La celebración de la Resurrección nos pone en ambiente de gozo y nos anima a transformarnos en testigos de la Vida Buena que Dios propone a la humanidad. Una de las expresiones de este desafío, es el llamado a hacer presente el rostro bondadoso de Dios en nuestra propia vida y en la de quienes nos rodean. Esta es la invitación que nos hacía el Papa Francisco en diciembre recién pasado, motivándonos a vivir este año con la mirada puesta, de manera particular, en los rasgos misericordiosos de Dios. Con la apertura de la Puerta Santa se ha dado inicio a un momento nuevo. Un tiempo que acompañaremos en la reflexión comunitaria, para profundizar y fortalecer nuestra relación con ese Padre Bueno que Jesús nos vino a mostrar.
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