no soy mejor que su asesino. Creo en la chispa de humanidad que luce en su fondo, como en el mío, y que quisiera nacer, renacer, dejarse perdonar y dar la mano y seguir caminando. Y eso significa para mí “creer en Dios” o más bien crearlo creándonos más humanos.

Relieves del hermano Carlos. Antonio OTEIZA

El itinerario espiritual de Carlos de Foucauld a lo largo de su vida nos ofrece el testimonio de una persona totalmente entregada a la voluntad de Dios, viviendo una vida evangélica en medio de los más pobres en el corazón del desierto del Sáhara, con humildad, pobreza y caridad cristiana. Queriendo imitar a Jesús y entregarse a los demás hasta desear el martirio si así fuera la voluntad del Señor, muere asesinado el 1 de diciembre de 1916 en Tamanrasset.

Nace en Estrasburgo el 15 de septiembre de 1858 en el corazón de una familia noble. Huérfano de padre y madre a los seis años, queda bajo la tutela de su abuelo. Su infancia es triste. A causa de su carácter inquieto y desorientado, pierde la fe y, en consecuencia, vive su juventud de forma disoluta. Ingresa en el ejército en 1878 y participa en expediciones militares en África. Sin encontrar sentido a su vida, abandona el ejército y hace un viaje a Marruecos.

El desierto y la fe de los musulmanes le producen un impacto muy grande y hacen renacer en él la inquietud por la fe y Dios. Gracias a su prima, María de Bondy, y a su director espiritual, el padre Huvelin, llega su conversión. “Tan pronto creí que había Dios, me di cuenta de que no podía hacer otra cosa que vivir sólo para Él”.

Peregrina a Tierra Santa con la voluntad de descubrir el misterio de Nazaret. Más tarde entra en la Trapa para vivir en la extrema pobreza. Se le concede la dispensa para salir. Vive en Nazaret una vida contemplativa y humilde. Es ordenado sacerdote en el seminario de Viviers el 9 de junio de 1901. Poco tiempo después se instala en el oasis de Beni-Abbès, al sur de Argelia, con el fin de vivir su vocación de “hermano universal” en medio de las tribus pobres del desierto. Más tarde vive entre los tuaregs en Tamanrasset, en el Ahaggar.

Redacta diferentes proyectos de fundación sin encontrar seguidores al tiempo que se dedica a ayudar a los más necesitados y a acoger a todo el mundo. Hace tres viajes a Francia para crear una asociación de laicos con sentido misionero y de búsqueda espiritual, y realiza un extenso trabajo lingüístico para dar a conocer la lengua de los tuaregs. Las revueltas armadas entre las diferentes tribus de la zona, motivadas por la guerra de 1914, hacen que en el año 1916 muera solo, asesinado por una partida de sinusistas en Tamanrasset.

Su deseo de tener seguidores se hace realidad después de su muerte y a lo largo de los años hasta nuestros días. Además de la “Unión de hermanos y hermanas del Sagrado Corazón de Jesús”, formada por cuarenta y nueve miembros en el momento de su muerte, se constituyen a partir de 1933 por todo el mundo, diversas “fraternidades” que viven y transmiten su mensaje, convirtiéndolo en una figura espiritual de gran influencia para nuestro tiempo. Grupos formados por matrimonios, célibes, sacerdotes, religiosos y religiosas, cada uno con su carisma particular, intentan vivir su compromiso evangélico siguiendo el mensaje de Carlos de Foucauld.

Desde el encuentro del mes de noviembre de 1955 en Beni-Abbès, los representantes de todos los grupos se encuentran periódicamente en diferentes lugares del mundo con el fin de compartir lo que vive cada uno en sus diferentes realidades y actualizar la espiritualidad de Carlos de Foucauld. El único encuentro realizado en España en el año 2001 fue en el pequeño pueblo de Tarrés, de la provincia de Lérida, donde la Comunidad de Jesús tiene diferentes casas de acogida, destinadas a vivir y difundir la espiritualidad foucauldiana. En su iglesia parroquial hay desde el año 2007 una capilla dedicada al beato Carlos.

En este lugar tiene su sede la Asociación “Familia Carlos de Foucauld en España” creada en el año 2006 y formada por todos los grupos, fraternidades y comunidades que se inspiran en su espiritualidad. Esta Asociación quiere ser un signo del espíritu abierto y universal que Carlos de Foucauld vivió, con el reto de trabajar por el Reino de Dios en nuestro mundo, desde la pequeñez, al lado de los pobres y “gritar el Evangelio con toda nuestra vida”, como a Carlos de Foucauld le gustaba decir.

ANOTACIONES

El conocimiento que se pueda tener de Carlos de Foucauld es de cultura religiosa elemental, pero visualmente me lo encontré en el ejemplo pobre y humilde de las Hermanitas, sus cristianos hábitos de azul añil y su vida en los ambientes marginados, y esto hizo crecer en mí la admiración por el Hermano Carlos.

Más tarde conocí a un Hermano sacerdote, contemplativo y abierto, y últimamente a los Hermanos Luis y Marisol, matrimonio de la Comunidad de Jesús en Valencia. Por esos días había terminado una serie de relieves sobre la vida de un venerable capuchino y me nació el ofrecimiento de hacer otra serie cerámica sobre Carlos de Foucauld. Esos Hermanos me acercaron a Torrechiva, Fraternidad en donde leí con más detenimiento su vida. Allí tenían un taller de escultura que se me facilitó para que fuera sacando aquellos pasajes que más determinaron o expresaban su interioridad, su ejemplo para nosotros.

Hace ya muchos años, demasiado tiempo, que andamos sufriendo una imaginería de débil y falso realismo. Por ese motivo con el P. Aguilar, dominico, desde los comienzos de la revista ARA, formamos equipo y trabajamos por un arte religioso actual y por mi parte, con cierto expresionismo, haciendo algunas exposiciones y algunas capillas por España y América.

Madrid, noviembre 1998
Antonio Oteiza

PDF: Relieves del hermano Carlos. Anronio OTEIZA

Ocho relieves para orar con Carlos de FOUCAULD. Antonio OTEIZA

La Conversión

«Me di cuenta de que no podía hacer otra cosa que vivir únicamente para Él»
(14 de agosto de 1901)

Lo prioritario, desde su conversión hasta el final de su vida, es la fidelidad absoluta, y sin interrupción, al amor apasionado que tiene a Jesús. Carlos tuvo la suerte de tener un corazón capaz de amar hasta el extremo. Desde que se sitúa, por acción de la gracia, en presencia del misterio de Dios encarnado en Jesucristo, arde en amor a Él.

 

Admira la Religiosidad Musulmana

En su viaje a Marruecos Dios le había tomado la palabra, dejando que fuese afectado por el impacto de los creyentes del Islam:

«El Islam produjo en mí una profunda convulsión… la visión de esta fe, de estas almas que viven en continua presencia de Dios, me dejó entrever algo de mayor envergadura y más verdadero que las ocupaciones mundanas: «Ad maiora nati sumus» (Nacimos para cosas más elevadas)…»

 

Traduce el Evangelio al Árabe y al Targui

Carlos quiere ver a Jesús en todo ser humano… Este deseo le conduce a actitudes concretas: quiere «llegar a ser del país», hablar con los Tuareg en su lengua, compartir su estilo de vida y sus costumbres, desea que progresen en bienestar material y moral…

«teniendo para con todos bondad y afecto fraternal, sirviéndoles en todo lo posible, entrando en contacto afectuoso, siendo un tierno hermano para con todos…»

 

La Noche del Desierto

«Continuar en el Sahara la vida oculta de Jesús en Nazaret, n para predicar sino para vivir en la soledad, la pobreza, el trabajo humilde de Jesús.»
(abril, 1904)

Pasa largos momentos leyendo y meditando el Evangelio, donde encuentra las palabras y los ejemplos de Jesús a quien quiere imitar y seguir por amor. También pasó largos ratos ante el Santísimo Sacramento, donde su fe le dice que Jesús está presente con toda su fuerza salvadora para el mundo.

 

La Eucaristía y los Pobres

«Una caridad fraternal y universal que comparte hasta el último bocado de pan con cualquier pobre, cualquier huésped, cualquier desconocido que se presente.»
(2 de junio de 1901)

Si adora a Jesús presente en la Eucaristía, lo contempla también en los pobres con los que Dios en Jesús de Nazaret se identifica. Se pone fraternalmente al servicio de estos «pequeños» de los cuales habla Jesús.

 

El Hermano Universal

«Es el trabajo que prepara la evangelización: crear la confianza, la amistad, el apaciguamiento, la fraternidad…»
(17 de junio de 1904)

Imagina incluso una red fraternal de todos los bautizados: sacerdotes, religiosos, religiosas, laicos, que serían voluntarios de una vida sencilla según el Evangelio, y para hacerse cargo responsablemente de los «más abandonados». Anhela para todos estos voluntarios del Amor un corazón de «hermano universal», como Jesús.

 

Vive entre los Tuaregs rezando y con un trabajo manual

«Así pues, debía imitar la vida oculta del humilde y pobre obrero de Nazaret.»

Enseña a las mujeres a hacer punto, proporciona semillas para los huertos de Tamanrasset… Con estas disposiciones interiores, uno no se asombra de su atracción por la vida de Nazaret: en ella Jesús se había señalado por la consideración, total y lúcida, de lo ordinario, lo diario, lo humano, lo real.

La muerte de Carlos de Foucauld

«Si el grano de trigo caído en tierra no muere, se queda solo; si muere, da mucho fruto; yo no he muerto, así que estoy solo… Pida por mi conversión para que, muriendo, dé fruto»
(a Suzanne Perret)

En Tamanrasset lo sorprende un grupo de rebeldes la tarde del día 1 de diciembre de 1916. Capturado en una emboscada, lo atan mientras saquean su residencia. El muchacho de quince años que lo vigila, asustado por la llegada súbita de dos soldados, dispara contra él a quemarropa.

PDF: Ocho relieves para rezar con Carlos de FOUCAULD, Antonio OTEIZA