Propuesta de REVISIÓN DE VIDA. Cuaresma 2025, Aurelio SANZ BAEZA

“A través del desierto, nos conduce Dios a la libertad” era el lema de nuestro Papa Francisco para la Cuaresma 2024.

Salir de la esclavitud, y en el camino dejarnos llevar por Dios, aprendiendo de nuestros errores; una vida llena de acontecimientos y de personas que encontramos, o que nos acompañan en nuestro diario Nazaret.
El Señor nos llama en esta Cuaresma 2025 a no evadirnos de las realidades del mundo, del que formamos parte. Salir de la burbuja de nuestras ideas, seguridades… El Señor nos quiere felices, no que seamos vencedores; entregados, y no víctimas; atentos a los demás, no guardaespaldas de nosotros mismos; hijos de la luz, no deslumbrados por nada.

En el tiempo de Cuaresma Dios nos puede empujar a revisar nuestra vida como ser humano en un mundo herido, como creyente en Jesús (miembro de la Iglesia) y, como hermano, en el seno de nuestra fraternidad.

En nuestro mundo

En las situaciones difíciles, que hasta creemos imposibles de resolver, descubrimos nuestra impotencia e incluso nuestra rabia por las graves injusticias que sufre la humanidad, O, al contrario, abordamos con paz las situaciones. “Levanta de la basura al pobre” (1 Sam 2,8), se escribe 1.100 años antes de Cristo. Nos cuesta mucho trabajo mirar el futuro de la humanidad con optimismo. La polarización, como recurso de los poderosos, del dios dinero, llega a la política, la cultura, la Iglesia, el mundo del trabajo, a todos los ámbitos. Desean que estemos nerviosos, crispados, sin pensar o analizar la realidad.

¿Cómo ayudo a los pobres que tengo al lado a levantarse de la basura? ¿Cómo me encuentro en la basura de mi propia casa, de mi interior? ¿Encuentro fuerzas en mi fe, en mí mismo, en mi confianza en los demás, en mi confianza en Dios?

En nuestra Iglesia

Hijos de la luz no es sólo una expresión muy bella. Como bautizados y como sacerdotes estamos llamados a ser hijos y testigos de la Luz. “Todos vosotros sois hijos de la luz, e hijos del día. Nosotros no somos de la noche ni de las tinieblas” (1 Tes, 5,5), pero a veces se apagan las esperanzas, los motivos para ser felices repartiendo la luz que llevamos dentro y la luz del evangelio. Es posible que haya un desgaste, o un desencanto en nuestra vida. La luz de Jesús, el Resucitado, nunca se apaga.

¿Cómo me sitúo en la Iglesia, con las llamadas desde el Sínodo, con la esperanza de una Iglesia renovada? ¿Qué luz recibo desde la Iglesia, mi diócesis, mi parroquia? ¿Tengo alguna lámpara ya inservible, que no da luz en mi vida? ¿Apago la luz de los demás?

En nuestra fraternidad

La fraternidad es el espacio humano para manifestarnos como somos, sin disfraces.
No es un grupo de amigos solteros que se reúnen. La fraternidad nos ayuda a vivir una espiritualidad y una práctica desde las intuiciones de Carlos de FOUCAULD: contemplación, acción, trabajo, entrega a los más pobres, estilo de Nazaret en lo personal y pastoral, vida compartida en los encuentros, en la revisión de vida, adoración y desierto. “Tened un mismo sentir los unos para con los otros” (Rm 12,16a) La fraternidad es una riqueza humana compartida entre sacerdotes llamados a evangelizar. Nuestra fraternidad no es una congregación religiosa, y mucho menos un estilo robótico de pertenencia a un grupo en el carisma de Carlos de FOUCAULD.

¿Qué encuentro en mi fraternidad para ser fiel a la llamada de Jesús? ¿Es para mí una prioridad el encuentro fraterno? Desde mi vida y mis realidades, ¿qué aporto, qué doy? ¿Sé escuchar a mis hermanos, me preocupo por ellos, cómo ayudo? La fraternidad es plural: ¿cómo vivo las diferencias entre unos y otros? ¿Qué me ha cambiado interiormente la fraternidad como hombre y como sacerdote?

Aurelio SANZ BAEZA,
fraternidad de Murcia


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Jean-François SIX. Carlos de FOUCAULD

Carlos de Foucauld deseaba que se leyeran a menudo las vidas de los santos y hombres de Dios. Estas vidas, decía, son «una especie de comentario al evangelio».

Para el hermano Carlos, el evangelio no se comenta por medio de notas, sino de hechos. Y este sentimiento era tan vivo que vino a ser el elemento esencial de su vocación sobre la tierra. Jamás, de la Trapa a Tamanrasset, se sintió el hermano Carlos llamado a una vocación de predicación por la palabra, sino a una predicación por las obras. No le basta hablar el evangelio. Quiere gritarlo. Ahora bien, sólo la entrega de toda una vida y cierta manera extrema de poner en práctica el evangelio puede tener la amplitud de un grito. El hermano Carlos está constantemente acuciado por el deseo de conformar su vida a la de Jesús por la más estricta imitación posible. Lo que por encima de todo y a cada momento le importa es hacer  exactamente lo que Jesús quiere de él.

Y este grito de la vida es el que hemos oído* todos, cuando hemos descubierto esta alma generosa enamorada de Jesús como del único absoluto. Él nos ha puesto frente a las mediocridades, enseñándonos con qué seriedad hay que tomar las exigencias del absoluto. «¿Por qué me llamáis Señor, Señor, y no hacéis lo que digo ?» 2. «No todo el que diga Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial»


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Jean-François SIX. Carlos de FOUCAULD, vida y camino

15 de septiembre de 1874: Charles de Foucauld tiene dieciséis años, esa edad en la que la adolescencia alcanza su punto crucial, en el que las cosas se deciden, se atan, se aprietan y estallan.

Dentro de unos días dejará Nancy (Francia), donde vive con su abuelo, el coronel De Morlet, para ir a un internado de París. Acaba de terminar la primera parte de los estudios de bachillerato, gracias a un permiso especial por ser más joven de lo que corresponde; ha sacado la nota «bien». Estudia, desde hace tres años, en el Instituto Nacional de Nancy.

Estos últimos años de la adolescencia han sido tranquilos y equilibrados, después de un período muy atormentado. Charles nació en Estrasburgo y pasó allí su infancia, pero la Guerra franco-prusiana de 1870 le expulsó de Alsacia, su país natal: el coronel Charles De Morlet, que no quiere que su nieto sea soldado prusiano, prefiere dejar Estrasburgo y establecerse en Nancy. Charles de Foucauld es un exiliado, toda su vida deseará poder volver a Estrasburgo y se referirá a Alsacia como a un «país anexionado».


ÍNDICE

Agradecimientos y dedicatorias
1. Ebrio de libros y de libertad
2. La fuerza de la fe
3. El corazón y la fe
4. «Mi Nazaret»
5. La idea que ha de hacer triunfar
6. No Tierra Santa, sino los más abandonados
7. El camino del sur
8. Abandono en los acontecimientos
9. Los abandonados, la Eucaristía, la presencia
10. Tiempo de desbrozo
11. Sin Ningún compañero
12. La lengua del otro
13. Muy alegre de carácter
14. La deuda hacia los que dan su sangre
15. Inclasificable y simple
16. Su rostro
Conclusión
Anexos
Notas


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