Horeb Ekumene, febrero 2021

En éste número:

  • 03 – Místicos de las Religiones (4) – Por José Luis Vázquez Borau
  • 09 – El culto gnóstico de Fátima en el Islam Chiita. – Por Louis Massignon
  • 18 – La oración sustitutiva y los estigmas de San Francisco de Asís. – Por Dorothy C. Buck
  • 28 – El silencio, un regalo gratuito y maravilloso. – Por Hta. Josette
  • 32 – Reflexiones sobre el diálogo Ciencia y Fe. – Por Youssef Nava
  • 37 – El agudo problema de los orandos. – Por Emili M. Boïls
  • 41 – TEXTOS DE CARLOS DE FOUCAULD
  • 44 – LIBROS, El camino de la oración

PDF: Horeb Ekumene febrero 2021

Noticias y Comunicaciones, 288

Nº 288– 27 de enero de 2021

Leonardo Boff: “¿Es posible la fraternidad humana uni-versal y con todas las criaturas?”

“Además de Francisco, este tema de la fraternidad universal fue la insistente preocu-pación de uno de los mejores conocedores del espíritu de Asís: Éloi Leclerc en varias de sus obras”

Leclerc cargaba dentro de sí a los verdugos nazis que le perseguían y le suscitaban cuestiones aterradoras sobre el destino humano y su capacidad de destruir vidas inde-fensas”

“La pregunta que siempre le anudaba la garganta: ¿será que la fraternidad entre los humanos y con los demás seres de la creación es posible?”

“¿Cuál es el gran obstáculo que impide la fraternidad humana y con todas las criatu-ras y que crea espacio para las masacres y la eliminación sumaria de personas conside-radas inferiores o subhumanas, como ocurrió en los campos de exterminio?”

“Llegó a esta conclusión: es la voluntad de poder y de poder como dominación”

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Texto 5. El diálogo en el itinerario espiritual del hermano Carlos. Jean-François BERJONNEAU

Jean-François BERJONNEAU, France

El hermano Carlos vivió sesenta años antes del Concilio Vaticano II.

La noción de diálogo interreligioso tal como la escuchamos hoy en la Iglesia le era totalmente ajena. Aunque creo que fue un precursor de las propuestas del Concilio a la dimensión universal de la misión de la Iglesia. El proceso de diálogo entre los creyentes cristianos y los musulmanes como tal, no entraba en sus categorías. Vivió con la teología de su tiempo en el temor de unirse a los musulmanes para salvar “estas almas ignorantes” haciéndoles conocer a Cristo.

Además, desarrolló su ministerio en un contexto sociopolítico específico. Francia, en su día, extendió su imperio colonial sobre parte de África. Muchos creían en ese momento que estaba haciendo un trabajo civilizador y que podía brindar la educación necesaria para liberar a los pueblos colonizados de la pobreza y la ignorancia. El hermano Carlos se adhirió a este objetivo. Por tanto, no veía en el Islam de su tiempo una religión con consistencia propia, su historia, sus diversas corrientes con algunas de las cuales los cristianos pudieran dialogar.

Si bien el Islam había ejercido sobre él, en un determinado momento de su vida, una cierta fascinación y que el encuentro con los musulmanes constituía para él una etapa significativa en el camino de su conversión, estaría lejos de suscribir esta visión conciliar del Islam según la cual “La Iglesia mira con estima a los musulmanes que adoran al Único Dios, vivo, misericordioso y todopoderoso, creador del cielo y de la tierra, que habló con los hombres…” (Nostra Aetate No. 3). Por tanto, no se sitúa en la problemática teológica del Concilio Vaticano II, que reconoce en las religiones no cristianas la presencia de “semillas de la Palabra” que pueden constituir una base para entablar un diálogo con los creyentes de otra religión.

Sin embargo, me parece que podemos considerar al hermano Carlos como un precursor del diálogo. Porque instituyó con las poblaciones musulmanas que conoció, en particular con los tuareg, un “diálogo de vida” que luego fue presentado por la encíclica “Ecclesiam Suam” del Papa Pablo VI en 1964 como base fundamental de cualquier diálogo: “No podemos salvar al mundo exterior; como la Palabra de Dios que se hizo hombre, debemos asimilar, en cierta medida, las formas de vida de aquellos a quienes queremos llevar el mensaje de Cristo … Debemos compartir usos comunes, siempre que sean humanos y honestos, especialmente los de los más pequeños, si queremos ser escuchados y comprendidos. Antes incluso de hablar, es necesario escuchar la voz y más aún el corazón del hombre … Debemos hacernos hermanos de los hombres … El clima de diálogo es la amistad ”N ° 87.

Así, el hermano Carlos, dedicando toda su energía y gran parte de su tiempo a aprender el idioma de los tuareg cuya vida compartía, desarrollando conversaciones muy sencillas sobre las realidades de su vida diaria, abriéndose a ellos, la poesía, y así, al intentar comprender la genialidad de este pueblo, supo abrir, mediante el diálogo con sus anfitriones, un clima de confianza hasta el punto en que se convirtió para muchos en “un amigo”. Así demostró que la misión de la Iglesia es también la de suscitar hermanos, respetando las diferencias de cultura o religión, como lo hizo posteriormente la Iglesia en muchos países del planeta. fuerte de las propuestas del Concilio Vaticano II.

Por lo tanto, podemos reconocer, para los sacerdotes de la fraternidad sacerdotal Iesus Caritas que somos, que el hermano Carlos nos abrió una espiritualidad de diálogo que aún puede inspirarnos en los encuentros que vivimos no sólo con los musulmanes sino también con todos aquellos que no comparten nuestra fe. Así, el camino de diálogo que abrió con los tuareg se desdobló en varias figuras fundamentales:

  • Supo alejarse de todo para sumergirse en el país de otro. Llevó a cabo este movimiento que el Papa Francisco llama “una Iglesia en salida”. Quería ser acogido por estas personas y convertirse en la medida de lo posible en “uno de ellos”. E hizo del aprendizaje de su idioma una obra mística, porque fue para él la línea de la encarnación de Cristo en esta humanidad a la que vino a salvar.
  • Aunque su mayor deseo era que los musulmanes se convirtieran a la fe cristiana, nunca ejerció ninguna presión para lograr sus fines. Siempre respetó su libertad. En 1908, reconoció que no haría ninguna conversión y concluyó que probablemente no era la voluntad de Dios. Pero permaneció en medio de este pueblo tuareg en nombre de la alianza que había hecho con ellos, simplemente para avanzar en el camino de la hermandad con ellos.
  • Su objetivo: convertirse en amigo del otro. En una carta que dirigió a un corresponsal, caracterizó así el modo de relación que quería adoptar con los musulmanes que lo rodeaban: “Primero, preparar el terreno en silencio a través de la bondad, el contacto íntimo, ejemplo; amarlos desde el fondo de mi corazón, ser estimado y amado por ellos; De esta manera, romper prejuicios, ganar confianza, adquirir autoridad -esto lleva tiempo- para luego hablar en particular a los más dispuestos, con mucha cautela, poco a poco, de diversas maneras, dando a cada uno según lo que es capaz de hacer. para recibir. “. A falta de poder proclamar explícitamente el Evangelio, él personalmente quiso convertirse en presencia del Evangelio. Esto es lo que quiso decir cuando dijo que quería “clamar el Evangelio no con palabras sino con toda su vida”.
  • Pudo adaptarse a la mirada que Dios tiene sobre los musulmanes que conoció. No los vio primero como “infieles” o “incrédulos”, sino que, en su deseo de convertirse en un hermano universal, los consideró “hermanos amados, hijos de Dios, almas redimidas por la sangre de Jesús, almas amadas de Jesús ”
  • Manifestó el rostro de una Iglesia diaconal. No solo convivió con ellos, sino que también contribuyó, en la medida de sus posibilidades, a la mejora de sus condiciones de vida y al desarrollo de su país. Luchó contra la esclavitud, luchó contra las enfermedades, introdujo la medicina, nuevas técnicas agrícolas y medios de comunicación en este país tan pobre.
  • Siempre que pudo, abrió un diálogo espiritual con los musulmanes. Por supuesto, no se adhirió en absoluto a la doctrina del Islam. Pero reconoció en ella un punto en común con la fe cristiana: el doble mandamiento de amar a Dios con todo el corazón y amar al prójimo como a uno mismo. Sobre esta base desarrolló numerosos diálogos con sus amigos musulmanes, mostrándoles en diversas circunstancias cómo este doble mando podía desplegarse en sus relaciones cotidianas.
  • Finalmente, y éste no es uno de los elementos menores del diálogo, hizo del misterio pascual el camino real del diálogo. Porque, contemplando constantemente la vida de Cristo en Nazaret, como él, tomó el camino de la humildad, de la pobreza, de la escucha y del morir a sí mismo en el encuentro con el otro. A lo largo de su vida ha manifestado que “no hay amor más grande que dar la vida por los que amas. “

Al presentarse a sí mismo como “un pionero”, nos mostró que el diálogo en la vida es parte integral de la misión de la Iglesia.

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Texto 4. Nuestra forma de evangelizar

Fernando Tapia, Chile

Como sacerdotes diocesanos, compartimos con toda la Iglesia la única misión que ella tiene: evangelizar. El Papa Francisco nos ha dado orientaciones muy claras para hacerlo en su Exhortación Apostólica “Evangelii Gaudium”. Hacemos nuestros todos sus planteamientos e intentamos inspirarnos en ellos para nuestra acción evangelizadora en nuestras parroquias, comunidades, centros de formación cristiana, centros de atención a los más pobres, etc.

Sin embargo, es válida la pregunta si nosotros, como sacerdotes de la Fraternidad IESUS CARITAS, ponemos algunos acentos particulares que nacen del carisma del Hermano Carlos y de nuestra espiritualidad. Creemos que sí y aquí exponemos algunos de esos acentos.

1. EL MISTERIO DE LA ENCARNACION

Nuestro modo de evangelizar está marcado en primer lugar por el misterio de la Encarnación, misterio que fascinó al Hermano Carlos y está en la raíz de su espiritualidad:

“La encarnación tiene su raíz en la bondad de Dios. Pero una cosa aparece, primeramente, tan maravillosa, brillante y asombrosa que brilla como un signo deslumbrador: es la humildad infinita que encierra tal misterio. Dios, el Ser, el Infinito, la Perfección, el Creador, el Omnipotente inmenso, soberano Señor de todo, haciéndose hombre, uniéndose a un alma y a un cuerpo humano y apareciendo en la tierra como un hombre, y el último de los hombres” (EsEs p.49.)

La encarnación se da siempre en un tiempo y en un lugar y cultura determinados. El Hermano Carlos hizo un gran trabajo para conocer la cultura de los tuaregs, su lengua, sus costumbres, su poesía, etc. Nosotros quisiéramos tomar siempre muy en cuenta el contexto histórico, las características del tiempo y la cultura en que evangelizamos, porque estamos convencidos que Dios prolonga su encarnación en cada época y Cristo Resucitado sigue hablándonos desde los signos de los tiempos para invitarnos a construir su Reino de Vida.

Tomando en cuenta que Cristo entra en el mundo por “la puerta de los pobres”, como decía el Obispo Enrique Alvear, también nosotros quisiéramos entrar por esa puerta en nuestra acción evangelizadora y desde ahí proclamar el Evangelio a todos.

2. LAS PERIFERIAS.

Dentro de un espíritu de disponibilidad a nuestros Obispos, quisiéramos tener como prioridad los lugares más abandonados y más lejanos a la Iglesia. Las periferias geográficas o existenciales, como dice el Papa Francisco. Son los lugares de frontera: poblaciones marginales, campos lejanos, campamentos de refugiados, migrantes, adictos, privados de libertad, excluidos en general. Esta cercanía nos permitirá escuchar y atender el grito de los pobres1 que a veces es muy tenue y otras veces impetuoso. Y utilizando medios pobres, básicamente nuestra propia presencia amistosa y misericordiosa.

Nos dice el Hno. Carlos:

“Para mí, buscar siempre el último de los últimos puestos, para ser también pequeño como mi Maestro, para estar con él, marchar tras él, paso a paso, como fiel criado, fiel discípulo y –puesto que, en su bondad infinita, incomprensible, se digna hablar así- como fiel hermano y fiel esposo” (EsEs p.68).

“Este banquete divino, del cual yo soy ministro, es necesario presentarlo no a los hermanos y parientes, a los vecinos ricos, sino a los cojos, a los ciegos, a las almas más abandonadas y faltas de sacerdotes…He solicitado y obtenido permiso para establecerme en el Sahara argelino”. (EsEs p.80).

Si somos enviados a lugares más pudientes, quisiéramos ser agentes de sensibilización social y forjadores de puentes entre los ricos y las realidades de los pobres.

Llegamos como amigos y hermanos de los pobres. Descubrimos a Dios ya presente en sus gritos y aspiraciones. Nosotros, a su vez, dejamos que los pobres nos evangelicen y enriquezcan nuestro ministerio.

3. EL TESTIMONIO PERSONAL

En todo lugar, pero particularmente en los lugares marginalizados, queremos dar prioridad a la evangelización con el testimonio más que con la palabra. Testimonio marcado por la cercanía, la sencillez, la acogida, la bondad, el interés por lo que al otro le sucede, el servicio concreto, la alegría interior. Escribía el Hno. Carlos a un amigo:

“Quieres saber lo que puedo hacer por los nativos. No es posible hablarles directamente de nuestro Señor. Esto sería hacerles huir. Hay que inspirarles confianza, hacerse amigos entre ellos, prestarles pequeños servicios, darles buenos consejos, trabar amistad con ellos, exhortarles discretamente a seguir la religión natural, demostrarles que los cristianos los aman”. (EsEs p.84).

Ya en un retiro de noviembre de 1897, había formulado su manera de evangelizar con esta frase, puesta en la boca de Jesús: “Accede a tu vocación: la de pregonar el Evangelio desde los tejados, no con tu palabra, sino con tu vida”.

Esto no quiere decir que dejemos de lado el ministerio de la Palabra. Sabemos que es parte esencial de nuestra misión para suscitar y alimentar la fe: “la fe viene por la predicación, y la predicación por la palabra de Cristo” (Rom 10, 17). El Concilio Vaticano II lo dice claramente en el decreto sobre “Ministerio y vida de los presbíteros”: “Con la palabra de salvación se suscita la fe en el corazón de los no creyentes y se robustece en el de los creyentes, y con la fe empieza y se desarrolla la congregación de los fieles

4. NUESTRA OPCION POR LA FRATERNIDAD

Desde nuestra opción por la fraternidad, privilegiamos el trabajo en equipo con otros sacerdotes, sean o no de nuestra Fraternidad, con religiosas, con diáconos y con laicos. Queremos ser más hermanos que tiranos, maestros o señores religiosos, como dice el Concilio: “Los presbíteros moran con los demás hombres como hermanos”3. El Hno. Carlos se adelantó en este sentido al Concilio cuando busca y valora el trabajo con laicos:

“Al lado de los sacerdotes, se necesitan Priscilas y Aquilas, que vean a los que el sacerdote no ve, que penetren donde él no puede penetrar, que vayan a los que le huyen, que evangelicen con un contacto bienhechor, con una bondad desbordante sobre todos, un afecto siempre dispuesto a darse, un buen ejemplo que atraiga a los que dan la espalda al sacerdote y les son hostiles por principio”.(desde Assekrem, 3 de mayo de 1912).

Por lo mismo, queremos dar tiempo a la formación de los laicos, al acompañamiento espiritual de ellos y a apoyar la formación de comunidades fraternas, respetando el ritmo propio de cada persona.

Igualmente, creemos en la fraternidad como un modo de vida, una fraternidad universal, que incluye a las personas que no pertenecen a la Iglesia, caracterizada por la amistad, la reciprocidad y el diálogo.

Así mismo, nuestra opción por la fraternidad nos lleva a favorecer la participación de los laicos en la conducción pastoral de nuestras parroquias evitando todo autoritarismo y clericalismo por parte nuestra y toda pasividad por parte de los laicos. La existencia de Consejos Pastorales, Comités de Asuntos Económicos, Equipos para animar las distintas áreas pastorales, Asambleas Parroquiales, Planificación pastoral hecha en conjunto, etc. debieran ser una marca distintiva de las parroquias u otras estructuras pastorales confiadas a nuestro cuidado.

5. VIDA ESPIRITUAL Y EUCARISTICA

Este modo de evangelizar supone una vida espiritual muy profunda en cada uno de nosotros que nos lleve a contemplar a Jesús en los Evangelios para ir configurándonos cada vez más con El, gracias a la acción del Espíritu Santo en nosotros. Él nos capacitará para entrar en la dinámica del descenso, del abajamiento, del despojo, propia del misterio de la Encarnación, dejando muchas cosas por El y por fidelidad al Evangelio: prejuicios, bienes materiales, prestigio, búsqueda de poder, seguridades, etc. Nos dará la libertad interior para encontrar caminos y campos nuevos en la tarea evangelizadora de la Iglesia, siempre buscando la voluntad del Padre, con infinita confianza.

Nuestro impulso misionero, sobre todo para llegar y permanecer en los lugares más difíciles, se sostiene con la celebración de la Eucaristía, la Adoración diaria y con los demás medios de crecimiento espiritual, propios de nuestra Fraternidad. Ellos nos ayudan a tomar conciencia del Amor infinito de Dios por nosotros, de su fidelidad y de su misericordia y nos impulsan a la misión.

La Eucaristía debe llegar a ser para nosotros un estilo de vida caracterizado por el compartir el pan, las historias personales y la palabra incluso con personas de otras tradiciones de fe.

Una experiencia espiritual similar debemos promover entre los laicos si queremos transformar nuestras parroquias en el sentido misionero que desea el Papa Francisco: una Iglesia en salida que, sin temor a accidentarse o a mancharse con el barro del camino, va en busca de los alejados y los descartados por la sociedad4

La Eucaristía, por otra parte, nos abre a la pertenencia a un Cuerpo eclesial siempre más amplio. Queremos tener mucha conciencia de que la Evangelización es una misión compartida con toda la Iglesia diocesana y universal. Como presbíteros diocesanos queremos ser los primeros en sentirnos parte de un presbiterio, con su Obispo a la cabeza, apoyando la gestación e implementación de proyectos diocesanos al cual nosotros aportamos nuestro carisma y acentuaciones pastorales.

PARA LA REFLEXION PERSONAL Y LA ORACION.

  1. ¿Agregarías algún punto a este esquema?
  2. ¿Está mi estructura pastoral (parroquia, centro de formación, etc.), caminando en esta dirección?
  3. ¿Qué características debieran marcar nuestro estilo de vida personal para ser coherentes con este modo de evangelizar?

PDF: Texto 4 – Nuestro modo de evangelizar – ES