Al samaritano no le hicieron falta 4.080 caracteres. Josep DALMASES

Se me aventura que 4.000-5.000 caracteres -contando los espacios en blanco- para hablar del amor a los pobres pueden ser pocos. Pero también demasiados. De momento, tonteando, ya llevo 220 si incluyo este punto y aparte.

Simone Weil, antes de que se redactaran, ya profetizó que los derechos humanos son una mierda pinchada en un palo. Evidentemente he versionado, porque ella lo dijo más delicadamente –aunque con la misma contundencia. Ella proponía declarar, definir, los deberes humanos. Porque, ¿de qué sirve detallar los derechos si no hay dónde reclamarlos? si su garantía queda ‘colgada en la nube’? Un brindis al sol. ¿De qué les sirven a Brahim, Leonor, Ramón, Ahmed, Claudia… y a tanta infinidad de seres humanos?

En realidad, lo que importa son los ‘deberes’. Es un deber humano que si yo tengo agua le dé al que no tiene, que si tengo dos capas le dé una al que no tiene –un iluminado ya lo dijo hace unos siglos.

¡Cuánta hipocresía detrás del fatalismo: pobres los ha habido y los habrá siempre! A Jesús le aplicaron la censura los mismos evangelistas –hipótesis no contrastada- cuando dijo porque siempre tendréis pobres con vosotros (Mt 26.11). Quizá la frase continuaba diciendo “mientras haya estúpidos engreídos, ególatras que funden su felicitad en el acaparar, acumular, proteger, o en la imbécil vanagloria del éxito…” Los evangelios citaban Dt 15.11. ¡Pero solo recogieron una parte! Porque el versículo completo dice: Pues nunca faltarán pobres en medio de la tierra; por eso yo te mando: abrirás tu mano a tu hermano, al pobre y al menesteroso en tu tierra. Las negritas –cosecha propia- señalan un deber, no un derecho. Un versículo previo, Dt 15.4, ya decía: de esta manera no habrá pobres entre vosotros.

Los derechos humanos por desgracia son meros tranquilizantes, sedantes. Curas paliativas para mantener una condena a muerte. Para que mueran soñando que habrá un día en que todos al levantar la vista…

Cretino narcisismo subyace detrás del yo y los míos somos distintos. ¡Cuánta simpleza detrás del ellos se lo han buscado! ¡Cuánta ceguera detrás del no es para tanto o aquel se quejan de vicio! ¡Cuánto antifaz -de justificaciones razonadas- para no ver! ¡Cuánta coraza adherida como una segunda piel en aquello de cambiemos de tema que esta cantinela ya me la sé! ¡Cuánta banalidad en la cultura del todo irá bien, confiando que el tiempo todo lo cura!

2.384 caracteres y todavía no he atendido a lo que me ha pedido la redacción del Més a prop. Debo escribir sobre mi voluntariado en Arrels-Sant Ignasi de Lleida, como testimonio del apartado “el amor a los pobres”. Y no lo atiendo; porque en el fondo no quiero atenderlo. Tengo un problema de vocabulario: usuarios, voluntario, voluntariado, pobres, cooperantes… Este etiquetaje infinito -que reconozco que necesitamos para abreviar las conversaciones- acaba llevando a un reduccionismo, a una despersonalización perversa.

El amor a todo ser humano, a cualquier ser humano, cuando añade etiquetas no es amor. Es un fraude. El amor, el gratuito e incondicional, aquel que Jesús plasmó, no admite ninguna.

El amor universal –matiz que subraya Carlos de Foucauld- menos aún. Cualquier etiqueta resulta un oxímoron.

Aquí es donde –por honestidad– debo mencionar la mediación de Arrels-Sant Ignasi, que me ha permitido entrar en contacto con otros ‘hermanos en la humanidad’. Y probar de quererlos como personas. Y dejarme querer por ellos. Los círculos –a menudo concéntricos- de la familia, los amigos, los colegas, la comunidad de fe, han quedado atrás. Las distancias se han reducido lo suficiente. Las gafas de mirar de cerca que usaría para ver la letra pequeña, lo desenfocado, han dado paso a unas progresivas. No hay un cambio de graduación para tratar contigo, o contigo, o contigo… No hacen falta distintas monturas, distintas etiquetas, la graduación es única. Es el buen enfoque el que habilita adaptarse a cada realidad. Realidad única, siempre única.

Quizá, para salir de Jerusalén e ir a Jericó, al samaritano -para detenerse a amar- no le hicieron falta ninguno de estos 4.080 caracteres.

josep dalmases

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Llamada desde Tamanrasset (Argelia)

De la familia Charles de Foucauld en el Hoggar (Argelia):
Hermanitos de Jesús y Hermanitas del Sagrado Corazón.

El Hoggar, en el desierto del Sahara, en el sur de Argelia, es el lugar más significativo de Charles de Foucauld: es allí donde se instala en 1905, en este pequeño pueblo de Tamanrasset compuesto entonces por ‘una veintena de chozas’. Charles vivirá allí los últimos 11 años de su vida hasta su muerte el 1 de diciembre de 1916, y estos serán para él los años de mayor madurez espiritual pero también humana. Vivirá un desplazamiento y una conversión interior entrando cada vez más en diálogo con la cultura y la mentalidad de la población, deseando ardientemente ser reconocido como hermano suyo por una vida de bondad fraterna. Esto marcará no solo su vida, sino toda la Iglesia en su acercamiento en diálogo con otras religiones y culturas. Los “mártires de Argelia”, que pronto serán beatificados, son testigos de su influencia.

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Mariano PUGA, santo popular de Chile. Jesús HERRERO ESTEFANÍA

Mariano PUGA se refirió a su mundo, al que él comparte. Un mundo de cesantía, de hambre, de ollas comunes, de mujeres golpeadas por sus maridos, de niños castigados, a veces brutalmente, por sus padres, un mundo donde no siempre se practica el sacramento del matrimonio y donde las más de las veces se ignoran los diez mandamientos, pero donde se ejerce la solidaridad de modo tan natural y simple que nunca un doliente está solo. En palabras suyas “la “opción por los pobres” no es suficiente, pues en ella hay uno que opta y un optado, produciéndose una relación vertical que no es propia del Reino de Dios. El “por los pobres” convierte a los pobres en objetos de nuestra opción. Mientras que en el “con los pobres” se trabaja codo a codo, se sufre en conjunto y se anuncia la dicha de la Resurrección a los compañeros. No creo que no considerarse feminista es considerarse inhumano, porque la raza humana somos mujeres y hombres. Vivimos en un mundo machista, para qué decir dentro de la Iglesia Católica, ahí ya llegamos a la exageración. Las mujeres en la Iglesia son 3/4 de ella. Son las que hacen la tarea de cada día. Pero cuando se trata de compartir con ella el servicio del poder a la comunidad, no tiene ningún espacio.

Y la iglesia apenas musita declaraciones, la iglesia ha sido cómplice del sistema de mercado. ¿Qué les pasa a los pastores de Chile? Han perdido la capacidad de estar con el pueblo, hacer suyo sus gritos y gemidos, han perdido credibilidad porque hemos escandalizado a nuestro pueblo, le hemos dañado y mentido y ahora estamos en exilio en nuestra propia tierra, encerrados y exiliados en nuestra propia iglesia.

Durante estos meses habíamos tratado de comulgar con el cuerpo de Cristo, baleado, dañado, mutilado, asesinado… ¿No era consecuente comulgar con el cuerpo de Cristo? …. “quien come el Cuerpo de Cristo indignamente, come su propia condenación” (1 Cor 11, 27).

Mariano PUGA CONCHA nació el 25 de abril de 1931 en una familia aristocrática. En su juventud ingresó a arquitectura, pero abandonó dicha carrera tras una experiencia como estudiante con personas de un Campamento marginal en el Zanjón de la Aguada. Entonces ingresó al Seminario Diocesano. Fue párroco de la Población La Legua. Su testimonio siempre fue más práctico y encarnado, sobre todo por su adscripción al movimiento de los curas obreros, que declarativo. Aunque también escribió numerosos textos y dio entrevistas en especial en la revista Mensaje de los jesuitas.

Pero la forma más clara, concreta y vivencial de conocer la vida y la misión de Mariano, es a través de algunos testimonios recogidos en el diario Interferencia:

Testimonio de la iglesia en dictadura

“A la salida vi al padre Mariano Puga, rodeado de sus míseros vecinos de la población marginal donde él ejerce su ministerio. Un hombre esbelto y hermoso. Pantalones grises, chaqueta cortavientos, gorro forrado en piel.

No hacía mucho que había salido de prisión. Lo detuvieron en curiosas circunstancias. Había ido a una misa en la Iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles, pleno barrio alto. El cura oficiante le invitó a decir el sermón. Mariano Puga se refirió a su mundo, al que él comparte. Un mundo de cesantía, de hambre, de ollas comunes, de mujeres golpeadas por sus maridos, de niños castigados, a veces brutalmente, por sus padres, un mundo donde no siempre se practica el sacramento del matrimonio y donde las más de las veces se ignoran los diez mandamientos, pero donde se ejerce la solidaridad de modo tan natural y simple que nunca un doliente está solo. Gran parte de ese otro mundo que constituía el público asistente a la misa, se conmovió. Pero el presidente de la junta vecinal protestó indignado por el sermón y llamó a, la policía. Se llevaron preso a Mariano Puga, el sacerdote de los marginales, porque lo hallaron subversivo.

A las puertas de la Basílica de Lourdes, el padre Puga testimonió con indignación: Cuando estuve preso, reconocí en uno de los detenidos a un hombre que ahora La Segunda da por muerto en un enfrentamiento en Argentina. Yo estuve a su lado. Estaba tan torturado que no podía ni moverse”.
(Virginia Vidal, “Otras voces, otros temples”, Araucaria de Chile, Número 15, 1981, página 188).

El cura obrero

“Desde la ventana de su mediagua en Villa Francia, Estación Central, Mariano Puga veía pasar a los obreros que iban caminando muy temprano a sus trabajos. Un día, orando con Jesús, pensó que tenía que cortar toda dependencia económica y ganarse la vida como sus vecinos, como el carpintero de Nazareth. Entonces fue a hablar con la gente de la empresa que estaba construyendo las casas en la villa y al día siguiente comenzó a trabajar de obrero. “Al párroco lo conocían porque andaba repartiendo ripio”, dice Mariano y se ríe. “Me acuerdo que estaban dos cabros chicos mirado esto y uno le dice al otro: «Ese maestro que está ahí me dio la Primera Comunión». ¡Un carpintero de Nazareth es el fundador de la Iglesia de Cristo! ¿tienes esa imagen? No la tiene nadie””.
(Paz Escárate Cortés, “El amor de Cristo urge: Mariano Puga”, Mensaje, vol. 68, página 43).

Cristianos por el socialismo

“A pesar de que diferentes opiniones, hay cierta coincidencia en que la comisión «Los hombres buenos», eran aquellos integrantes que mantenían las mejores relaciones con los obispos y con Silva Henríquez. Es recién con el movimiento “Cristianos por el Socialismo” cuando el cardenal, y en general toda la jerarquía, adopta una postura de rechazo absoluto ante todo planteamiento y toda acción del movimiento. De hecho, Mariano Puga recuerda la reacción del cardenal al enterarse de la preparación del Primer Encuentro Latinoamericano de Cristianos por el Socialismo: “De hecho, el Cardenal Silva nos llamó y nos echó de todo cargo: yo estaba impartiendo un seminario – ¡Fuera!; Roberto Bolton con su equipo de seminario – ¡Fuera!; Humberto Guzmán con su trabajo en la Parroquia Universitaria – ¡Fuera! Nos echó a todos, descabezó a todos de los cargos. Fue increíblemente represivo””.
(Francisco Masías Urbina, “El grupo de los ochenta: pensamiento, acción y radicalización de los sacerdotes de la iglesia católica chilena”, Tesis presentada para optar al grado de Licenciado en Historia, 2015).

La opción por lo pobres no basta

“Así, desde su trinchera de lucha, Mariano Puga articuló un movimiento con los pobladores desde adentro, en sintonía con su pensamiento y su cotidianidad. En palabras suyas “la “opción por los pobres” no es suficiente, pues en ella hay uno que opta y un optado, produciéndose una relación vertical que no es propia del Reino de Dios. El “por los pobres” convierte a los pobres en objetos de nuestra opción. Mientras que en el “con los pobres” se trabaja codo a codo, se sufre en conjunto y se anuncia la dicha de la Resurrección a los compañeros. Cuando se actúa buscando la “suerte de los pobres” se puede acceder a una mejor comprensión del Evangelio.” Un estilo de vida crítico y radical dentro del episcopado chileno que lo llevó a situaciones de peligro, inclusive a la cárcel por la búsqueda de consecuencia entre su cotidianidad e ideología y la lucha por los derechos humanos, algo que podemos asociar con los cientos de perseguidos políticos de índole marxista presos, exiliados, asesinados o desaparecidos bajo la dictadura de Pinochet”.
(Miguel Alonso Correa Flores, “El cristiano marxista y la vía chilena al socialismo”, informe final para optar al grado de licenciado en historia, Universidad de Chile, 2017).

Feminismo

Yo creo que no considerarse feminista es considerarse inhumano, porque la raza humana somos mujeres y hombres. Vivimos en un mundo machista, para qué decir dentro de la Iglesia Católica, ahí ya llegamos a la exageración. Las mujeres en la Iglesia son 3/4 de ella. Son las que hacen la tarea de cada día. Pero cuando se trata de compartir con ella el servicio del poder a la comunidad, no tiene ningún espacio. Eso es machismo, y tendríamos que empezar por la Iglesia a repensar que Dios, nuestro creador, nos hizo iguales en derechos. Yo creo que la Iglesia no puede hablar mucho en una sociedad machista sin revisarse a ella también”.
(Entrevista de Paloma Grunert, El Desconcierto, 28 de marzo de 2016).

La reacción al estallido social de 2019

“Aburrido hasta el tuétano. Despierto en la mañana y lo primero que me encuentro es con la parálisis política que da cuenta de falta de liderazgo. Discursos fomes, repetitivos, sin creatividad y estúpidos. Somos dictadura y prisioneros de Pinochet, prisioneros de nosotros mismos, de nuestras propias prisiones, de nuestros propios odios (…) Ese pueblo tiene el derecho a destruirlo todo porque todo le han destruido, habrá que preguntarse ¿¡Qué cariño le hemos tenido, qué hogar les hemos brindado!? ¿Qué amor les hemos dado? ¿Qué he hecho yo por afectar para mejor sus vidas? Piñera no entiende lo que está detrás del clamor de la gente, él y muchos como él, no pueden entender el despertar del pueblo, no entiende que las leyes que sostienen el sistema social, de salud, de trabajo, de previsión es excluyente, egoísta, inhumano (…) La revolución no se hace con los poderosos, sino con aquellos que hacen suya la causa de los sin poder y ésos nos faltan hoy. No veo cómo este sistema los va a producir, más bien al revés, el sistema toma a los sin poder y los transforma en los adoradores del modelo de consumo.

Y la iglesia apenas musita declaraciones, la iglesia ha sido cómplice del sistema de mercado. ¿Qué les pasa a los pastores de Chile? Han perdido la capacidad de estar con el pueblo, hacer suyo sus gritos y gemidos, han perdido credibilidad porque hemos escandalizado a nuestro pueblo, le hemos dañado y mentido y ahora estamos en exilio en nuestra propia tierra, encerrados y exiliados en nuestra propia iglesia. Como decía Violeta ¿Qué dirá el santo padre? El proyecto no era de los hombres, era de Dios. La iglesia no es capaz de estar en sintonía con las demandas del pueblo porque dejo de ser pueblo, no entendemos a la gente ni a Jesús, más bien lo sacrificamos, lo destruimos, lo deshumanizamos, lo pisoteamos y lo transformamos en un rito de muertos, de misas convencionales, de ritos justificadores.
(Mariano Puga, ¡El despertar no tiene que morir nunca más!, 23 de octubre de 2019, Comité de Defensa y Promoción de DD.HH. de La Legua)

Carta a los hermanos curas

Hermanos curas, el pasado martes a las 10:30 en las afueras del Centro de Justicia de Santiago, celebramos la Cena del Señor Jesús entre cientos de personas quienes soñamos un Chile distinto. En especial con los familiares de los asesinados, presos políticos, enceguecidos, callados y encarcelados producto de la protesta social desde el 18 de octubre hasta ahora. Hicimos también memoria de los carabineros heridos, de comerciantes y de gente de los vecindarios que han sido atropellados en sus derechos, de los que han sido atentados y violentados. “Todo lo que le hiciste a tu hermano más pequeño, a mí me lo hiciste” (Mt 25).

Al conocer la realidad sociopolítica de los familiares de las víctimas noté que muy pocos de ellos se sentían en comunión de Iglesia, aunque muchos admiran a Jesús y su mensaje. Esa es la primera impresión que me llevo. Nunca me había tocado la experiencia de una “Iglesia en salida” que exigía una improvisada catequesis de la Eucaristía para ese mundo.

El papa Francisco nos dijo: “la Eucaristía no es un premio para los buenos, sino la fuerza para los débiles” y así lo repetí con todas mis fuerzas. La segunda impresión que me llevé fue ver la cantidad de personas que comulgaron el cuerpo y la sangre del justo, de Jesús de Nazaret. Durante estos meses habíamos tratado de comulgar con el cuerpo de Cristo, baleado, dañado, mutilado, asesinado… ¿No era consecuente comulgar con el cuerpo de Cristo? …. “quien come el Cuerpo de Cristo indignamente, come su propia condenación” (1 Cor 11, 27).

Con dolor me tocó percatarme que éramos solo dos los presbíteros quienes estábamos compartiendo la Cena del Señor con esa masa de gente. ¿Qué es eso? ¿Es esa la Iglesia en salida que nos pide el querido papa Francisco?

Después de tanta solidaridad compartida, con estos hermanos crucificados… ¿Se justifica que solo dos presbíteros hayan acompañado a ese PUEBLO el día que denunciábamos su dolor? “¿De qué vale la fe si no tiene obras?” (St. 2, 14), ¿Con qué Cristo comulgamos?”.
(Carta escrita por Mariano Puga desde el Hospital UC, 3 de marzo de 2020, Comité de Defensa y Promoción de DD.HH. de La Legua)