Acompañados día a día, a lo largo del año, de las palabras del hermano Carlos de Foucauld, podremos ir adentrándonos en lo que para él significó «vivir Nazaret» con sus tres ejes principales: Evangelio, Eucaristía y Evangelización. ¿Qué nos quiere indicar Foucauld hoy a propósito de su insistencia en la vida de la sagrada familia de Nazaret? En primer lugar, inserción en la realidad. Nazaret significa la condición humana, los trabajos y los días, una escucha incesante de las circunstancias y de los acontecimientos, una búsqueda apasionada para explorar lo mejor posible todos los datos de la existencia, avanzando en el conocimiento de las cosas como en el aprendizaje del saber vivir con las demás personas. Además, el reconocimiento de que cada ser humano es mi hermano, con la misma dignidad que yo, junto con la confianza espiritual en que en la vida ordinaria se puede vivir unido al Dios-Trinitario. Pero compete a toda persona bautizada poner en obra su bautismo, su vocación propia, de una manera creadora; conducirse como hermano del Resucitado allí donde se encuentre, en su «Nazaret», en la existencia cotidiana.
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