¡QUÉ BIEN ESTAMOS! Juan Carlos MARTÍNEZ, Ana URDIALES

Dado que formamos una familia numerosa de Cartagena, España, el año 2020 fue una oportunidad estupenda, porque “gracias” a la pandemia de Covid, al obligado confinamiento y a las restricciones de horario en las calles, pudimos pasar más tiempo disfrutando juntos que de ordinario.

Pero llegó 2021 y, cuando parecía que se comenzaba a controlar la pandemia, se inició una secuencia de sucesos, que amenazaban con hacer tambalear la paz familiar. Ahí es donde nuestra frase ¡Qué bien estamos! cobró más sentido que nunca. Esta frase, es para nosotros una forma de dar gracias a Dios y, también, una expresión de abandono, porque tenemos la plena convicción de que estamos bien porque estamos en las mejores manos, que son las de Dios. Todos sabemos lo que Carlos de Foucauld quiere expresar en la Oración de Abandono, y que es una puerta a la esperanza.


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Horeb Ekumene, enero 2024

Hagamos como nuestro Señor: levantémonos de madrugada, cuando todo está en calma a nuestro alrededor, cuando el silencio, las tinieblas, las sombras envuelven todavía la tierra y
a los hombres, y en medio de este recogimiento universal, de este sopor en que todo está sumergido, levantémonos, velemos para Dios, elevemos hacia él nuestros corazones y nuestras manos, derramemos nuestras almas a sus pies, y a esta hora en que la intimidad es tan secreta y suave, estemos a sus rodillas y gocemos íntimamente con nuestro Creador”. (Carlos de Foucauld)

Artículos

  • La Navidad, expresión de la ternura de Dios.
  • Una cumbre en el camino espiritual de Carlos de Foucauld.
  • Nadal Glo-Cal.
  • Un gaucho en la oscuridad.

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Noticias y comunicaciones, 360

Para ser humana, a nuestra vida le falta una dimensión esencial: la interioridad. Se nos obliga a vivir con rapidez, sin detenernos en nada ni en nadie, y la felicidad no tiene tiempo para penetrar hasta nuestro corazón. Pasamos rápidamente por todo y nos quedamos casi siempre en la superficie. Se nos está olvidando escuchar la vida con un poco de hondura y profundidad.

El silencio nos podría curar, pero ya no somos capaces de encontrarlo en medio de nuestras mil ocupaciones. Cada vez hay menos espacio para el espíritu en nuestra vida diaria. Por otra parte, ¿quién se va a ocupar de cosas tan poco estimadas hoy como la vida interior, la meditación o la búsqueda de Dios?


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SER FELICES COMO SACERDOTES. Cardenal Lazzaro YOU HUENG-SIK

Queridísimos hermanos sacerdotes:

Ante todo un GRACIAS por vuestra presencia aquí, pero mucho más por vuestro servicio al Pueblo de Dios, vuestra entrega al pueblo que os está encomendado, día tras día y especialmente en la reciente pandemia que ha sido para nosotros, ministros de Dios, un tiempo que nos ha puesto a dura prueba a todos.

Estoy feliz de poderme encontrar hoy con vosotros y tener esta oportunidad de mirar junto a vosotros a mi vida y a nuestra vida. Os hablo con el corazón abierto, sin formalidades, y por lo tanto comienzo por contaros en primer lugar algo sobre mí y también después de eso, de vez en cuando compartiré con vosotros algo sobre mi vida.

Una opción que debe ser renovada siempre

Cuando el Papa Francisco me dijo en abril de 2021 que quería llamarme a Roma para hacerme Prefecto del Dicasterio para el Clero, me llevé un susto. Nunca habría imaginado trabajar un día en el Vaticano, lejos de mi tierra y lejos de mi gente. En Corea yo era un obispo feliz, comprometido junto con mi diócesis en un camino prometedor tras las huellas de nuestros mártires. El Papa Francisco había venido a nosotros en la diócesis para la Jornada de la Juventud Asiática y habían surgido iniciativas interesantes. También habíamos realizado un Sínodo diocesano que acercó a sacerdotes y laicos, y yo estaba construyendo una nueva Curia diocesana.

Y llegó esta llamada, esta petición del Papa. Le dije: «Pero yo soy un campesino, hijo de campesinos». El Papa no se dejó impresionar por eso.


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