Charles de Foucauld fue un apasionado buscador de Dios después de su conversión a los 28 años. Alrededor de los 15 años había perdido la fe y tuvo una juventud muy desordenada. Fue expulsado del colegio de los jesuitas por mala conducta, más tarde fue expulsado del Ejército por no respetar las reglas militares. Malgastó su dinero en vino, mujeres y fiestas, estudió poco y vagaba sin rumbo por la vida. Este estilo de vida le dejaba un profundo vacío. Lo dice en una meditación varios años después recordando esta etapa de su vida: “El mal que hacía, no lo aprobaba, ni lo quería. Me hacías sentir un vacío doloroso, una tristeza que no he experimentado más que entonces; ésta volvía todas las noches cuando me encontraba en mi alojamiento. Me tenía mudo y abrumado durante lo que se llaman fiestas; las organizaba, pero, cuando llegaba el momento, las pasaba en un mutismo, una repugnancia y un fastidio inauditos”
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