Noticias y comunicaciones nº 205

San José: santo de los sin nombre, de los sin-poder y de los obreros

2018-03-19

Junto a los cuatro evangelios (Mateo, Marcos, Lucas y Juan) que representan la inteligencia de la fe, pues son verdaderas teologías acerca de la figura de Jesús, existe una vasta literatura apócrifa (textos no reconocidos oficialmente) que llevan también, entre otros, el nombre de evangelio, como el Evangelio de Pedro, el Evangelio de María Magdalena y la Historia de José, el Carpintero, que vamos a comentar. No han sido aceptados oficialmente porque no se encuadraban en la ortodoxia dominante en los siglos II y III cuando surgió la mayoría de ellos. Obedecen a la lógica del imaginario y llenan el vacío de informaciones de los evangelios, especialmente acerca de la vida oculta de Jesús. Pero han sido de gran importancia para el arte, especialmente en el Renacimiento y en general en la cultura popular. La propia teología hoy, con nuevas hermenéuticas, los valora.

Este apócrifo, La historia de José, el carpintero (edición de Vozes 1990), es rico en informaciones sobre Jesús y José. En realidad se trata de una larga narración que Jesús hace a los apóstoles sobre su padre José. Jesus la inicia así: «Ahora escuchad: voy a narraros la vida de mi padre José, el bendito anciano carpintero».

Y Jesús cuenta que José era un carpintero, viudo, con 6 hijos, cuatro hombres (Santiago, José, Simón y Judas) y dos mujeres (Lisia y Lidia). «Ese José es mi padre según la carne, con quien se unió, como consorte, mi madre María».

Narra la perturbación de José al encontrar a María embarazada sin su participación. Narra también el nacimiento de Jesús en Belén, la huida a Egipto y la vuelta a Galilea. Termina diciendo: «Mi padre José, el anciano bendito, siguió ejerciendo la profesión de carpintero y así con el trabajo de sus manos pudimos mantenernos. Nunca se podrá decir de él que comió su pan sin trabajar».

Referiéndose a sí mismo, Jesús dice: «Yo por mi parte llamaba a María ‘mi madre’ y a José ‘mi padre’. Les obedecía en todo lo que me ordenaban sin permitirme jamás replicarles una palabra. Al contrario, los trataba siempre con gran cariño».

Continuando, Jesús cuenta que José se casó por primera vez cuando tenía 40 años. Estuvo casado 49 años hasta la muerte de la esposa. Tenía entonces por lo tanto 89 años. Estuvo un año viudo. Desde los esponsales con María hasta el nacimiento de Jesús habrían pasado 3 años. José tendría, pues, 93 años. Estuvo casado con María 18 años. Sumando todo, habría muerto con 111 años.

Después, con detalles, narra que su padre «perdió las ganas de comer y de beber; sintió que perdía la habilidad para desempeñar su oficio». Al acercarse la muerte, José se lamenta profiriendo once ayes. En ese momento Jesús entra en el aposento y se revela como gran consolador. Dice: «Salve, José, mi querido padre, anciano bondadoso y bendito». A lo que José responde: «Salve, mil veces, querido hijo. Al oír tu voz, mi alma recobró su tranquilidad». Enseguida, José recuerda momentos de su vida con María y con Jesús; hasta recuerda el hecho de «haberle tirado de la oreja y amonestado: ‘se prudente, hijo mío’» porque en la escuela hacía travesuras y provocaba al rabino.

Jesús entonces les hace esta confidencia: «Cuando mi padre dijo estas palabras, no pude contener las lágrimas y empecé a llorar, viendo que la muerte se iba apoderando de él». «Yo, mis queridos apóstoles, me puse en su cabecera y mi madre a sus pies… durante mucho tiempo tomé sus manos y sus pies. Él me miraba, suplicando que no lo abandonásemos. Puse mi mano sobre su pecho y sentí que su alma ya había subido a su garganta para dejar el cuerpo».

Viendo que la muerte tardaba en llegar, Jesús hizo una oración fuerte al Padre: «Padre mío misericordioso, Padre de la verdad, ojo que ve y oído que escucha, escúchame: Soy tu hijo querido; te pido por mi padre José, obra de tus manos… Sé misericordioso con el alma de mi padre José, cuando vaya a reposar en tus manos, pues ese es el momento en que más necesita de tu misericordia». «Después él exhaló el espíritu y yo le besé; me eché sobre el cuerpo de mi padre José… cerré sus ojos, cerré su boca y me levanté para contemplarlo». José acababa de fallecer.

En el entierro Jesús hace esta otra confidencia a los apóstoles: “no me contuve y me eché sobre su cuerpo y lloré largamente”. Termina haciendo un balance de la vida de su padre José:

“Su vida fue de 111 años. Al cabo de tanto tiempo no tenía ni un solo diente cariado y su vista no se había debilitado. Toda su apariencia era semejante a la de un niño. Nunca sufrió una indisposición física. Trabajó continuamente en su oficio de carpintero hasta el día en que le sobrevino la enfermedad que lo llevaría a la sepultura”.

Al terminar su relato, Jesús deja el siguiente mandato: “Cuando seáis revestidos de mi fuerza y recibáis el Espíritu Paráclito y seáis enviados a predicar el evangelio, predicad también sobre mi querido padre José”. El libro que escribí sobre San José, tras 20 años de investigación, quiere responder a este mandato de Jesús.

A decir verdad, José permaneció casi olvidado por la Iglesia oficial. Pero el pueblo guardó su memoria, poniendo el nombre de José a sus hijos e hijas, a ciudades, calles y escuelas. Él es el símbolo de los sin nombre, de los sin poder, de los obreros y de la Iglesia de los anónimos.

Leonardo Boff

PDF: NOTICIAS Y COMUNICACIONES Nº 205

Cuaderno de Espiritualidad del Horeb nº 1

Querida hermana, querido hermano:

¡Que la paz de Cristo habite en tu corazón!

Iniciamos con este primer número la andadura de los «Cuadernos de Espiritualidad del Horeb – Carlos de Foucauld», nos sumamos así a tantas propuestas religiosas que desean alimentar el espíritu y lo hacemos a la sombra del Beato Carlos de Foucauld, el hermano universal, el apóstol de la amistad, el profeta que clama en el desierto y que vive, ama y adora en medio de su pueblo.

Porqué comenzamos este camino con un artículo sobre «la oración en la adoración» tiene una fácil respuesta y por partida doble: porque Carlos de Foucauld nos dice que adorar la Sagrada Hostia debería ser el centro de vida de todas las personas y porque el Papa Francisco ha dirigido una alocución a los pastores que dice:

«Muchas veces pienso – dijo el Papa – que nosotros no enseñamos a nuestro pueblo a adorar».

Sí, les enseñamos a rezar, a cantar, a alabar a Dios, pero a adorar… La oración de adoración, ésta que nos aniquila sin aniquilarnos: en el aniquilamiento de la adoración nos da nobleza y grandeza. Y aprovecho, hoy, ustedes, con tantos párrocos de nombramiento reciente, para decir: enseñen al pueblo a adorar en silencio, adorar.

Además, el Santo Padre exhortó a aprender desde ahora lo que haremos en el Cielo: la oración de adoración.

Nos hará bien, hoy, dedicar un poco de tiempo a la oración, con la memoria de nuestro camino, la memoria de las gracias recibidas, la memoria de la elección, de la promesa, de la alianza y tratar de subir, hacia la adoración, y en medio de la adoración, con tanta humildad decir sólo esta pequeña oración: «Escucha y perdona».

Vuestro pequeño hermano en el camino
Víctor Viciano

Descargar cuaderno desde el siguiente enlace: Cuadernos Horeb 1

Boletín nº 92 – marzo 2018

SUMARIO

  • EDITORIAL (Jesús Sierra) … 4
  • MENSAJE CUARESMAL 2018 (Papa Francisco I) … 5
  • COMUNICADO CONJUNTO POR EL RESPETO (Conferencia Episcopal Española) … 10
  • LA GRAN CUARESMA ORTODOXA (Padre Tomas Hopko) … 12
  • HISTORIA DEL ECUMENISMO (II) (Victor Viciano) … 18
  • RESEÑA EDITORIAL (José Luis Vazquez) … 20
  • NOVEDADES HOREB (Victor Viciano) … 24
  • CALENDARIO PRURICULTURAL (José Luis Midelt) … 25
  • ECOS DEL DESIERTO (Juan Álvaro Ricas) … 29
  • OREMOS … 31

Leer el boletín completo en PDF: Boletín nº 92

NOTICIAS Y COMUNICACIONES Nº 204

Dom Pedro Casaldálida cumple 90 años: pobreza y liberación

Al cumplir 90 años, este 16 de febrero de 2018, queremos homenajear a Dom Pedro Casaldáliga, pastor, profeta y poeta, con unos pensamientos que, a mi juicio, constituyen el hilo conductor de toda su vida de cristiano y de obispo: la relación que estableció entre la pobreza y la liberación. Arriesgando su vida, ha vivido y ha testimoniado tanto la pobreza como la liberación de los más oprimidos, que son los indígenas y los campesinos, expulsados por el latifundio en tierras de São Félix del Araguaia del Mato Grosso de Brasil.

La pobreza es un hecho que siempre ha desafiado las prácticas humanas y todo tipo de interpretación. El pobre concreto nos desafía tanto, que la actitud hacia él acaba por definir nuestra situación definitiva ante Dios. Esto lo atestigua tanto el Libro de los muertos de Egipto como la tradición judeocristiana que culmina en el texto del evangelio de Mateo 25, 31ss.

Tal vez el mérito mayor del obispo Dom Pedro Casaldáliga haya sido haber tomado absolutamente en serio los desafíos que los pobres del mundo entero, especialmente los de América Latina, nos lanzan, y su liberación.

Seguramente vivió el siguiente proceso. Antes de cualquier reflexión o estrategia de ayuda, la primera reacción es de profunda humanidad: dejarse conmover y llenarse de compasión. ¿Cómo dejar de atender su súplica, o no entender lo que quieren decir sus manos suplicantes? Cuando la pobreza aparece como miseria, irrumpe en todas las personas sensibles, como en Dom Pedro también, el sentimiento de indignación y de iracundia sagrada, como se nota claramente en sus textos proféticos, especialmente, contra el sistema capitalista e imperial que produce continuamente pobreza y miseria.

El amor y la indignación están en la base de las prácticas que pretenden abolir o mitigar la pobreza. Sólo está efectivamente del lado del pobre quien, ante todo, lo ama profundamente y no acepta su situación inhumana. Y Dom Pedro testimonió ese amor incondicional.

Pero también somos realistas como nos advierte el libro del Deuteronomio: «Nunca faltarán pobres en la tierra; por eso te hago esta recomendación: abre, abre la mano a tu hermano, al pobre y al necesitado que está en tu tierra»(15,11). De la Iglesia de los orígenes en Jerusalén se dice como alabanza: «No había pobres entre ellos» (Hch 4,34) porque ponían todo en común.

Estos sentimientos de compasión y de indignación hicieron que Dom Pedro dejara España, fuese después a África y, finalmente, desembarcase no simplemente en Brasil, sino en el interior del país, donde padecen campesinos e indígenas bajo la voracidad del capital nacional e internacional.

1. Lecturas del escándalo de la pobreza

En función de una comprensión más adecuada de la anti-realidad de la pobreza, conviene hacer algunas aclaraciones que nos ayudarán a calificar nuestra presencia efectiva junto a los pobres. Tres comprensiones diferentes de pobre están presentes todavía hoy en el debate.

La primera, tradicional, entiende al pobre como aquel que no tiene. No tiene medios de vida, no tiene renta suficiente, no tiene casa, en una palabra: no tiene bienes. Sobrevive en el desempleo, o en el subempleo, y con salario bajo. El sistema imperante los considera como ceros económicos, aceite quemado, sobrantes. La estrategia entonces es movilizar a quien tiene para que ayude a quien no tiene. En nombre de esa visión se organizó, por siglos, una amplia asistencia. Y una política de beneficencia, pero no participativa. Es una actitud y una estrategia que mantiene a los pobres dependientes; todavía no ha descubierto su potencial transformador.

La segunda, progresista, ha descubierto ya el potencial de los pobres y ha percibido ya que ese potencial no es utilizado. Por la educación y la profesionalización el pobre viene a ser calificado y potenciado. Así, los pobres se insertan en el proceso productivo. Refuerzan el sistema, se hacen consumidores, aunque en menor escala, y ayudan a perpetuar las relaciones sociales injustas que continúan produciendo pobres. Se asigna al Estado la parte principal de la tarea de crear puestos de trabajo para esos pobres sociales. La sociedad moderna, liberal y progresista ha hecho suya esta visión.

La lectura tradicional ve al pobre, pero no capta su carácter colectivo. La lectura progresista, sí descubre su carácter colectivo, pero no su carácter conflictivo. Analíticamente considerado, el pobre es resultado de mecanismos de explotación que lo hacen empobrecido, generando así un grave conflicto social. Mostrar tales mecanismos fue y sigue siendo el mérito histórico de Karl Marx. Previamente a la integración del pobre en el proceso productivo vigente, se debería hacer una crítica del tipo de sociedad que siempre produce y reproduce pobres y excluidos.

La tercera posición es la liberadora, que afirma: los pobres sí tienen potencialidades, y no sólo para engrosar la fuerza de trabajo y reforzar el sistema, sino principalmente para transformarlo en sus mecanismos y en su lógica. Los pobres, concientizados, organizados por sí mismos y articulados con otros aliados, pueden ser constructores de otro tipo de sociedad. Pueden no sólo proyectar, sino poner en marcha la construcción de una democracia participativa, económica y ecológico-social. La universalización y la plenitud de esta democracia sin fin se llama socialismo. Esta perspectiva no es ni asistencialista ni progresista. Es verdaderamente liberadora, porque hace del oprimido el principal sujeto de su liberación y el forjador de un proyecto alternativo de sociedad.

La teología de la liberación asumió esta concepción de pobre. La ha traducido por la opción por los pobres, contra la pobreza, y en favor de la vida y la libertad. Hacerse pobre en solidaridad con los pobres, significa un compromiso contra la pobreza material, económica, política, cultural y religiosa. Lo opuesto a esta pobreza no es la riqueza, sino la justicia y la equidad.

Esta última perspectiva fue y es testimoniada y practicada por Dom Pedro Casaldáliga en toda su actividad pastoral. Aun a riesgo de su vida, apoyó a los campesinos expulsados por los grandes terratenientes. Junto con las Hermanitas de Jesús del P. Foucauld, colaboró en el rescate biológico de los tapirapés, amenazados de extinción. No hay movimiento social y popular que no haya sido apoyado por este pastor de excepcional calidad humana y espiritual.

2. La otra pobreza: la evangélica y esencial

Hay todavía dos dimensiones de la pobreza que están presentes en la vida de Don Pedro: la pobreza esencial y la pobreza evangélica.

La pobreza esencial es el resultado de nuestra condición de criaturas, una pobreza que tiene, por tanto, una base ontológica, independiente de nuestra voluntad. Parte del hecho de que no nos hemos dado la existencia. Existimos, dependiendo de un plato de comida, de un poco de agua y de las condiciones ecológicas de la Tierra. En este sentido radical, somos pobres. La Tierra no es nuestra, ni la hemos creado. Somos huéspedes en ella, pasajeros de un viaje que va más allá. Más aún: humanamente dependemos de personas que nos acogen y que conviven con nosotros, con los altibajos propios de la condición humana. Somos todos interdependientes. Nadie vive en sí y para sí. Estamos siempre enredados en una red de relaciones que garantizan nuestra vida material, psicológica y espiritual. Por eso somos pobres y dependientes los unos de los otros.

Acoger esta condition humaine nos hace humildes y humanos. La arrogancia y la excesiva auto-afirmación no tienen cabida aquí porque no tienen base que las sustente. Esta situación nos invita a ser generosos. Si recibimos el ser, de los otros, debemos también darlo a los demás. Esta dependencia esencial nos hace gratos a Dios, al Universo, a la Tierra y a las personas que nos aceptan así como somos. Es la pobreza esencial. Este tipo de pobreza hizo a dom Pedro un obispo místico, agradecido por todas las cosas. También existe la pobreza evangélica, proclamada por Jesús como una de las bienaventuranzas. En la versión del evangelio de Mateo se dice: «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos» (5,3). Este tipo de pobreza no está directamente vinculado al tener o al no tener, sino a un modo de ser, a una actitud que podríamos traducir por infancia espiritual. Pobreza aquí es sinónimo de humildad, desprendimiento, vacío interior, renuncia a toda voluntad de poder y de auto-afirmación. Implica la capacidad de vaciarse para acoger a Dios, y el reconocimiento de la naturaleza de la criatura, ante la riqueza del amor de Dios que se comunica gratuitamente. Lo opuesto a esta pobreza es el orgullo, la fanfarronería, la inflación del ego, y el encerramiento en sí mismo ante los demás y ante Dios.

Esta pobreza significó la experiencia espiritual del Jesús histórico: no sólo fue pobre materialmente y asumió la causa de los pobres, sino que también se hizo pobre en espíritu, pues «se aniquiló a sí mismo, asumiendo la condición de siervo; presentándose como simple hombre, se humilló, hecho obediente hasta la muerte, hasta la muerte de cruz «(Flp 2,7-9). Esta pobreza es el camino del evangelio, por eso se llama también pobreza evangélica, sugerida por San Pablo: «tened los mismos sentimientos que Cristo tuvo» (Flp 2,5).

El profeta Sofonías testimonia esta pobreza de espíritu cuando escribe: «Aquel día, no serás confundida, hija de Sión, a causa de todos los pecados que cometieron contra mí, jactanciosos y arrogantes; no te enorgullecerás ya en mi santo monte. Dejaré sobrevivir en medio de ti un pueblo pobre-humilde y modesto que pondrá su confianza en el nombre del Señor» (2,11-12).

Esta pobreza evangélica e infancia espiritual constituyen una de las irradiaciones más visibles y convincentes de la personalidad de Dom Pedro Casaldáliga, que aparece en su modo pobre pero siempre limpio de vestir, en su lenguaje inundado de humor aun cuando se hace crítico contundente de los desvaríos de la globalización económico-financiera y de la prepotencia neoliberal, o cuando proféticamente denuncia las visiones mediocres del gobierno central de la Iglesia frente a los desafíos de los condenados de la Tierra, o de cuestiones que conciernen a toda la humanidad. Esta actitud de pobreza se manifiesta ejemplarmente cuando en los encuentros con cristianos de base, generalmente pobres, se pone en medio de ellos y escucha atentamente lo que dicen, o cuando se sienta a los pies de conferencistas, sean teólogos, sociólogos o portadores de otro saber calificado, para escucharlos, anotar sus pensamientos y humildemente formular preguntas. Esta apertura revela un vaciamiento interior que lo hace capaz de continumente aprender y hacer sus sabias ponderaciones sobre los caminos de la Iglesia, de América Latina, de Brasil y del mundo.

Cuando los actuales tiempos perturbados hayan pasado, cuando las desconfianzas y las mezquindades hayan sido tragadas por la vorágine del tiempo, cuando miremos hacia atrás y consideremos los últimos decenios del siglo XX y los inicios del siglo XXI, identificaremos una estrella en el cielo de nuestra fe, rutilante, después de haber atravesado nubes, soportado oscuridad y vencido tempestades: es la figura simple, pobre, humilde, espiritual y santa de un obispo que, extranjero, se hizo compatriota, lejano se hizo cercano, y se hizo hermano de todos, hermano universal: dom Pedro Casaldáliga, que cumple hoy noventa años.
Leonardo BOFF, 1938, teólogo, filósofo y escritor, que se dejó fascinar e inspirar por Dom Pedro Casaldáliga.

1978-2018, cuarenta años de la fundación de la Comunidad Ecuménica Horeb Carlos de Foucauld en el Poblado de San Francisco (Huercal-Overa, provincia de Almería- España) y hoy extendida por doce países.

PDF: NOTICIAS Y COMUNICACIONES Nº 204

Nostalgia de Dios. Silvano de Monte Athos.

Introducción a cargo de Adalberto Mainardi
Ed. Qiqajon. Comunitá di Bose. 2011

COLECCIÓN ESPIRITUALIDAD Nº 1

«Nadie canta con tal pureza,
como quien está en el infierno más profundo;
aquello que nosotros creemos que es el canto de los ángeles,
es el canto de ellos.» Franz Kafka

El libro que hizo conocer al mundo la experiencia de vida y de oración del starets Silouan del Monte Athos (1866-1938) apareció en ruso en París, poco después del fin de la segunda guerra mundial, en dos volúmenes ciclostilados, uno por cada una de las dos partes en la cual se dividía: “Vida y doctrina del starets” y “Escritos del starets Silouan”. Su autor y editor, el Hieromonje Sofronio (Sergej Sacharov, 1896-1993), consideraba haber escrito un trabajo “destinado, por su contenido, a un estrecho círculo de personas”, interesadas en el tema de la ascesis cristiana. Pero en poco tiempo se multiplicaron las traducciones en inglés, alemán, francés, griego moderno, serbio, italiano, catalán, árabe… Diez años después de la publicación del libro de Sofronio, Thomás Merton podía escribir que Silouan, “este extraordinario starets que luchó por años contra la desesperación”, había sido quizás “el monje más auténtico del siglo XX”.

Leer el documento completo (PDF): CUADERNO Nº 1

Boletín Ecuménico n° 90

ÍNDICE

EDITORIAL … 5
UNA FRATERNIDAD CADA VEZ MÁS REAL … 6
ENTREVISTA ECUMÉNICA: JUTTA BURGGRAF … 9
A CERCA DE JERUSALÉM … 12
2017 AÑO CLAVE PARA EL ECUMENISMO … 14
ORACIÓN ECUMÉNICA POR LA PAZ … 17
DECÁLOGO ECUMÉNICO … 20
EL ASNO Y EL BUEY … 25
OREMOS: … 35

Abre el boletín en PDF en el siguiente enlace: Boletín nº 90

Boletín ecuménico Horeb – Carlos de Foucauld, diciembre 2017

ÍNDICE

EDITORIAL … 5
TODAS LAS RELIGIONES PROHÍBEN EL DERRAMAMIENTO DE SANGRE INOCENTE … 6
LO HERMOSO DE SER UNA MINORÍA … 7
TRABAJANDO POR LA CONVIVENCIA INTERRELIGIOSA … 9
DISCURSO INTERRELIGIOSO DEL PAPA EN MYANMAR … 11
MÁS BUENAS NOTICIAS CONTRA LA VIOLENCIA … 13
ADVIENTO: VIGILIA Y ESPERANZA … 15
NAVIDAD: PAZ EN LA TIERRA. … 16
CALENDARIO INTERRELIGIOSO PRURICULTURAL … 24
OREMOS … 27

Abrir el documento completo haciendo clic en el siguiente icono: